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El comercio por mar tiene un serio lío ambiental

● Las navieras y empresas de comercio marítimo deben hacer mucho más para reducir su impacto en el cambio climático.

- ━Bloomberg View

● El comercio marítimo es un gran contaminan­te y llegó el momento de ponerle un alto.

Cuando casi todos los gobiernos del mundo acordaron en París hace más de dos años abordar el cambio climático eludieron un tema importante: las emisiones de carbono del transporte marítimo internacio­nal. En los próximos años tienen la oportunida­d de corregir eso.

El envío de mercancías por mar es, con mucho, el modo de transporte más eficiente en términos de energía y mueve aproximada­mente 80 por ciento del comercio mundial por volumen total. Sin embargo, el combustibl­e que utiliza es sumamente duro para el medio ambiente y la salud humana y las embarcacio­nes duran mucho más tiempo que otros tipos de transporte, por lo que el despliegue de flotas más limpias lleva tiempo.

El comercio marítimo internacio­nal emite cada año casi la totalidad de dióxido de carbono que toda la economía alemana y su participac­ión en esa gris estadístic­a aumentará rápidament­e y podría representa­r aproximada­mente el 15 por ciento del presupuest­o mundial de emisiones de carbono establecid­o por el acuerdo de París para 2050.

La Organizac ión Marítima Internacio­nal (OMI) ha anunciado diversas medidas para meterle una reversa a este problema ambiental. El plan es poco probable que sea audaz desde diversas perspectiv­as. Países como Argentina, Brasil, India, Panamá y Arabia Saudita

se resisten a los objetivos de reducción de emisiones de dióxido de carbono para el transporte marítimo. Como era de esperar, la industria en sí misma también se opone a las medidas.

A pesar de esta resistenci­a, la OMI debe ser ambiciosa en la implementa­ción de los cambios. En última instancia, el enfoque más rentable será imponer un impuesto al carbono y dejar que eso guíe la inversión y la innovación. Pero idear e implementa­r un sistema internacio­nal de precios de carbono no se hará de la noche a la mañana. En el corto plazo, la OMI debería proponer una variedad de correccion­es de curso útiles.

Por ejemplo, tránsitos más lentos y buques más grandes bajarían las emisiones. Se podrían implementa­r subsidios y reduccione­s de tarifas portuarias para fomentar el uso de barcazas eléctricas y transborda­dores menos contaminan­tes.

En conjunto, innovacion­es como estas podrían marcar una diferencia real, al tiempo que facilitan el camino hacia una solución mucho más completa.

Lo principal es reconocer que enfrentar el cambio climático es un tema demasiado urgente para que cualquier sector de la economía global se quede fuera de los esfuerzos.

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