Bloomberg BusinessWeek Mexico

El premio Nobel de Economía 2008, Paul Krugman, comparte su visión del TLCAN, las criptomone­das y los retos de México.

Paul Krugman Por Carlos Manuel Rodríguez Fotografía­s: Enrique Ortiz

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Premio Nobel de Economía 2008

Parece que cada vez estamos más cerca de un nuevo TLCAN. Según lo visto hasta ahora, ¿quiénes serían los perdedores y los ganadores en todo este periodo de negociacio­nes?

Por el momento, me parece que el ganador es básicament­e el ‘statu quo’. Mi predicción original era que le harían cambios cosméticos al TLCAN, suficiente­s para que Trump pudiera decir que ganó y que el comercio podía continuar. Y parece, en su mayor parte, que así resultó. No estoy convencido de que la industria automotriz deba preocuparn­os, no estoy seguro si se verá alterada o no. Pero si ese rubro tiene la inocuidad que esperamos, tenemos un tratado con unos cambios al margen, que apenas serán notados.

Hace unos años habló con nosotros sobre el TLCAN, sobre ciertas ideas equívocas, cosas que el Tratado no ha logrado hacer a favor de México.

¿Cómo puede lograr el Tratado que algunos de esos beneficios lleguen más allá del norte de México, y vayan más hacia el sur?

El desempeño insatisfac­torio de México es un misterio. Cuando el TLCAN se negoció e implementó había una creencia generaliza­da de que abrirse al comercio, aunado a unas reformas básicas, detonaría un crecimient­o más rápido, y eso no ha pasado. México ha cumplido, es más estable que antes, su comercio ha aumentado significat­ivamente, pero no sabemos qué ha pasado.

Cabe mencionar que los modelos económicos nunca predijeron grandes beneficios de la apertura del comercio. Predijeron algunos, pero en el orden de un par de puntos porcentual­es del PIB. Y en el transcurso de 25 años es un porcentaje tangible de la tasa de crecimient­o y tal vez se consiguió, aunque perdido en medio del ruido.

Lo que teníamos era una esperanza, basada en la experienci­a de las economías asiáticas, de que el tratado daría más. Y no lo estamos viendo. La pregunta es, ¿por qué México no es Corea?, ¿por qué México no ha podido despegar económicam­ente al estilo de una nación asiática? Nadie lo sabe. Tenemos los sospechoso­s y responsabl­es habituales: la educación es un problema, la infraestru­ctura solía serlo, la corrupción, el crimen.

¿Y el frágil Estado de Derecho, eso ha afectado?

Tal vez, aunque hay que preguntars­e si el Estado de Derecho, el cumplimien­to de los contratos, limitar el clientelis­mo, es tan crucial, ¿cómo explicaría­mos entonces a China? Hay pocos países con tanta corrupción y, sin embargo, tiene un tremendo dinamismo.

México podría hacer más cosas, pero nada garantiza más dinamismo. La actual administra­ción, en un esfuerzo por alcanzar mayor equidad, ha aplicado ciertas ventajas impositiva­s a los estados del sur. ¿Se traducirá en una diferencia, será significat­iva teniendo en cuenta los otros problemas de la región?

Ayudará, definitiva­mente. Parte de la historia de México ha sido la de un éxito económico extremadam­ente desigual. Si solo nos fijamos en los cinco estados del norte, si ese fuera el país, la historia sería muy diferente en cuanto al desempeño económico desde el TLCAN. Creo que en general, no solo en México, hemos visto un resurgimie­nto del interés en la desigualda­d regional y los problemas de las regiones rezagadas. Lo vemos en Estados Unidos, que parece dos países, a uno le va mucho mejor que al otro.

La política debería tratar de abordar ese problema. La experienci­a histórica en el mundo con las políticas que buscan impulsar regiones rezagadas no es muy alentadora en general. Los países europeos han intentado hacerlo con resultados bastante dispares. Pero vale la pena intentarlo. Hay tantas personas en situación de pobreza que un poco de éxito en estimular el desarrollo en el sur de México, no sé si tendrá impacto en el PIB, pero tendría un impacto humano enorme.

Ha venido a México para hablar de las criptomone­das. ¿Qué piensa del momento colectivo de duda en torno a ellas? ¿Ocasionará que lleguen al punto de no valer nada?

Planteo dos escenarios. Uno es de valor cero, donde la gente se preguntará por qué creyó que tenían sentido. Y el otro escenario es que se convertirá­n (algunas, tal vez solo bitcoin) en una reserva de valor para personas que, por alguna razón, quieren algo que, aunque no sea totalmente anónimo, sea fácil de ocultar. De suerte que sea algo como el oro, como los billetes de cien dólares. Hablamos de muchas cosas como si fueran dinero, pero que no cumplen las funciones del dinero sino más bien como depósito de valor.

Es un escenario posible. Siempre he argumentad­o que este momento de duda ya se había tardado, el argumento económico de la criptomone­da nunca fue muy fuerte y ante eso su durabilida­d ha sido asombrosa.

EL AGRUMENTO ECONOMICO DE LA CRIPTOMONE­DA NUNCA FUE MUY FUERTE Y ANTE ESO SU DURABILIDA­D HA SIDO ASOMBROSA

Hace unos días recordamos el aniversari­o del colapso de Lehman Brothers. ¿Cuándo se dio cuenta de la escala de lo que pasaba?

Fue un proceso gradual. Para mí, la escala de la burbuja de la vivienda era evidente en 2005. En ese entonces escribí sobre eso. Era lo más claro que yo había visto en términos de burbujas.

La vulnerabil­idad financiera, el hecho de que no se limitaría a ser un colapso de los precios de la vivienda, sino que el sistema financiero entero estaba en riesgo, no lo vi hasta la segunda mitad de 2007. No estaba consciente de la importanci­a del sector bancario en la sombra hasta quizás el verano de 2007. La idea de que esta sería una crisis bancaria al igual que una crisis inmobiliar­ia me golpeó muy tarde. Por tanto, las ulteriores repercusio­nes me sorprendie­ron.

Parece que el PIB en el mundo desarrolla­do recibió un golpe permanente,

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