En la economía saudita, o te adaptas o mueres
○ El contraste entre el fracaso y el éxito ahora es algo familiar en Riad conforme el reino pasa por la peor crisis en su historia moderna.
Justo a un lado del transitado bulevar que atraviesa el centro de Riad, un restaurante italiano llamado Forchetta lleva meses vacío y sucio. Menos de un año después de abrir, el local fue víctima de la depresión económica de Arabia Saudita cuando la renta disponible cayó y el desempleo subió al nivel más alto en más de una década.
A unos locales, el café Draft parece sacado de Brooklyn o Beirut. Las mujeres fuman cigarros en la terraza con música pop estadounidense en el fondo. Un espresso mediano cuesta el equivalente a 2.90 dólares y una ensalada de quinoa y betabel, 7.70. Forchetta cobraba aproximadamente 13 dólares por una pizza Margarita.
“Incluso cuando la economía es mala, la gente todavía toma una taza de café”, dice Wadha Al Rashid, la comerciante de 34 años que abrió el negocio en julio del año pasado y recientemente una sucursal. “Atendemos un nicho de jóvenes creativos. Creo que eso nos funciona bien”.
El fuerte contraste entre el fracaso y éxito es una imagen cada vez más frecuente en la capital saudita, ya que el reino de 86 años pasa por la crisis más grave en su historia moderna para adoptar un modelo de capitalismo al estilo occidental. Desde que el gobierno recortó los subsidios y aumentaron los gastos, la sobrevivencia de los comercios la determinan diferentes fuerzas del mercado.
Los gerentes se quejan de no darse abasto, incluso cuando el estado se retracta de algunos recortes en gastos para que la economía crezca. Los aparadores vacantes manchan las principales vías de Riad. Aunque inevitablemente hay ganadores con los espabilados millennials que buscan formas de capitalizar los cambios económicos y sociales que han agitado al autoritario país conservador en los últimos dos años.
El mensaje del príncipe heredero Mohammed bin Salman, de 32 años, es que la resistencia no es una opción. Los clérigos independientes, la familia real acusada de corrupción y otros considerados opositores del nuevo orden, han pasado tiempo tras las rejas. Algunos propietarios de comercios esperan en vano que el gobierno dé marcha atrás, dice Abdullah Al Fozan, presidente de KMG LLP en Arabia Saudita.
“O te adaptas o desapareces”, dice Al Fozan, cuya firma audita a miles de compañías sauditas, sentado en su oficina con vista al sur de Riad. “Para que la gente cambie, debes impresionarlos”.
Estimulados por la derrota de los precios del petróleo de 2014, el gobernador saudita de facto intenta diversificar la economía dependiente de los petrodólares y reparar las finanzas estatales mientras genera empleos para su población creciente. Para las compañías significa el final de la era de mano de obra barata, energía subsidiada y contratos fáciles con el gobierno.
Gulf Restaurants & Parks Co., que operaba Forchetta junto a otras cadenas restauranteras, reducirá su fuerza laboral a 700 personas, señala Rabih Ghostine, director de operaciones. La compañía cerró unos cinco restaurantes, entre ellos la nueva sucursal de Forchetta.
“No sentimos la crisis hasta quizás mediados de 2017”, y agregó que las ventas cayeron entre 20 y 25 por ciento en algunos restaurantes. “Debemos parar el sangrado, así de sencillo”.
Los retos a los que se enfrentan gerentes como Ghostine son formidables. En este año, el gobierno aumentó los precios de la electricidad y la gasolina, introdujo un impuesto al valor agregado y exigió que las compañías pagaran tarifas extras por emplear a extranjeros, muchos de los cuales reciben salarios menores que los sauditas.
Cientos de miles de empleados extranjeros se han ido del país, lo que reduce la base de clientes no solo en los restaurantes y tiendas, también en escuelas privadas y compañías de telecomunicaciones.
La economía creció a una tasa anual de 1.2 por ciento en el primer trimestre después de caer 0.9 por ciento en 2017, mantenida a flote por los precios del petróleo más elevados y el gasto del gobierno en salarios y beneficios sociales para mitigar el impacto de su terapia de shock.
Pero los comerciantes dicen que una recuperación completa podría tardar años y no es claro qué quedará cuando se calmen las aguas. El Fondo Monetario Internacional (FMI) espera que la economía crezca 1.9 por ciento este año, con el incremento acelerándose de forma gradual a 2.3 para 2023. Eso es bastante más bajo que durante el auge de los altos precios del petróleo.
La economía saudita “es un gran buque”, dice Karen Young, investigadora en el Instituto de Países Árabes del Golfo en Washington. “No cambiará fácilmente”. La explosión de negocios de moda, como los food trucks o gimnasios para mujeres, no bastarán para transformar el sector privado del reino, afirmó. “Todavía veo al Estado como algo central para amplios segmentos de actividad económica”.
“O te adaptas o desapareces. Para que la gente cambie, debes impresionarlos”
Otro riesgo es que el plan ampliará la disparidad entre ricos y pobres, así como aquella entre los conservadores y la élite cosmopolita.
Ya hay quejas de que los precios en aumento, y el desempleo entre los sauditas se acerca rápidamente al 13 por ciento.
Hamdi AlZaim sabe qué tanto se necesita una revolución para asegurar la sobrevivencia. Con 31 años, es gerente de desarrollo comercial de su compañía familiar, Gulf International Contracting & Real Estate Co., que se dedica a los materiales y equipo de construcción.
Ese sector fue uno de los sectores más golpeados por la crisis. Cuando el gobierno detuvo el gasto, el flujo de contratos disminuyó y los funcionarios retrasaron los pagos a los contratistas. Enormes compañías trastabillaron o colapsaron.
Justo cuando AlZaim llegaba a la mayoría de edad, el comercio estaba en riesgo de convertirse en un dinosaurio. Así que se puso a revisar las inversiones de la compañía y supervisó el panorama local en busca de nuevas oportunidades.
Invirtió en una compañía suiza que hace un aparato de desalinización de bajo consumo y fue capaz de convencer a Saline Water Conversion Corp. de Arabia Saudita de cambiar a la nueva tecnología en una de sus plantas. En el viejo reino, el ahorro no era una prioridad; sin embargo, ahora es un importante gancho de venta.
“Tardamos un rato en comprender esto y entender que ésta es la nueva realidad en la que estamos”, dijo AlZaim, sentado a un lado de una pila de libros con diversos títulos como ‘Change Management and Talk Like TED’ y vestido con una impecable túnica azul claro (una versión del tradicional vestido blanco para hombres).
“Es un enorme cambio mental. Tienes que llegar y decir: he trabajado en este mercado durante 20 años, quizás sea momento de avanzar”.
Los jóvenes sauditas como AlZaim son cruciales para el plan de Mohammed de rehacer la economía, que también incluye suavizar las restricciones sociales del reino islámico. En años recientes, el gobierno ha frenado los poderes de la policía religiosa, acabado con la prohibición de que las mujeres manejen y les sea permitido el acceso a los cines. Aunque casi nunca se escuchaba la música en público antes, ahora el Estado patrocina conciertos.
Pero la juventud también representa el reto más grande del príncipe. Como que 70 por ciento de la población de 21 millones de habitantes tiene menos de 35 años y más entran al mercado laboral.
Mientras el gobierno intenta controlar su gasto en salarios, la carga de la creación laboral ha recaído en los comercios privados y startups. Primero deben invertir dinero en las áreas que probablemente sobresalgan más, dice Saleh Alothaim, director financiero en Othaim Holding Co.
“La gente debe tomar riesgos en industrias que no son de mucho riesgo”, asegura. “El sector privado no puede solo sentarse y ver lo que hace el gobierno”. El directivo pronostica que comercios mucho más pequeños cerrarán mientras intentan adaptarse.
En la nueva Escuela de Comercio y Espíritu Emprendedor Príncipe Mohammed bin Salman, en la costa del Mar Rojo, los estudiantes se preparan para una economía que es totalmente diferente a la que años atrás conocieron sus padres.
Uno de ellos, Abdulrahman Al Saati, renunció a su trabajo como médico para abrir la compañía llamada Saati Adventures. El sirio de 29 años, que creció en Yeda, planea ofrecer tours emocionantes al mar y al desierto, quizás incluso sky diving, para aprovechar el nuevo entusiasmo que el gobierno ha mostrado hacia el turismo mientras intenta diversificar la economía.
“Lo bueno es que todas estas cosas sucedieron coincidentemente al mismo tiempo”, dice Al Saati. “La oportunidad es increíble”.
En el café Draft, decenas de clientes se hunden en los sofás grises y platican en la terraza soleada. Tazas a la venta están adornadas con frases como “feminista” y “espíritu libre”. Con una túnica clara de lino, pelo corto y muñecas llenas de pulseras, Al Rashid atribuye al menos parte de la popularidad de su café al cambio social.
En cuanto al Forchetta cerrado, llega un nuevo negocio: un restaurante egipcio llamado Nile Palace.
“Por el lugar hacia donde se dirige Arabia Saudita y la nueva dirección de todo, la gente está más abierta a cosas nuevas”, afirma Al Rashid.