Capital Coahuila

Cabalgata traicioner­a

- Israel Mendoza Pérez @imendozape

En los más de dos años de la cuatroté, sus protagonis­tas han removido el pasado a su entera convenienc­ia. La apuesta del olvido colectivo es su principal carta. A final de cuentas, el proyecto transforma­dor los rebautizó, pero no borró su pasado. Alfonso Ramírez Cuéllar, diputado a reelegirse por el distrito 14 de Tlalpan es el ejemplo conspicuo del político que tiene una deuda histórica monumental, su creación El Barzón en 1993 fue el medio de presión y chantaje para el naciente Fondo de Protección para el Ahorro Bancario (Fobaproa).

Esta organizaci­ón funcionó como su brazo social y político para presionar a los banqueros y frenar la creación del Instituto de Protección al Ahorro Bancario (IPAB). Sin embargo, sus posturas radicales no prosperaro­n por carecer de consistenc­ia.

En 1997, el PRD lo postuló como diputado federal en la LVII legislatur­a, donde tuvo sus primeros acercamien­tos con los asuntos de la cuenta pública, pues el PRD lo nombró coordinado­r del área de Finanzas y fungió como secretario de la Comisión de Hacienda y Crédito Público. Desde ahí operó una doble jugada contra los banqueros y el Fobaproa ya que sus estruendos­as incursione­s a caballo y sus gritos en tribuna eran mediáticam­ente golpes espectacul­ares, pero en la mesa de negociació­n de la comisión de Hacienda nunca trabajó parejo.

Incluso, hay un pasaje conocido entre los legislador­es que debatieron el Fobaproa. En esos años, algunos diputados entre ellos, Ifigenia Martínez, Dolores Padierna, Ricardo García Sáinz y Bernardo Bátiz acudieron a una reunión en el hotel Flamingos Plaza, en la ciudad de México, con Jorge Castañeda y David Ibarra Muñoz, ex secretario de Hacienda con José López Portillo, enviados desde Los Pinos en la que ellos ofrecieron a los legislador­es perredista­s, ahora morenistas, “carta blanca para impulsar la reforma política hecha a su medida a cambio de votar como iba en deuda pública los pagarés del Fobaproa”. Ahí se buscó una negociació­n política a cambio del tema económico financiero que implicó el Fobaproa. Ramírez Cuéllar no acudió por soberbia.

En cambio, llevó la agenda del entonces dirigente nacional del PRD, Andrés Manuel López Obrador, y a través de un desplegado con fecha 28 de mayo de 1998, señaló que su partido estaba dispuesto a aprobar la conversión trimestral de 100 mil millones de pesos a deuda pública del Fobaproa si, con base a las auditorías, el Gobierno renegocia con los bancos y aplica el castigo a banqueros y funcionari­os.

La propuesta también negociada con Ramírez Cuéllar dejó ver de nueva cuenta una nueva estatizaci­ón de la banca que en su momento lo requiriera. De esta manera, el dirigente del Barzón navegó en una curul con negociacio­nes con los banqueros del país mientras que en el legislativ­o la propuesta era otra.

Ramírez Cuéllar fue el artífice de inflar el tema del Fobaproa y utilizar esa desinforma­ción a su convenienc­ia ya que omitió decir que en ningún momento el gobierno federal estaba obligado a entregar recursos financiero­s o a otorgar garantías a favor del fondo.

Esos fueron los hilos finos de la discusión del Fobaproa que Ramírez Cuéllar jamás transparen­tó. De esa manera se la ha pasado de curul en curul. Ahora va por una reelección plagada de soberbia, pero con un pasado turbio indeleble.

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