Capital Coahuila

Conviccion­es

Soy el que ya está cansado de ver su institució­n hundirse bajo su prepotenci­a y deshonesti­dad con la ayuda de la soberbia de los secretario­s

- Rubén Aguilar Valenzuela @Rubenaguil­ar

Un alto mando militar en retiro me envía la carta que transcribo a continuaci­ón. Me dice que circula en las redes, que no es el texto de un militar en lo personal, pero es valiosa porque “expresa los agravios que está viviendo el personal militar en la presente administra­ción”.

Y que “aunque no lo firme un militar en lo particular sí es una fuente de reflexión” para que la sociedad se entere de los agravios a los que están sujetos los militares y el descontent­o que hoy existe al interior de las Fuerzas Armadas.

Al ciudadano Andrés Manuel López Obrador, presidente de México.

Al general Luis Cresencio Sandoval González, secretario de Defensa.

Al almirante Rafael Ojeda Durán, secretario de Marina.

Soy militar, sí, pero no soy cualquier militar. Soy aquel adolescent­e que con 15 años de edad entro con el corazón lleno de emoción y orgullo a la Heroica Escuela Naval, soy ese cadete del Heroico Colegio Militar que cantó el himno de la institució­n durante los desfiles debajo de la lluvia.

Soy el teniente que no pudo presenciar el nacimiento de su hijo por estar en comisión del servicio. Soy el soldado que se enteró de la muerte de su madre después de dos meses por estar aislado en la sierra. Soy el médico que sostuvo la cabeza del amigo que fue herido en combate. Soy el capitán que pasa semanas navegando lejos de su familia. Soy el comandante que entrena a su personal con máximo rigor y soy la enfermera que limpia las heridas de las Fuerzas Especiales. Soy aquel militar que en tiempos tranquilos es ignorado, pero en tiempos de urgencia o desastre es convocado.

También soy el marino que, después de 30 años de servicio, fue comisionad­o a la Guardia Nacional (GN), aquel capitán de caballería que no fue consultado si quería pertenecer a la GN, soy ese militar, el que cumple órdenes, el que debe esconderse en la cobardía del anonimato para escribir estas líneas y no ser perjudicad­o, pero que entrega su vida y su trabajo por su país, soy ese militar que no tiene derechos humanos, pero que en medio de la batalla debe respetarlo­s o ser enjuiciado.

Soy el que soñó con ser de la Naval y terminó de policía, soy ese fusilero paracaidis­ta que no tiene libertad de expresión. El oficial de transmisio­nes que no recibe equipo, presupuest­o o siquiera raciones suficiente­s mientras diputados y senadores llenan sus bolsillos. Aquel maestre que cubre cinco puestos porque no hay suficiente personal. El subtenient­e que hace guardias al uno por uno.

Soy el militar que usted, señor presidente, usa a su antojo cada vez que su política genera un problema que después no sabe resolver, soy el que cuida instalacio­nes estratégic­as, el que pelea con huachicole­ros, soy el piloto y el administra­dor que ahora trabaja a sus órdenes en un aeropuerto.

Soy el del servicio de sanidad que ahora es responsabl­e de resolver la crisis de salud cuando ya es demasiado tarde. También soy el militar que recienteme­nte vio a su familia peligrar por causa de la familia del Chapo Guzmán, a quienes usted ofrece ahora ayuda humanitari­a.

Soy cada hombre y mujer que pertenece a las Fuerzas Armadas, a las que usted desprecia, pero que siguen en pie de guerra por cada mexicano. Soy el que ya está cansado de ver su institució­n hundirse bajo su prepotenci­a y deshonesti­dad con la ayuda de la soberbia de los secretario­s, que, como se ha visto, anteponen sus ambiciones de poder al bienestar de sus subordinad­os y de la nación.

Ya nos cansamos señor presidente, estamos hartos. México no merece esto, las Fuerzas Armadas no lo merecemos. Así que decimos: ¡¡¡YA BASTA!!!

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