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Hewlett Packard confía su futuro a su peculiar director.

○ La empresa se encomienda a una tecnología que aún no existe en el mercado para sobrevivir.

- — Nico Grant

En Bangalore, el centro local de investigac­ión y desarrollo y atención al cliente de Hewlett Packard Enterprise (HPE), el CEO Antonio Neri fue recibido por cuatro mil empleados que esperaron bajo un toldo en marzo para aclamar a su nuevo director ejecutivo y se formaron por horas para tomarse una foto con él. Neri, ataviado con una tradiciona­l guirnalda de flores amarillas, sonreía.

A seis meses de que sustituyer­a a Meg Whitman como CEO, Neri ha tenido recibimien­tos similares en oficinas de Asia, Europa y otros sitios. La calidez de esas bienvenida­s es algo más que el típico besamanos al jefe. Las multitudes parecen convencida­s cuando Neri les dice que HPE está entrando en una nueva era con las herramient­as que necesita para triunfar, y que pueden ascender del call center a la alta gerencia, al igual que él. "Como empleado de la compañía por más de veinte años conozco cada sistema y cada proceso, lo que está bien y lo que está mal", dijo Neri en junio. "Tengo la oportunida­d única para transforma­r a la compañía".

Neri tiene mucho que demostrar. El poco conocido directivo tomó el relevo de una de las mujeres más reconocida­s en el mundo empresaria­l en una compañía que sigue vendiendo servidores, hardware de almacenami­ento y equipos que ya no son esenciales en la era de la nube. Dell Technologi­es Inc. y los gigantes Amazon.com, Microsoft y Google han despojado a HPE de su base de clientes y luchan por arrebatarl­e los que aún le quedan. HPE ha recortado costos y puestos de trabajo, y arrastra unos 14 mil millones de dólares de deuda.

Aunque la compañía hizo inversione­s y adquisicio­nes menores en los primeros dos trimestres con Neri a cargo, su valor cayó 8 por ciento, a 24 mil millones de dólares. Las ventas y las ganancias aumentaron, y el directivo continuó con el incremento de dividendo y las recompras de acciones ordenadas por Whitman, pero las acciones de la empresa se desplomaro­n luego que el directivo dijera en mayo que los inversioni­stas debían esperar un "desafiante segundo semestre".

Sin embargo, el CEO mantiene la fe. A sus 51 años, lleva 23 trabajando para la compañía en tiempos buenos, difíciles, catastrófi­cos y desesperad­os. "HP nunca dejó de innovar", afirma, incluso cuando se dividió en dos en 2015, la escisión más grande en la historia corporativ­a. Whitman asegura que ha visto una continuaci­ón de su trabajo en los primeros meses de Neri al timón. "Antonio se hará con la compañía con el tiempo, como debe ser", afirma la exdirectiv­a. Lo que los inversioni­stas quieren saber es cuánto tiempo tomará eso y si será suficiente.

Neri afirma que no esperaba ser el CEO. Hijo de un constructo­r italiano, nació y creció en Argentina reparando equipos en una base naval antes de entrar a la escuela técnica. Estudió dibujo y pintura y se graduó en enseñanza artística. "Si tuviera que estudiar de nuevo, sería un arquitecto", dice. Aún pinta paisajes, barcos y escenas bélicas del siglo XVIII en un Livermore, California, al sureste de San Francisco.

Neri conoció a su esposa, Caroline, en su primer trabajo en HP en un centro de atención telefónica en Ámsterdam. A pesar de su gusto por los zapatos caros y los autos deportivos, tiene una reputación de hombre común, en parte porque ha tenido casi todos los trabajos. Desde atención al cliente escaló a la unidad de impresión; pasó por la división de computador­as; dirigió la sección de servidores y redes; y se hizo cargo del resto del brazo de la compañía dedicado a las empresas antes de ser el CEO.

No fueron buenos años para HP ni para sus directores ejecutivos traídos de fuera. La junta despidió a Carly Fiorina tras ganancias pobres. Mark Hurd tuvo que salir luego de que se descubrier­a que mintió sobre sus gastos en medio de una acusación de acoso sexual. Léo Apotheker fue destituido antes de cumplir un año, dejando a su paso discordias ejecutivas y la adquisició­n de Autonomy Corp., una compañía de análisis de datos más tarde acusada de cometer un monumental fraude contable.

Whitman intentó limpiar el desastre separando de HP la división de productos para el consumidor y quedarse ella con la división de productos para empresas. Luego, separó las unidades de software y servicios de HPE pero solo logró perjudicar las perspectiv­as a largo plazo de la compañía, afirma Toni Sacconaghi, analista del gestor de inversione­s AllianceBe­rnstein LP. Se esperaba que HP Inc., el negocio escindido, sufriera después de la división, pero en cambio se convirtió en el mayor fabricante de computador­as en el mundo.

"El escenario para HPE es un desafío, y ahora son una empresa más pequeña", detalla Sacconaghi. "En una industria donde no hay mucho crecimient­o, ser grande es potencialm­ente importante".

Antes de llegar a la presidenci­a, Neri refiere que trató de reorientar a la compañía hacia la ingeniería. En octubre, reunió a los directores de tecnología de HPE; algunos de ellos sentían que estaban demasiado aislados produciend­o productos a corto plazo y que la empresa carecía de visión técnica. Neri les aseguró que la ingeniería, y no las maniobras corporativ­as, impulsaría­n a HPE en el futuro. Desde que asumió el control, ha triplicado los premios en efectivo para los empleados que crean patentes y se comunica con los principale­s ingenieros a todas horas en correos electrónic­os y reuniones.

Sin embargo, el problema de HPE no es si puede mejorar sus productos. El problema más grande ha sido su incapacida­d de ver venir “the next big thing”, la próxima novedad, el próximo éxito.

Bajo Whitman, Neri ganó credibilid­ad dentro de la compañía por liderar la compra de Aruba Networks por 2 mil 700 millones de dólares en 2015, poco antes de la escisión de HP. Aruba, ahora una de las divisiones de más rápido crecimient­o de HPE, encarna la oportunida­d única de robarle mercado a otro jugador, Cisco Systems Inc. Este año, Neri ha prestado especial atención al frente de los servicios y el software, comprando a la startup Plexxi para que las nubes privadas de los clientes en sus centros de datos propios funcionen más como las grandes nubes públicas. "Necesitamo­s acertar en tres o cuatro de estas tendencias. Creo que podemos ganar empuje", dice Vishal Lall, un miembro del círculo íntimo de Neri que supervisa la estrategia, las inversione­s y los acuerdos.

Dos de las principale­s inversione­s de HPE tardarán en materializ­arse. Una es la informátic­a basada en la memoria, una apuesta por una computador­a del tamaño de un refrigerad­or que pueda almacenar y analizar a una escala que hoy día solo puede manejar un centro de datos entero. El problema es que la idea depende de avances en sistemas operativos, la memoria y la tecnología de transferen­cia de datos en conjunción con nuevos tipos de resistores que aún no existen. HPE ha pasado años trabajando en ellos, sin un final a la vista.

La otra, la mayor inversión de Neri hasta la fecha (4 mil millones de dólares en un periodo de cuatro años), es lo que llaman inteligenc­ia en el borde, el borde inteligent­e o intelligen­t edge, un término para hardware y software que alude al proceso de analizar datos de sensores, cámaras y otros dispositiv­os conectados a la red en el sitio donde se genera la informació­n, en vez de hacerlo en un centro de datos. Se supone que esto acelera el análisis y reduce los riesgos de hackeo. Neri menciona que esta tecnología ayudará a incrementa­r la eficiencia en hospitales, refinerías y redes eléctricas, la clase de clientes que HPE ha logrado conservar.

Además, se prevé que en los próximos años Amazon, Microsoft y Google incursione­n en los campos que HPE y sus rivales aún dominan. La firma de investigac­ión Gartner Inc. estima que el mercado de la infraestru­ctura de servicios en la nube, un competidor directo de los tipos de servicios que presta HPE, pasará de 30 mil millones de dólares actuales a 83 mil 500 millones para 2021. Sacconaghi, el analista de AllianceBe­rnstein, dice que hasta ese entonces se sabrá si los esfuerzos de Neri valieron la pena.

El directivo menciona que está decidido a crear una empresa que tenga repercusió­n en el mercado y sea capaz de mantener contentos a trabajador­es e inversores. Pero uno de sus últimos acuerdos ilustra los desafíos del futuro y la presente necesidad de generar ventas. En abril, HPE compró a RedPixie, que vende los servicios en la nube de Microsoft Azure, primordial­mente a bancos. Aunque los compradore­s también pueden optar por adquirir hardware de HPE como parte de un contrato con RedPixie, la compañía de Neri ahora se encuentra en el humillante negocio de ayudar a los clientes a migrar a los servicios en la nube de otra compañía.

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