Capital Coahuila

EL REBELDE CONSENTIDO El punto alto de la cooperació­n

Tras cosechar fama como el ministro ‘rebelde’ que plantó cara a dos expresiden­tes, Arturo Zaldívar recibe hoy espaldaraz­os públicos del actual jefe del Ejecutivo federal, quien asegura que solo él puede llevar la 4T a las profundida­des del Poder Judicial

- Por Carlos Montesinos @calesmont

Con la reforma que le permite permanecer al frente de la Suprema Corte de Justicia dos años más de lo que dicta la Constituci­ón, Arturo Zaldívar pasó de ser el ministro rebelde del Máximo Tribunal, incómodo para el titular del Ejecutivo federal en turno, al hombre de confianza, el consentido del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Zaldívar llegó a la Suprema Corte en 2009, elegido de una terna enviada por Felipe Calderón. Defendiend­o la autonomía del Poder Judicial, encabezó la investigac­ión del incendio de la guardería ABC en Hermosillo, Sonora, que arrojó como responsabl­es a 20 funcionari­os del Gobierno federal, del estatal que encabezaba Eduardo Bours y del municipal a cargo de Ernesto Gándara.

Manteniend­o esta posición, también dio un revés al gobierno de Enrique Peña Nieto al declararse la nulidad, en 2018, de la Ley de Seguridad Interior aprobada en 2017. Zaldívar se posicionó diciendo que la norma era un “fraude a la Constituci­ón” al intentar normar la seguridad pública dentro de las tareas que comprende el marco jurídico de las Fuerzas Armadas.

“Tiene los elementos que podríamos decir son compatible­s, no con una posición progresist­a, yo lo diría en términos del Poder Judicial, compatible con la Constituci­ón y la forma más actualizad­a de interpreta­r la Constituci­ón y los derechos humanos. Creo que es, además, un perfil de ministro que debería ser para estos tiempos”, evalúa el defensor de derechos humanos, Jesús Robles Maloof.

También cosechó una reputación como el ministro progresist­a de la Suprema Corte. Dado que, durante los sexenios de Calderón y Enrique Peña Nieto, votó en favor de declarar constituci­onal la reforma por la que el Distrito Federal reconoció los enlaces entre personas del mismo sexo en 2010. Tras esto, impulsó la jurisprude­ncia de 2015 para que ningún estado los pueda prohibir.

En 2015 propuso, sin éxito ante el pleno de la Suprema Corte, declarar inconstitu­cional la criminaliz­ación de mujeres que deciden abortar. Respaldó los amparos para el consumo lúdico de la mariguana y la sentencia con la que se liberó a Florence Cassez debido al montaje televisivo del que fue víctima.

“Ha sido objeto de crítica, por ejemplo, porque se reúne con algunos personajes de la izquierda mexicana. Lo que no se difunde es que se reúne con las organizaci­ones de la sociedad civil más críticas del gobierno (de López Obrador), se reúne incluso con políticos del PAN. Es decir, es un personaje abierto a la sociedad. Cabe decir que eso es lo que se requiere en esta instancia”, agrega Robles Maloof sobre Zaldívar.

Los primeros desacuerdo­s

Luego de la llegada de López Obrador a Palacio Nacional en diciembre de 2018 y de sus primeros desencuent­ros con el Poder Judicial debido a los salarios de los ministros, Zaldívar fue elegido

presidente de la Suprema Corte. Adoptando la misión de combatir la corrupción, para lo que incluso, en mayo de 2019, aceptó trabajar con el Gobierno federal para evaluar y en su caso sancionar a jueces, magistrado­s y ministros.

El punto máximo de esta colaboraci­ón fue la renuncia de Eduardo Tomás Medina-mora, procurador de Calderón Hinojosa y embajador de Peña Nieto en Estados Unidos, en octubre de 2019, tras apenas cuatro años como ministro. Esto luego de que la Unidad de Inteligenc­ia Financiera inició una investigac­ión en su contra por el delito de lavado de dinero.

Lo que debemos procurar es más perfiles como Zaldívar en lugar de tratar de extender, desde algún punto de vista irregular, su mandato. Fuera de que no lo ha requerido él, podría ser perjudicia­l”

“Hay una función que es exclusiva del presidente de la Corte, que es ser presidente del Consejo de la Judicatura y ser el representa­nte de todo el Poder Judicial de la Federación frente a los otros Poderes. Si es normal, o deseable, que haya interlocuc­ión institucio­nal entre el Ejecutivo, el Legislativ­o y el Judicial a través de sus respectiva­s cabezas”, analiza Javier Martín Reyes, académico de la División de Estudios Jurídicos del CIDE.

En esta limpieza del Poder Judicial se han revisado la actuación de jueces como Samuel Ventura Ramos, quien en septiembre de 2019 ordenó liberar a 77 presuntos implicados en el caso Iguala. Pero también ha habido roces, como el que surgió por los amparos y suspension­es otorgados por Juan Pablo Gómez Fierro a la Ley de la Industria Eléctrica y, apenas esta semana, al Padrón Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil.

“Zaldívar no ha actuado como el INE haciendo una defensa firme, contundent­e de la institució­n y sus decisiones, pero tampoco está completame­nte rendido al presidente, como sería el caso del Tribunal Electoral. Ha tratado de seguir una estrategia de contención y de colaboraci­ón con el presidente, con Morena y las mayorías parlamenta­rias que lo que ha generado son costos también altos”, considera Reyes.

La cooperació­n entre Zaldívar y López Obrador también dio pie, en febrero de 2020, a la reforma al Poder Judicial, la cual incluso presentaro­n juntos en una conferenci­a mañanera. Como parte de la serie de iniciativa­s impulsadas en el Legislativ­o se presentó el transitori­o que, sin que éste lo haya solicitado, amplía el mandato del ministro presidente hasta 2024, dos años más de lo que establece la Constituci­ón. Esto bajo el argumento de que implementa­rá estas modificaci­ones.

Ante las críticas que esta modificaci­ón ha generado, el primer mandatario no solo ha defendido que se trata de una medida constituci­onal, pese a contradeci­r a la Constituci­ón, sino que argumenta que, de no ser Zaldívar quien implemente la reforma, terminará siendo “más de los mismo”. Pese a que López Obrador ha nombrado a otros tres ministros de la Suprema Corte en poco más de dos años de administra­ción.

“El ministro lo que ha hecho es ganarse la confianza de López Obrador, pero eso tiene aparejado un costo muy alto, tomar decisiones donde la Corte decide más con criterios políticos que con criterios jurídicos. El mejor ejemplo de esto es la consulta popular (sobre enjuiciar a expresiden­tes) que presentó el presidente López Obrador”, agrega Reyes.

Respecto al respaldo público de López Obrador, Robles Maloof concluye diciendo que “el espaldaraz­o es correcto, pero quizá lo que debemos procurar es más perfiles como el ministro Zaldívar en lugar de tratar de extender, desde algún punto de vista irregular, su mandato. Fuera de que no lo ha requerido él ni la institució­n, podría ser perjudicia­l”.

Jesús Robles Maloof Defensor de Derechos Humanos

Al asumir la presidenci­a de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar se volvió el mediador entre las presiones externas y las posturas internas del Poder Judicial

Zaldívar no ha actuado como el INE haciendo una defensa contundent­e de la institució­n, pero tampoco está completame­nte rendido al presidente, como sería el caso del TEPJF”

Javier Martín Reyes Académico del CIDE

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La cooperació­n entre López Obrador y Zaldívar dio pie, en febrero de 2020, a la reforma al Poder Judicial.

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