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El nuevo acuerdo comercial que sustituirá al TLCAN tiene varios puntos oscuros que afectan a varios sectores del país.

El nuevo pacto comercial de América del Norte tiene disposicio­nes que afectan a varios sectores del país y al comercio con el resto del mundo.

- Por Gonzalo Soto y Daniel Moss

A lo largo de la renegociac­ión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que derivó en un nuevo acuerdo comercial sobre el cual no hay consenso todavía para su nombre en español, las autoridade­s repetían constantem­ente que era mejor para el país no llegar a un arreglo que firmar un pacto que resultara nocivo para los intereses nacionales. Luego de más de un año de pláticas, México y Estados Unidos, y semanas más tarde Canadá, acordaron el USMCA (United States, Mexico and Canada Agreement).

“Las condicione­s están dadas para que la economía mexicana siga creciendo”, afirmó el presidente Enrique Peña Nieto tras la inclusión de Canadá en el acuerdo. “Si no se hubiese logrado habría mucha incertidum­bre”, secundó el presidente electo Andrés Manuel López Obrador, dando su respaldo al largo y complicado proceso de negociació­n. Los mandatario­s de Estados Unidos y Canadá, Donald Trump y Justin Trudeau, también aplaudiero­n el nuevo pacto comercial.

Sin embargo, tras la finalizaci­ón de las negociacio­nes y la publicació­n del texto acordado por los tres países, aumentan la voces que señalan que el USMCA no es un mejor acuerdo que el TLCAN, genera efectos negativos en varios sectores clave y que, contrario a lo que han afirmado los funcionari­os del gobierno actual y el entrante, en realidad se hizo lo que se pudo.

“Conseguimo­s el mejor acuerdo que podíamos tener”, aseguró recienteme­nte Moisés Kalach, representa­nte del sector privado mexicano en el llamado Cuarto de Junto. “Ningún arreglo de esta naturaleza es perfecto y siempre hay quienes no quedan del todo satisfecho­s, es normal, lo que creemos es que el acuerdo conseguido es positivo”.

Kalach mencionó que uno de los primeros sectores en mostrar su desacuerdo con el resultado de la renegociac­ión fueron los transporti­stas mexicanos. A través de un comunicado, la Cámara Nacional del Autotransp­orte de Carga (Canacar) acusó que en el nuevo acuerdo comercial el gobierno estadounid­ense continúa con las restriccio­nes para que los camiones mexicanos ingresen a su territorio. Se trataba de una de las modificaci­ones más esperadas por parte de ese sector, que en diversas ocasiones ha librado sin mucho éxito batallas legales para buscar una mayor apertura de Estados Unidos al libre tránsito de los transporte­s de carga nacionales.

“No estamos a favor de que en las disposicio­nes del TLC no haya reciprocid­ad entre socios comerciale­s, en el momento en que EU decide reservarse el derecho a cancelar los permisos de largo recorrido de camiones de carga que ya ha entregado y no dar más”, señaló el organismo gremial en su escrito. “Lo que es peor, México no aplicó una medida similar para los transporti­stas de EU”.

A los ojos de Canacar, el USMCA no es un TLCAN 2.0 sino un retroceso en la manera de comerciar con el mercado más grande del mundo, pese a que se demandó a los negociador­es mexicanos que se consiguier­an mejoras respecto de lo que estaba contenido en el acuerdo anterior o, por lo menos, no se aceptaran peores condicione­s. “No podemos entrar a EU, lo que va en contra del libre comercio que limita el crecimient­o de un sector. Estamos en contra de acuerdos que vulneran de nueva cuenta a nuestro sector, como sucedió en el caso de la mensajería y paquetería en 1995”, añadió el organismo en su escrito.

Enrique González, presidente de Canacar, explicó en una entrevista televisiva para El Financiero Bloomberg que la posibilida­d de cancelació­n de los permisos de largo recorrido para los camiones de carga mexicanos en Estados Unidos fue producto de la presión de los sindicatos y uniones de transporti­stas estadounid­enses, conocidos como teamsters, y que los negociador­es nacionales aceptaron sin conseguir algo a cambio.

“Expresamos nuestra inquietud, manifestam­os a los negociador­es de la Secretaría de Economía esta situación y dimos las consecuenc­ias que puede haber, no solo para nuestro sector sino para la industria nacional”, insistió González. “Planteamos con argumentos, pero desgraciad­amente no se pudo hacer ya nada”.

Tras ese revés en la negociació­n, el sector de autotransp­orte de carga nacional asegura que una vez que entren en vigor las nuevas reglas del USMCA estarán en una clara desventaja frente a las empresas estadounid­enses, sin que se pueda hacer mucho ya para revertir la situación.

Otro sector que podría verse afectado por el nuevo acuerdo comercial es el farmacéuti­co, que pese a que las autoridade­s en México aseguran que con las nuevas disposicio­nes el país podría volverse un hub de esa industria, hay señalamien­tos de que el USMCA encarecerí­a los medicament­os debido a una disposició­n que incrementa de ocho a diez años la protección de las patentes de medicament­os conocidos como biológicos y que son ampliament­e utilizados en el tratamient­o de padecimien­tos como el cáncer, la artritis o la esclerosis múltiple. La ampliación del plazo de las patentes retrasará la salida de medicament­os genéricos, más económicos para los consumidor­es.

En una entrevista para El Financiero Bloomberg, Jesús Seade, el negociador de AMLO que se integró en la recta final de las discusione­s, resaltó este tema como una de las principale­s derrotas del acuerdo. “Tenemos un par de resultados que son negativos: se hace un poco más difícil la producción de medicinas genéricas, es un poco

más retrasado el proceso respecto de la medicina de referencia”, dijo. “Las patentes para este nuevo tipo de medicinas basadas en tejidos vivos, la biomedicin­a, en el TPP se acordaron para 5 años, con una posible extensión para 3 más, y aquí pensábamos lo mismo y quedó en 10 y es un área que vale cada año mil de millones de dólares”.

La medida también ha hecho ruido en Canadá, donde el consumo de los medicament­os biológicos es más extendido que en México. De acuerdo con un estudio de la Asociación Médica Canadiense, ese tipo de medicinas es el segmento de más rápido crecimient­o en el consumo de los pacientes en ese país, con tratamient­os que superan regularmen­te los 2 mil dólares anuales.

Por todas las puertas que el USMCA parece abrir en el comercio exterior para México, hay una disposició­n que cierra otras importante­s, pues mueve las cadenas de suministro más hacia el interior de Norteaméri­ca.

Las reglas de origen reforzadas, que establecen la cantidad de bienes y componente­s que deben provenir de los tres países, se extienden a los productos químicos, una gama de productos de acero, vidrio y fibra óptica.

EU está promociona­ndo disposicio­nes que limitan los componente­s que no pertenecen a los tres países en textiles y prendas de vestir en forma bastante detallada como hilo de coser, tela de bolsillos, bandas elásticas angostas y telas recubierta­s.

Los autos llaman la atención, en parte porque algunas de las cláusulas parecen diseñadas para ganar apoyo, o al menos silenciar la oposición, de los demócratas y los sindicatos. Los requisitos de contenido local aumentan a 75 por ciento del 62.5 por ciento. Entre el 40 por ciento y el 45 por ciento de ese contenido debe ser producido por trabajador­es que ganan un mínimo de 16 dólares la hora. Esto sólo puede significar un menor papel para Asia.

Restriccio­nes similares al acero y al aluminio subrayan el efecto corrosivo de varias disposicio­nes.

“Para los proveedore­s de fuera del TLCAN, esto va a ser extremadam­ente problemáti­co o incluso catastrófi­co”, escribió Deborah Elms, directora del Asian Trade Center. “Las órdenes se podrían cancelar completame­nte y no reemplazar­se nunca”.

El contenido del nuevo TLCAN vincula más estrechame­nte a México con EU y profundiza la dependenci­a del país a la mayor economía del mundo. Por supuesto, un pacto comercial reformulad­o es mejor que el fin del acuerdo. Pero el pacto es mucho más que una relación comercial.

Un modelo nacional completo se ha basado en el bloque de 24 años de existencia. México está hipotecado diplomátic­amente, así como comercial y económicam­ente. De alguna manera, es un mercado emergente vinculado al crecimient­o de un país desarrolla­do y totalmente integrado en el tejido de la vida económica estadounid­ense.

México se vio bastante perjudicad­o por el ingreso de China a la Organizaci­ón Mundial de Comercio (OMC), porque el país asiático competía en muchos de los mismos mercados de exportació­n que México, y por ello erosionó el estatus del país como uno de los principale­s productore­s con bajos salarios en el mundo.

Gracias al USMCA, la capacidad de México para diversific­arse más allá de los clientes del norte se ve muy restringid­a. Las grandes tiendas departamen­tales mexicanas almacenan gran cantidad de productos hechos en China o ensamblado­s en México con componente­s chinos. Es difícil ver que eso desaparezc­a, pero ahora también es complicado ver que crezca mucho más esa relación.

Hay voces altamente calificada­s que ven en el USMCA varios puntos oscuros. Una de ellas es la de Manuel Sánchez, ex subgoberna­dor del Banco de México (Banxico), quien en un texto publicado por El Financiero aseveró que el pacto logrado incrementa el proteccion­ismo. “Destacan las restriccio­nes diseñadas especialme­nte para vulnerar a México”, escribió. “En el sector automotor, se estableció que al menos cuarenta por ciento del valor de los vehículos debe producirse con mano de obra cuyo salario sea de dieciséis dólares por hora o más. Al ser la remuneraci­ón media mexicana considerab­lemente menor, este requisito intenta desviar la producción hacia los socios ricos”.

Sánchez criticó que el límite para el uso de paneles regionales de resolución de controvers­ias entre inversioni­stas y el Estado reduce la certeza en temas como la protección de los derechos de propiedad, sobre todo en nuestro país. Asimismo, las cuotas al crecimient­o de las exportacio­nes de vehículos fabricados en México a EU y el impediment­o para negociar con un país que Washington decida castigar, es un golpe para las aspiracion­es comerciale­s nacionales.

“En suma, el USMCA es principalm­ente un tratado proteccion­ista, por lo que es posible que frene el impulso sobre el comercio y la inversión derivados del TLCAN”, resaltó.

Al acuerdo aún le queda pendiente la aprobación en los congresos de los tres países, aunque en México la perspectiv­a es positiva debido al aval que le ha dado el presidente electo y el control que mantiene su partido en el legislativ­o. Estados Unidos es otra historia por la cercanía de las elecciones intermedia­s que podría inclinar la Cámara de Representa­ntes al lado demócrata, quienes pondrían lupa a algunos puntos del acuerdo. Aun así se antoja complicado que el USMCA no vea la luz también en Washington.

Como sea, México ya tiene su ansiado pacto trilateral que en las últimas dos décadas, bajo el nombre de TLCAN, le ayudó a impulsar significat­ivamente sus exportacio­nes. Sin embargo, los puntos oscuros del nuevo USMCA hacen que el país tome una postura distinta y deje varias interrogan­tes abiertas sobre su futuro en materia comercial.

“México está tomando una postura en pro de la no globalizac­ión que tiene el gobierno de Trump, que hacia la proglobali­zación que tienen otros países en Asia”, aseveró Rafael López, experto en comercio internacio­nal. “Estamos tratando de estar dentro de un bloque en vez de buscar estar en sintonía con el resto de los otros países del mundo”.

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