Capital Coahuila

SANA CONTRA LAS MUJERES

- Por Karina Vargas @lula_walk

La implementa­ción de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública afecta de manera desmedida a las mexicanas, datos de organizaci­ones revelan que existe un empleo sistemátic­o y focalizado de violacione­s a los derechos humanos por cuestión de género; la tortura sexual es una de ellas

Las Fuerzas Armadas, siendo una institució­n tan opaca y de difícil acceso acerca de qué están haciendo y cómo lo están haciendo afecta más a que las víctimas tengan acceso a la verdad, la justicia y la reparación” Frida Ibarra Abogada de MUCD

El INEGI reveló que en 2015 aproximada­mente 97 mil mujeres mayores de 15 años fueron violentada­s por militares o marinos

Mientras la militariza­ción del país avanza, las violacione­s a los derechos humanos aumentan, las principale­s víctimas de las Fuerzas Armadas son las mujeres.

Valentina Rosenda Cantú, mujer indígena de la comunidad me’phaa fue víctima de violencia sexual por parte de miembros del Ejército mexicano cuando salió a lavar ropa a un arroyo cerca de su casa en el municipio de Acatepec, Guerrero. Tenía 17 años.

Su caso se reportó el 16 de febrero de 2002, 34 días antes del de Inés Fernández Ortega, el 22 de marzo, mujer de la misma comunidad que también fue asaltada sexualment­e por militares que allanaron su domicilio ubicado en Barranca Tecuani.

Ambos casos fueron denunciado­s ante las autoridade­s mexicanas por casi dos décadas, y respaldado­s por instancias como la Organizaci­ón del Pueblo Indígena Tlapaneco/me’phaa (OPIM), el Centro por la Justicia y el Derecho Internacio­nal (CEJIL), y el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinoll­an A.C.

En 2010, la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos condenó al Estado mexicano por lo sucedido con Valentina Rosendo; no obstante, fue hasta 2018 que los militares acusados de violentarl­a y torturarla sexualment­e recibieron una condena de 19 años en prisión. El caso de

Fernández Ortega aún sigue en investigac­ión.

De acuerdo con el informe “Violencia de género en pueblos indígenas” del CEJIL, el caso de Valentina Rosendo Cantú dio pauta para el desarrollo de los términos “tortura sexual” y “violencia sexual castrense”, una práctica que arroja cifras alarmantes y a la alza en la actualidad.

Datos recabados por la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), realizada por última vez en 2016 por el Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (INEGI), revelan que en 2015 aproximada­mente 97 mil mujeres mayores de 15 años fueron violentada­s por militares o marinos.

La encuesta señala que el 13.7 de las mujeres reportó haber sufrido manoseos, tocamiento­s, arrimones o levantones de ropa; 19.7 por ciento declaró haber sufrido patadas, golpes, pellizcos y empujones; 18 por ciento de las mujeres afirmó haber sido vigiladas, y 4 por ciento reportó violacione­s e intento de violacione­s por parte de los militares.

Más violentos que la policía

La organizaci­ón México Unido Contra la Delincuenc­ia (MUCD) denunció en el estudio “La militariza­ción de la seguridad pública: impidiendo la construcci­ón de un México más seguro y en paz” que estas no son las únicas violencias ejercidas por militares contra las mujeres, pues existe evidencia que comprueba que los elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y de la Secretaría de Marina (Semar) actúan de manera más violenta y arbitraria en comparació­n con las policías.

Por ejemplo, 41 por ciento de las mujeres que fueron arrestadas por integrante­s de la Marina fueron víctimas de violación, en comparació­n con el 5 por ciento de los hombres. De igual forma, de las mujeres arrestadas por el Ejército, 21 por ciento fue víctima de violación, en contraste con el 5 por ciento de los hombres.

“La tortura sexual es específica­mente relevante en las mujeres”, anuncia Frida Ibarra, abogada y coordinado­ra de la serie de MUCD.

La naturaleza patriarcal de esas institucio­nes nos explica la relación de las policías y los militares con las mujeres” María Teresa Martínez Trujillo Profesora-investigad­ora del Tecnológic­o de Monterrey

De este modo, señala que es apremiante prestar particular atención a las agresiones vinculadas a la militariza­ción en contra de las mujeres, ya que están interconec­tadas con el sistema patriarcal que impera en el país.

Indica que hay que hablarle a la ciudadanía sobre el impacto diferencia­do y desproporc­ional de la militariza­ción en la vida de este grupo poblaciona­l y recordar que el Estado tiene obligación reforzada de prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres y los factores que pueden exacerbarl­os.

“No vamos a salir del tema de violencia hacia las mujeres si no observamos también la militariza­ción de la seguridad pública, que ha cambiado las dinámicas y la intensidad con la que la violencia hacia las mujeres se ejercía antes”, denuncia.

MUCD reporta que, en este sentido, desde el inicio de la llamada “guerra contra las drogas”, los homicidios de mujeres no solo aumentaron, sino que cambiaron de dinámica e intensidad. De 2007 a 2018, la tasa de asesinatos pasó de ser de 1.9 mujeres por cada 100 mil a 5.4 sucesos.

La Guardia Nacional

Con la implementa­ción en 2019 de la Guardia Nacional, con mando militar, como parte de la estrategia de seguridad, las violacione­s a los derechos humanos se han mantenido, aunque su cuantifica­ción no ha sido transparen­tada al punto de poder medir el impacto en hombres o mujeres.

No obstante, las cifras de mujeres asesinadas en 2019 (3 mil 824, diez cada día) guardan relación con este fenómeno de acuerdo con el estudio “Dos Guerras” de la organizaci­ón civil Intersecta en el que analizan las formas de violencia contra las mujeres a causa del machismo y de los efectos colaterale­s de la militariza­ción.

Entre estas caracterís­ticas subraya el incremento de los homicidios con arma de fuego y en escenarios públicos: “A medida que aumentan los enfrentami­entos, los homicidios aumentan”, indican.

Por su parte, el Informe 2020/21 de Amnistía Internacio­nal: “La situación de los derechos humanos en el mundo”, documenta el caso de Jéssica

Silva, de 35 años, quien murió a manos de la Guardia Nacional en la ciudad de Delicias, Chihuahua, cuando los elementos abrieron fuego contra el vehículo en el que regresaba de una protesta de agricultor­es por los derechos sobre el agua.

El esposo de Jéssica resultó herido de gravedad en el ataque. La Guardia Nacional declaró al principio que sus efectivos habían repelido un ataque armado, pero posteriorm­ente admitió que el ataque contra la pareja había sido un “accidente”. La Fiscalía General de la República detuvo a seis agentes de la institució­n por su relación con los ataques.

El Sistema Nacional de Alerta de Violación a los Derechos Humanos de la CNDH informó que de enero a diciembre de 2020, el organismo recibió 359 quejas en contra de la Sedena por supuestas violacione­s a sus derechos humanos, mientras que la Guardia Nacional acumuló 350 quejas en su contra.

Dentro de las violacione­s cometidas por elementos de la Guardia Nacional se encuentran detencione­s arbitraria­s, retencione­s ilegales, tratos crueles, inhumanos y degradante­s, torturas y acciones y omisiones que transgrede­n los derechos a los migrantes y de sus familiares.

En este contexto, las distintas perspectiv­as del impacto de la militariza­ción en la vida de las mujeres apuntan, invariable­mente, a un desequilib­rio de poder y una desproporc­ionalidad en el uso de la fuerza y la violación de los derechos humanos. De ahí que, MUCD insista en que: “Es urgente que se analice y se planteen alternativ­as para transitar a un modelo de seguridad pública civil que incluya la sensibiliz­ación y la perspectiv­a de género”.

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