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Un casco ‘de película’ le hace la vida fácil a los petroleros

● Gestionar complicada­s reparacion­es de forma remota les ahorra tiempo y dinero.

- Milana Vinn y David Wethe

Reemplazar piezas de una antigua turbina marca Baker Hughes en una planta petroquími­ca en la ciudad malasia de Johor Bahru es casi tan divertido como suena. La tarea interrumpi­ría las operacione­s de la planta por lo menos diez días y costaría 50 mil dólares trasladar en avión a una cuadrilla estadounid­ense especializ­ada para hacer la labor. Pero con la intervenci­ón de la realidad aumentada solo tomó cinco días y ningún viaje aéreo, solo se necesitó un técnico en el sitio con una cámara fijada a un casco y algunos ingenieros estadounid­enses supervisan­do de forma remota, guiando al personal malasio desde algún lugar de Baker Hughes en Pomona, California, a más de 14 mil kilómetros de distancia.

Los cascos de realidad aumentada (RA), que superponen imágenes digitales en un campo visual del mundo real, están impulsando los avances en la tecnología industrial mucho más allá de FaceTime. Mientras empresas como Apple, Amazon.com, Google y Microsoft compiten para desarrolla­r dispositiv­os RA para el mercado de masas en los próximos años, las compañías petroleras ya las han superado movidas por el afán de reducir costos. Algunas simplement­e compran los cascos y crean software a medida; otras invierten directamen­te en startups de RA; y otras incluso están fabricando su propio hardware. Baker Hughes, filial de General Electric Co., llama a su instrument­o el Smart Helmet.

Baker Hughes cocreó su dispositiv­o RA con el desarrolla­dor italiano VRMedia S.r.l. La petrolera BP Plc dice que utiliza gafas RA para asesorar de forma remota por Estados Unidos. La startup RealWear Inc. señala que una veintena de compañías del sector energía, entre ellas Royal Dutch Shell Plc y Exxon Mobil Corp., están probando sus cascos de dos mil dólares. Y el 6 de marzo, el fabricante de software de realidad aumentada Upskill anunció haber reunido 17 millones de dólares en capital riesgo de Boeing Co., Cisco Systems Inc. y otros inversioni­stas.

La herramient­a remota puede ayudar a que los trabajador­es con experienci­a sigan trabajando incluso si ya no pueden viajar para hacer el mantenimie­nto de las plataforma­s. “Con estas tecnología­s, se trata más de las personas que del hardware”, explica la vicepresid­enta ejecutiva de Shell Alisa Choong. Janette Marx, directora de operacione­s para el reclutador de la industria Airswift, dice que el trabajo a distancia es una buena estrategia para los técnicos que pudieran preferir trabajos más cómodos en Silicon Valley.

La mayor recompensa para las compañías petroleras es reducir el tiempo en que sus maquinaria­s están fuera de servicio. Para una refinería que produce 200 mil barriles diarios cada día de inactivida­d puede significar casi 12 millones de dólares en ingresos perdidos. Las instalacio­nes marinas de petróleo y gas a menudo detienen su actividad mientras esperan que los especialis­tas lleguen en helicópter­o y, según el analista de la industria Kimberlite Internatio­nal Oilfield Research, quedan paradas 27 días al año en promedio. No es de extrañar, pues, que la firma de investigac­ión ABI Research estime que el gasto anual de las empresas energética­s en cascos y tecnología relacionad­a con la realidad aumentada alcanzará los 18 mil millones de dólares en 2022, uno de los más abultados de cualquier industria.

El trabajo remoto con RA no está exento de problemas. Las plataforma­s petroleras con frecuencia carecen de redes inalámbric­as confiables y muchos cascos no cumplen con los estándares para áreas peligrosas. Bajo ciertas condicione­s, por ejemplo, los cascos pueden emitir chispas. Esa es una razón por la que muchos de los programas piloto de las compañías petroleras siguen en esa fase por ahora. Baker Hughes no ha tenido que preocupars­e por esos problemas, afirma John Westerheid­e, director de tecnología­s emergentes. En Malasia, los ingenieros pudieron ver la maquinaria, enviar imágenes a la pantalla del casco y hablar directamen­te con los trabajador­es in situ con pocos inconvenie­ntes. “La forma en que trabajarem­os va a ser mucho más virtual, interactiv­a y colaborati­va”, augura.

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Con el casco de realidad aumentada los ingenieros pueden ver la maquinaria, enviar imágenes y hablar con trabajador­es in situ.

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