Campeche Hoy

En el duelo del futuro

Yypocas veces se puede presenciar una auténtica batalla entre dos futuras estrellas del Hipódromo de las Américas, acá tienen la crónica

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Para mí fue épico cuando terminó de cantar otra de esas rolas de arrabal Lucha Monroy y se anunció la carrera que vine a ver. En serio, el resto del programa no revestía interés para el Centauro, que nutrido por dos hamburgues­as y michelada, observaba las pancartas de Troy de Las Américas con cierto desprecio. Es por lo que estamos ese señor septuagena­rio y yo aquí, en el ensillader­o, con programa en mano: para ver la revancha entre Metro Bús (Cuadra Latina) y Pikudo (Cuadra J-A).

Me gusta pensar que la hípica es épica: que cada buena carrera puede llegar a ser un poema o literatura bastante decente.

Por eso me chuté a los dos cantantes que amenizaban la tarde. Sólo pensaba en las dos estrellas jóvenes. En mi gran imaginació­n, me gustaría que esto fuera como ver a un joven Messi enfrentars­e a un joven Ronaldo, y la verdad quizá sea demasiado crack, pero el deseo de que tanto Metro Bús como Pikudo hagan una carrera estelar me quita el sueño.

Sobre todo porque el patio de juegos de estos dos son clásicos, espero mucho de ellos.

El pasado 19 de agosto asistí a la toma de poder de Metro Bús, con el joven Miguel Ángel Rodríguez al estribo y una victoria de clase en el Clásico Ciudad de México. Pero el sábado fue la revancha. En serio, qué tan fácil puede acabar todo para uno de ellos: si Pikudo se agota otra vez antes del duelo final en recta, ¿no es justo pensar que sólo era llamarada de petate?

Ante todo, ellos toman posición en la barrera, José Ortega, que de un tiempo para acá está intratable como jinete, asoma otra vez en el sillín de Pikudo. Miro a mi alrededor, es un día normal, parece una carrera del montón, sin ceremonia la narra Paquito Posadas. En mi mente, cierro los ojos e imagino cuando Metro Bús ganó el Handicap de las Américas en 2020. Los abro, la realidad. Si tuviera un almanaque como el de Volver al Futuro 2... Pero no tengo nada. Los caballos salen disparados. En serio, parecemos pocos los que nos emocionamo­s por el duelo del futuro. Pikudo sale por delante y crea un rosario de terror para los que lo siguen varios largos atrás.

Nada parece hacerle frente; Chiri Power, otro dosañero que promete, parece incapaz de igualar su primera velocidad. Tal vez tenían razón al ignorar casi esta carrera. No parece haber emoción, sólo el pago puntual de Pikudo hacia su rival, pienso en ello y me emociono. Pero este es un deporte de Reyes. Y Metro Bús sube como la espuma, la recta final parece lo suyo, su ímpetu engulle a Chiri Power y amenaza con destruir al puntero. Cierro los ojos ‘si lo logras, no tendré más dudas de la clase que posees’, me dije.

Pero la pista se acaba, como en los mejores dramas, lo que falta es tiempo, ¡siempre es el tiempo! Unos segundos más y no tengo duda que Pikudo hubiera mordido el polvo. En lugar de ello, el ojo por ojo: Uno ganó el Ciudad de México, otro el Anáhuac. Su historia sigue.

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