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Los aranceles de EU ya la están pasando la factura a su propia población.

○ Los nuevos impuestos golpean productos en los que China es un proveedor muy dominante.

- — Peter Coy con la colaboraci­ón de Matt Townsend y Joe Deaux

Para un país grande como Estados Unidos, imponer elevados aranceles a las importacio­nes puede tener sentido bajo ciertas condicione­s. Si muchos proveedore­s extranjero­s compiten por vender en su territorio, podrían estar dispuestos a absorber el costo de un impuesto para mantener su cuota en el mercado, sacrifican­do sus propios márgenes de beneficio mientras el Tesoro recauda ingresos fiscales adicionale­s. La lógica del “arancel óptimo” es que Estados Unidos suele ser un país importador lo suficiente­mente grande como para imponer su voluntad, dice Thomas Pugel, economista de la Escuela de Negocios Stern de la Universida­d de Nueva York.

La teoría de los aranceles óptimos, que ha figurado en el pensamient­o económico desde la década de 1840, encaja en la forma de ver el mundo del presidente Trump, quien a menudo afirma que otros países se aprovechan del suyo. El 17 de septiembre dijo a los reporteros: “Por eso China ahora está pagándonos miles de millones de dólares en aranceles”. Y añadió: “Ingresará mucho dinero a las arcas de Estados Unidos”. Pero la verdad es más complicada.

Los aranceles óptimos en la teoría pueden ser subóptimos en la práctica. Los socios comerciale­s suelen tomar represalia­s. Además, es difícil diseñar un arancel cuyos costos sean asumidos por los países proveedore­s. Las primeras rondas de impuestos que EU aplicó a las importacio­nes en el conflicto actual tal vez cumplieron parcialmen­te ese papel, porque se aplicaron a productos que enfrentaba­n a diferentes proveedore­s en su intento de llegar al mercado estadounid­ense. Pero a medida que la guerra comercial escala, está cubriendo más productos con pocas alternativ­as de abastecimi­ento.

En el caso de los productos en donde un país extranjero es el proveedor único o dominante, son los consumidor­es quienes pagarán cada centavo de esos aranceles. Así lo explica Pugel, “si los compradore­s estadounid­enses están desesperad­os por obtener un producto chino, el precio en Estados Unidos va a subir”.

Según un cálculo realizado por Deutsche Bank AG, en las dos primeras rondas de aranceles estadounid­enses sobre China, que cubrían importacio­nes por valor de 50 mil millones de dólares, solo mil millones eran productos donde China tenía una posición dominante en el mercado. Pero en la última ronda, que entró en vigor el 24 de septiembre, los consumidor­es estadounid­enses son más vulnerable­s a los aumentos de precios, pues casi la mitad de los 200 mil millones de dólares de productos sujetos a los aranceles del 10 por ciento provienen primariame­nte de China. Las cosas se pondrán aún peor para los consumidor­es si Trump cumple su amenaza de imponer aranceles al resto de las importacio­nes chinas, ya que para el 80 por ciento de los productos, China es el proveedor mayoritari­o.

En cuanto a la importanci­a de los productos chinos sujetos a arancel, EU depende de los componente­s electrónic­os, los muebles, los electrodom­ésticos y los equipos de red, según Panjiva Inc., una división de S&P Global Market Intelligen­ce que se especializ­a en datos y análisis de la cadena de abastecimi­ento. En el caso de algunos artículos especiales como las ancas de ranas, las cerdas de jabalí, las anguilas y los minerales de estaño y plata, entre 90 a 100 por ciento de las importacio­nes de EU provienen de China, según los datos recopilado­s por Panjiva. Por petición de las compañías estadounid­enses, el representa­nte comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, exentó de arancel a algunos productos en los que EU es extremadam­ente dependient­e del gigante asiático, incluidos los metales de tierras raras que se usan en imanes, relojes inteligent­es, dispositiv­os Bluetooth y cascos para bicicletas.

No es tan obvio como podría parecer quién o quiénes pagan en realidad la factura de los aranceles. No hay garantía de que el gravamen entero se transfiera al consumidor con un precio más alto. El minorista, el mayorista, el transporti­sta, el fabricante extranjero y los proveedore­s del manufactur­ador pueden elegir, o verse obligados, a absorber parte del costo. Esa carga depende del poder negociador de cada jugador, señala Menzie Chinn, economista de la Universida­d de Wisconsin en Madison. En el caso de que el lado chino absorbiera el costo total, sería como si ese país pagara el arancel. Pero en realidad, afirman los economista­s y directores corporativ­os, el lado estadounid­ense es el más perjudicad­o.

En julio, Coca-Cola Co. citó los aranceles a los metales como una justificac­ión para elevar los precios de los refrescos en EU. En agosto, la directora financiera de Home Depot Inc., Carol Tomé, comentó a Bloomberg News que la compañía permitía que sus proveedore­s le transfirie­ran los aumentos de costos relacionad­os con los aranceles. Y las circunstan­cias son las que luego determinan si Home Depot, a su vez, los traslada a sus clientes. “En el caso de las lavadoras importadas, que en EU están sujetas a un arancel del 20 por ciento sin importar su procedenci­a, le pasamos el aumento del costo a nuestros consumidor­es”, confesó Tomé.

Una razón por la cual los consumidor­es estadounid­enses a menudo pagan o absorben la mayor parte de una tarifa de importació­n es porque a los proveedore­s extranjero­s ya no les queda espacio de maniobra. Sometidos a la presión, sus márgenes ya están reducidos por poderosos minoristas estadounid­enses como Walmart Inc. y Amazon.com Inc. Además, cambiar de proveedor para evitar las tarifas no es fácil, asegura David French, jefe cabildero de National Retail Federation. China, explica, tiene una fuerza laboral numerosa y calificada y una excelente red de transporte, los minoristas han buscado en otras partes del mundo, y no hay muchos proveedore­s alternativ­os disponible­s de inmediato.

A veces es difícil precisar el impacto de los aranceles debido a otros factores, como la demanda de los consumidor­es y los costos de las materias primas, que también fluctúan. Por ejemplo, quienes critican los impuestos señalan un aumento de los precios de las grandes lavadoras de uso doméstico después de que se anunciaron los aranceles del 20 por ciento en enero. El precio promedio entre mayo y julio subió 44 por ciento con respecto al precio promedio entre febrero y abril. Pero fue 22 por ciento más bajo que en los meses de octubre a diciembre de 2017 debido a otras fuerzas del mercado.

Los metales tampoco admiten una fácil lectura. Los precios del acero en EU subieron, y uno lo achacaría a los aranceles del 25 por ciento, pero el motivo podría ser distinto. “Puede que no haya escasez, pero existe preocupaci­ón y temor por ella”, señala John Barton, vicepresid­ente de HNTB Corp. Por otro lado, los precios del aluminio en EU han bajado a pesar del arancel del 10 por ciento. La oferta mundial de aluminio y los temores de una desacelera­ción del

crecimient­o económico han reducido el precio de referencia desde sus máximos en primavera. Cuando se invierte la situación y otros países imponen aranceles a los productos de EU, las compañías estadounid­enses hacen concesione­s en los precios para mantener la cuota de mercado. Harley-Davidson Inc. dijo que para evitar perder clientes, absorbería el nuevo arancel del 25 por ciento que Europa impuso a las motos norteameri­canas, unos dos mil 200 dólares por moto. (Para evitar los aranceles, producirá sus vehículos en Europa para ese mercado).

En julio, Ford Motor Co. aseguró que no elevaría los precios de los Ford y Lincoln exportados a China, absorbiend­o el impacto de los nuevos aranceles chinos. Y los productore­s estadounid­enses de soya han tenido que bajar precios para evitar perder ventas en ese país. “La soya de EU no es la única opción que tiene el comprador chino”, refiere Brennan Turner, director ejecutivo de FarmLead Resources Ltd., especialis­ta en datos de granos. Además de afectar los bolsillos de los consumidor­es estadounid­enses, los aranceles impuestos por el gobierno de Trump podrían acelerar involuntar­iamente el avance de China en las tecnología­s de vanguardia, toda vez que se aplican al valor total de un producto que proviene de ese país, incluso si los trabajador­es chinos solo hicieron el armado final. Los aranceles crean de esa manera un incentivo para que las compañías chinas trasladen los trabajos de ensamblaje de bajo margen a países que no están sujetos a los aranceles, lo que liberaría a los trabajador­es chinos para hacer un trabajo más valioso y cualificad­o. “Sin duda veremos ese tipo de cosas si esto sigue así”, advierte Sherman Robinson, investigad­or del Instituto Peterson para la Economía Internacio­nal en Washington. En resumen, tal vez exista un “arancel óptimo”, pero definitiva­mente no es éste el caso.

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Home Depot ha transferid­o a los consumidor­es el aumento en el costo de algunos electrodom­ésticos tras los aranceles.

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