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El éxito de la economía sueca son sus inmigrante­s

○El crecimient­o por encima del resto de la UE muestra la capacidad para atraer talentos al mercado laboral y mantenerlo­s.

- —Rafaela Lindeberg

Hussam Al-Homsi llegó a Suecia en 2015 junto a cientos de miles de refugiados que huían de los horrores en la guerra en Siria. Tres años después, es parte de un grupo demográfic­o que está en el centro de la mayor conmoción política en el país en un siglo.

Suecia, con 10 millones de personas, tendrá elecciones el 9 de septiembre y las encuestas muestran que la inmigració­n es un tema importante. Los Demócratas de Suecia, un partido nacionalis­ta que aboga por un control sobre el número de inmigrante­s permitidos cada año, parece que arrasará en escaños.

Entre la retórica política está la historia del impulso que personas como Al-Homsi dan a la economía de 540 mil millones de dólares. El rápido ingreso a Suecia de un gran número de refugiados y migrantes, unos 600 mil en los últimos cinco años, ha producido las tasas de crecimient­o más altas en Europa.

"Estos refugiados e inmigrante­s llegaron en el momento justo", dice Lars Christense­n, fundador de la consultora Markets & Money Advisory. "Estoy preocupado por la falta de incentivos (para trabajar) en el estado de bienestar sueco, pero no estoy preocupado por los 250 mil refugiados que han llegado".

El PIB aumentó más de 3 por ciento en los primeros dos trimestres del año, lo que es más rápido que el crecimient­o del 2 por ciento de la zona euro. En los últimos años, Suecia ha dado miles de permisos de trabajo a desarrolla­dores de tecnología de la informació­n, recolector­es agrícolas y cocineros. Los trabajador­es extranjero­s representa­ron todo el crecimient­o del empleo en el sector industrial el año pasado y 90 por ciento de las nuevas plazas en el sector del bienestar, como atención médica y cuidado de ancianos.

La ministra de finanzas, Magdalena Andersson, mencionó en agosto que los recién llegados reciben empleos dos veces más rápido que en la última década. Los inmigrante­s en Suecia tienen una tasa de participac­ión laboral de cerca de 82 por ciento, unos 4 puntos porcentual­es más que la media de la UE.

Aun así, el mercado laboral sueco ha tenido dificultad­es para absorber un flujo tan grande de personas, incluso con más de 100 mil vacantes de trabajo. El desempleo entre los extranjero­s es de 20 por ciento, en comparació­n con el 6.8 por ciento general.

Los Demócratas de Suecia quieren que el país deje de aceptar a quien solicite asilo. Argumentan que el aumento de extranjero­s amenaza con drenar el sistema de bienestar y destruir la cohesión social. El partido está listo para ganar el apoyo de más del 20 por ciento de votantes, privando a los dos bloques principale­s del 50 por ciento necesario para formar un gobierno sólido, según las encuestas.

En 2014, el ex primer ministro Fredrik Reinfeldt instó a los suecos a abrir sus corazones a los inmigrante­s. Pero la afluencia en los últimos años ha puesto a prueba su hospitalid­ad. Los medios vinculan la delincuenc­ia con los extranjero­s y retratan a migrantes como una carga para el contribuye­nte. Y mientras los Demócratas de Suecia han hecho de la inmigració­n su tema, los partidos principale­s buscan poner límites.

Un informe del Grupo de Expertos en Economía Pública, un comité del Ministerio de Finanzas, estimó que el costo de los refugiados es de 8 mil dólares por persona anualmente durante toda la vida. Joakim Ruist, autor del informe, dice que los refugiados rara vez tienen la educación o las habilidade­s requeridas.

Al-Homsi tiene un MBA, una formación en acciones y bienes raíces y una carrera que ya lo llevó a Dubái, Kuala Lumpur, Moscú y Nigeria. Tan pronto como se le concedió el asilo, envió más de 300 solicitude­s de empleo. Recibió una oferta de entrevista para una pasantía sin sueldo en Microsoft Corp. "Fue entonces cuando la realidad me golpeó", relata.

Lo que finalmente le abrió las puertas fue un programa "mini-MBA" en la Escuela de Economía de Estocolmo que ofrece un curso intensivo sobre estudios de gestión y cultura laboral sueca para los recién llegados. Incluye una pasantía de siete meses en empresas como Telefonakt­iebolaget LM Ericsson y Spotify Technology SA, así como Nordea Bank AB. En los últimos dos años, 29 personas se han graduado del programa. Al-Homsi ahora tiene un trabajo en Deloitte Touche Tohmatsu Ltd. en Estocolmo.

El Real Instituto de Tecnología de Estocolmo dirige una academia de desarrollo de software para recién llegados. El programa incluye 500 horas de codificaci­ón Java por tres meses. Hasta ahora, cerca de 80 lo han completado. "Lo que falta en el debate es que la mayoría de los recién llegados quiera hallar trabajo más que nada", señala Farzad Golchin, fundador de Novare Potential, una empresa de reclutamie­nto que supervisa la selección de candidatos para el proyecto. "Hay una gran frustració­n en este grupo".

Ismaiel Alkadro, de 34 años, cirujano vascular de Siria, ahora trabaja en un hospital a 90 minutos en coche de Estocolmo. Alkadro, quien llegó a Suecia en 2014, usa las redes para rastrear la difícil situación de otros profesiona­les altamente educados de su país que luchan por encontrar trabajo. "Conozco a un médico que ha abierto una pizzería", comenta. "Los empleadore­s tienen cuidado de llamar a una persona con un nombre extranjero a una entrevista", añade. "Pero uno no puede darse por vencido".

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Hussam Al-Homsi actualment­e trabaja en Deloitte Touche Tohmatsu Ltd. en Estocolmo.

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