EL SANTO EN EL TIEMPO
Rodolfo Guzmán Huerta, quien guardó celosamente una identidad misteriosa hasta el último día de su existencia, marcó un antes y un después en la lucha libre, con capítulos que nunca carecieron de notoriedad a lo largo de un andar siempre siendo parte del pancracio, tan tradicional en esta parte del globo desde los primeros instantes en que se dio la aparición del mismo.
El boom plateado, que pudo sólo limitarse a las Arenas nacionales e internacionales, incluso dio para quedar para la posteridad, en una moda que se mantiene hoy en día, a partir de dibujos animados y letras, también conocidos como cómics.
EL COMIENZO
Fue en aquella zona tan icónica de la capital en donde comenzó su carrera, primero dándole vida a personajes como Hombre Rojo, Enmascarado, Murciélago II y Demonio Rojo, para después adoptar el mote con el que se consagraría en la memoria de los mexicanos: El Santo, nombre con el que debutó en la Arena México de la Colonia Doctores.
La Catedral fue el escenario de su primera vez, pero también el de sus triunfos más sonantes siempre encapuchado, porque esa insignia se la llevó hasta la tumba.
“Debuté a los 16 años. Mi primera lucha fue contra un rival que es réferi ahora, Eduardo Palau. Y en una desaparecida Arena, Anáhuac, y después salté a la México, pero a la Arena vieja, no a la moderna, ahí debuté como El Santo”, contó alguna vez Guzmán. Y el bando, tan básico para quienes deciden ser parte del mundo de las llaves y los costalazos, tuvo como primer camino el de las marrullerías, pues optó por ser devoto de las rudezas, aunque después enmendó la ruta, para enarbolarse como uno de los mejores técnicos de todos los tiempos.
Y fue después de conquistar los ensogados que nadie imaginara, que en 1952 su vida dio un giro cuando comenzó a publicarse la historieta Santo El Enmascarado de Plata ¡una aventura atómica!, de José Guadalupe Cruz. Se imprimía cada semana y llegó a ser tan popular que vendía cerca del millón de copias; de gladiador a superhéroe, al nivel del Hombre Araña, Batman, Superman.
Sin ceder la preciada tapa, y después de tomar como muy suyas La Quebradora, La de a Caballo — creación de Salvador Gory Guerrero— y La Plancha, en 1982 puso fin a su carrera.