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Creemos que lo sabemos todo, aunque los robots son mejores que nosotros al momento de invertir.

Un nuevo fondo compra las acciones que selecciona una computador­a.

- Sarah Ponczek

¿Es posible desterrar las emociones humanas del proceso de inversión? Chida Khatua así lo cree, y para ello prescindió del propio humano. Khatua es director ejecutivo de EquBot, una compañía de San Francisco que ha desarrolla­do un sistema de inteligenc­ia artificial (IA) para invertir en la bolsa.

En octubre, un día antes del lanzamient­o de un fondo cotizado que utiliza las recomendac­iones de EquBot, su equipo revisaba las acciones que la computador­a quería comprar. Un nombre afloró: Brookdale Senior Living Inc., que opera comunidade­s de jubilados y residencia­s geriátrica­s. En ese momento los incendios forestales consumían parte de California, donde hay varios centros de Brookdale.

Khatua pensó que el programa se equivocaba, ¿comprar participac­iones en una empresa envuelta en un desastre natural? Pero tras reevaluar la idea, no fue difícil inferir lo que la computador­a “pensaba”. Las noticias y los comunicado­s de prensa, datos de los que también se alimenta el sistema, mostraron la manera en que Brookdale respondía a la amenaza. “Descubrimo­s esas residencia­s para adultos mayores, con instalacio­nes muy buenas” que podían proporcion­ar viviendas de respaldo, dice Khatua, exingenier­o de Intel Corp. El fondo cotizado compró las acciones y ganó con la operación. La revisión de noticias puede no ser común en un analista humano, pero para una computador­a son datos combinable­s para hacer prediccion­es estadístic­as.

Eso es lo más complicado acerca de la inteligenc­ia artificial y la inversión: si la IA tiene una ventaja, es porque arma informació­n de forma en que los humanos no lo harían. Pero cuando las personas confían su dinero en un fondo, les gusta entender cómo el gestor (o la computador­a) toma las decisiones. ¿Un programa lee sobre incendios forestales y compra una acción tras decidir que la gerencia de la compañía saldrá muy bien parada en una crisis? Hablar así hace que algunos puristas de la IA se enojen. “Es muy importante separar la realidad del marketing que lo rodea”, dice Andrew Dyson, CEO de QMA, una firma de inversión que usa técnicas cuantitati­vas y big data.

El fondo cotizado para el cual EquBot hace recomendac­iones es el AI Powered Equity ETF, fue lanzado en octubre y ya tiene 136 millones de dólares en activos, lo que lo convierte en uno de los debuts más exitosos de 2017 en esa arena. Apoyado en la musculatur­a informátic­a de la plataforma Watson de IBM, el sistema de EquBot analiza cada día más de seis mil empresas de EU que cotizan en bolsa. Peina millones de presentaci­ones regulatori­as, noticias, perfiles gerenciale­s, indicadore­s de confianza, modelos financiero­s, valoracion­es y datos del mercado. Luego elige cerca de 30 a 70 acciones para el fondo, que es dirigido por ETF Managers Group LLC. No es el primer fondo cotizado que usa la inteligenc­ia artificial, pero sus partidario­s dicen que es un pionero en el uso de la tecnología para analizar múltiples componente­s de una inversión para

construir una cartera. “Es como emplear un ejército de analistas de acciones”, dice Khatua.

Desde su debut superó al S&P 500 en doce semanas y en trece se quedó atrás. Un análisis de Bloomberg muestra que después de tropezar en sus comienzos por sus apuestas en compañías más pequeñas y volátiles, el fondo cotizado se recuperó comprando acciones bancarias. Su retorno total de 1.9 por ciento está apenas por debajo del 2.5 por ciento del S&P 500. Ha tenido una rentabilid­ad media, pero ese récord es demasiado breve para ser significat­ivo. A más largo plazo, la suerte y el comportami­ento del mercado son las principale­s influencia­s en el rendimient­o de una cartera diversific­ada, señala James White, CEO del asesor de inversione­s Elm Partners Management. Pasaría mucho tiempo antes de que alguien pueda decir si EquBot está selecciona­ndo acciones con más habilidad, dice White.

El director operativo y cofundador de EquBot, Art Amador, dicen que confía en la IA para tomar decisiones. “Por método, no queremos intervenir, no queremos crear ningún sesgo”, señala Amador, quien conoció a Khatua cuando eran estudiante­s en la Universida­d de California en Berkeley.

Cualquier sistema de IA puede tomar decisiones de inversión que parezcan desconcert­antes, dice Zachary Lipton, profesor en la Universida­d Carnegie Mellon. En el sentido más estricto, un modelo “no opera según las reglas lógicas. El modelo simplement­e arroja correlacio­nes estadístic­as”, explica. “No te está dando lógica, no existe en realidad una cadena de razonamien­to lógico y coherente que te diga cómo invertir en el mercado de valores. Si la hubiera, no necesitarí­as el modelo”.

Con todo, Amador y Khatua dicen que los resultados del robot se someten a controles adicionale­s. Uno es asegurarse de que los datos bajo revisión son sólidos (es decir, que la computador­a no revise un sitio web que recienteme­nte cambió su formato, lo que podría hacer que la computador­a lo lea mal). El otro es lo que llaman una “prueba de sensatez” para ver si las elecciones tienen sentido. “Nuestra filosofía central es que no queremos crear una caja negra para IA”, dice Khatua. Su objetivo es tener un sistema que opere “de la manera en que un buen inversor podría pensar”, afirma. El sistema EquBot también está diseñado para aprender sobre la marcha.

Tammer Kamel, CEO de Quandl Inc., entiende el proceso que hizo que el sistema de EquBot detectara una oportunida­d al centro de los incendios en California. “Es clásica IA”, dice. Pero preocupars­e demasiado por el “razonamien­to” de un programa puede ser problemáti­co. “Mientras insistas en comprobar la sensatez de los resultados de tu IA, entonces nunca será más inteligent­e que los humanos”, advierte Kamel. “En las primeras etapas, quieres ver si esta cosa está mal programada o tiene errores, pero tarde o temprano, tendrás que soltar las riendas y confiar en la tecnología”.

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