El nacionalismo une a Israel y Europa del Este
○ Netanyahu corteja a líderes en la región, ignorando una historia de antisemitismo para centrarse en una alianza con Trump.
Durante su reciente visita a Lituania, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, colocó una ofrenda floral en un monumento que conmemora a los 70 mil judíos asesinados por los nazis y sus colaboradores. Este pequeño rincón de la antigua Unión Soviética tiene un significado especial para Netanyahu, pues tiene raíces familiares lituanas. Tenía sentido que eligiera al país, un firme aliado de Israel, como sede de una cumbre báltica que también incluía a los líderes de Estonia y Letonia.
Sin embargo, su presencia en el antiguo bloque del Este es más un reflejo de un mundo político cambiante que un tributo al pasado. Netanyahu se ha ocupado en estrechar lazos con una región cada vez más enfrentada con la corriente dominante europea. Con el avance del antisemitismo en Hungría y la vecina Polonia, podría parecer una alianza poco probable. Pero el eje de la disidencia nacionalista que ha dividido a Europa en cuestiones como el apoyo a la presidencia de Donald Trump, la acogida de los refugiados musulmanes y la negociación con Irán representa una oportunidad para él. “El interés de Israel es romper la unidad europea en asuntos relacionados con Israel”, afirma Michael Oren, exembajador israelí en Estados Unidos y viceministro de Netanyahu. “Para mí, mientras menos unida esté Europa, mejor. Soy optimista sobre eso. Una Europa unida no ha sido una bendición para nuestro país”.
Durante años, Israel se ha sentido injustamente tratado por la Unión Europea (UE). Los funcionarios comunitarios de Bruselas se han opuesto enérgicamente a la construcción de asentamientos en Cisjordania y querían una etiqueta especial para los productos que provienen de los territorios ocupados, una medida que los israelíes calificaron de intento de boicot. En fechas más recientes, la UE apoyó el acuerdo histórico con Irán sobre su programa nuclear, incluso después de que Trump se retirara del acuerdo. Bruselas también criticó la mudanza de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén.
La representante de asuntos exteriores de la UE, Federica Mogherini, tenía previsto visitar Israel en junio, pero Netanyahu no quiso reunirse con ella. En cambio, unas semanas después dio recibimiento de héroe al primer ministro húngaro, Viktor Orbán, un fuerte partidario de Trump y del presidente ruso, Vladimir Putin. Netanyahu alabó a Orbán (quien llama a Hungría una “democracia antiliberal”) y dijo que el mandatario había defendido a Israel “una y otra vez”. El hijo de Netanyahu llamó a Orbán el “mejor líder de Europa”, haciendo eco de los elogios del exasesor de Trump, Steve Bannon.
El año pasado, el líder israelí recibió una bienvenida similarmente cálida en Budapest, cuando se abstuvo de criticar a Orbán por llevar a cabo una campaña política que convirtió al multimillonario filántropo George Soros en el enemigo público número uno de la nación húngara. La postura de Netanyahu resultó chocante porque el jefe de la comunidad judía local y el embajador de Israel en Hungría habían dicho que la campaña incitó el miedo entre los judíos por su uso de slogans antisemitas. “Nos sorprendió que el gobierno israelí no nos apoyara”, comenta András Heisler, director de Mazsihisz, la organización judía más grande de Hungría. “La política se impuso sobre los valores”.
Netanyahu ha adoptado un enfoque combativo hacia las instituciones liberales, criticando a las ONG y los medios de comunicación, y ha elegido un camino cada vez más nacionalista. Su gobierno aprobó recientemente una ley que consagra el carácter judío de Israel, lo que provocó protestas de organizaciones de derechos civiles que argumentan que discrimina a la minoría árabe del país.
Por otro lado, para Orbán y otros líderes de Europa del Este, Israel también ofrece una vía de suma importancia a Washington. La elección de Trump fortaleció la relación de Israel con Estados Unidos y alentó su respaldo a los líderes subversivos de la UE. Este año, Netanyahu aprovechó una parada en Berlín para reunirse con el embajador de Trump en Alemania, Richard Grenell, quien detonó la polémica por declarar al medio de ultraderecha Breitbart News que quiere “empoderar” a las fuerzas conservadoras en toda Europa.
A los pocos meses de asumir la presidencia, Trump visitó Varsovia y elogió a Polonia, que ha estado enfrentada con la UE por la independencia de los tribunales polacos. Trump también describió a Orbán como un hombre con el que Estados Unidos puede negociar, según afirma el embajador estadounidense en Hungría, David Cornstein.
Hungría, por otra parte, se ha abstenido reiteradamente de votar en contra de Israel en Naciones Unidas, incluido el caso de la decisión de Trump de trasladar su embajada en Israel desde Tel Aviv a la ciudad de Jerusalén.
En mayo, Hungría se unió a Rumanía y República Checa para bloquear una declaración de la UE que criticaba el traslado. “Netanyahu puede mejorar su acceso a la Casa Blanca. El contacto con Netanyahu es la mitad del camino a Washington”, dice Alon Liel, exdirector general del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel.
La amistad entre Polonia y Estados Unidos se puso a prueba este año luego de que el primero introdujera una ley que tipificaba como delito sugerir que el país fue responsable del Holocausto, parte de una campaña nacionalista para proteger el honor polaco. Después de que el Departamento de Estado de Estados Unidos señalara que dicha ley puede debilitar los intereses y las relaciones estratégicas con ese país, ésta se suavizó de modo que cualquier difamación sea punible con multas en lugar de cárcel. Netanyahu respondió con un gesto.
En junio, firmó una declaración conjunta con el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, que resaltaba la cooperación entre los dos países. Juntos condenaron no solo el antisemitismo sino también la hostilidad hacia los polacos.
“Varsovia necesita este apoyo, especialmente ahora que tiene un estatus de paria en la Unión Europea”, señaló Wojciech Sadurski, académico polaco y profesor de jurisprudencia en la Universidad de Sidney en Australia. “Y sabe que una mejor relación con Israel le servirá mucho como un boleto a Washington”.
—David Wainer y Milda Seputyte con la colaboración de Zoltan Simon, Wojciech Moskwa, Irina Vilcu y Marton Eder.
Diplomacia regional
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