Sin esperanza desde el extranjero
puedan prosperar. El poder que tiene el presidente, el consenso que tiene en la población, es más que evidente de cara a las elecciones, y las protestas surgen más en el extranjero principalmente por parte de gobiernos europeos que en el interior; en términos políticos veo complicado que cambie el panorama”, comenta la doctora.
Si bien existe una figura de oposición bastante vocal fuera de Rusia, como Mikhail Khodorkovsky, quien después de ser liberado de prisión partió al exilio y fundó una organización de defensa a la persecución política, dentro de Rusia, la mayoría de los opositores se encuentran en prisión. El periodista Vladimir Kara-murza, por ejemplo, se encuentra cumpliendo una pena de 25 años de prisión en una institución similar a donde se encontraba el propio Navalny. Actualmente continúa su activismo tras las rejas.
La doctora Trujillo explica que a pesar de que al exterior la oposición rusa juega un papel importante, dentro del país no cuenta con las bases para competir contra la popularidad de Vladimir Putin, cuya gestión es aprobada por el 85 por ciento de la población, de acuerdo a sondeos de opinión realizados en enero de este año.
“(La poca recepción a ideas opositoras) se debe a varios factores: Uno de ellos es la posición de poder que tiene el presidente, pues su propia Constitución le da poderes por encima de lo común, otro factor es la figura de Putin, un político que trae a Rusia a la escena internacional y reordena el Estado después de un proceso de transición post Guerra Fría muy complicado, y, finalmente, la persecución que hay hacia los opositores, ya que en Rusia hay poca tolerancia a voces disidentes”, anota la académica.
Debido a estos factores, la catedrática ve como una posibilidad lejana el establecimiento de una nueva generación de opositores que enfrenten a un régimen que ha consolidado el poder por más de dos décadas, especialmente porque aunque algunos partidos de oposición amenazan la esfera pública, el margen de acción que tienen y la población a la que interpelan son muy pequeños.
“Con la mayor parte de la oposición rusa en el exilio o en prisión es difícil saber a qué electorado le hablan, pues hay un cierto sector que está en desacuerdo con el tiempo que lleva Putin en el poder y pueden también desaprobar lo que está sucediendo en la guerra contra Ucrania, pero en su mayoría la gente aprueba su gestión porque trajo estabilidad y crecimiento económico, y la cúpula económica y política es cercana a él”, declara Trujillo.
A pesar de que líderes europeos y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, han condenado la muerte de Navalny y han señalado a Putin de tener algo que ver, la doctora Alba Graciela Cabriada, internacionalista e investigadora de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán de la UNAM, opina que poco puede hacer la comunidad internacional al respecto.
“Más allá de visibilizar la condición de Putin como dictador, (la comunidad internacional) no puede hacer gran cosa, ya que es una forma de política propia. Los rusos decidieron cómo gobernarse y a nivel internacional podemos realizar condenas y expresar los valores típicos de la democracia, como libertad y libres elecciones, pero esta forma de gobierno le ha servido a Rusia para ser lo que es hoy y vincularse más allá de las críticas es difícil”, comenta Cabriada.
Con las elecciones rusas a poco menos de una mes de distancia, Putin tiene asegurados otros seis años en el poder y la muerte de Navalny no parece ser un factor a considerar para la gran mayoría de votantes; sin embargo, tanto Trujillo como Cabriada coinciden que el futuro del país se encuentra en vilo pues la edad del presidente trae a la conversación la formación de cuadros que puedan sustituir su presencia una vez que él ya no pueda continuar al frente de Rusia.
Fue en Moscú, San Petersburgo y más de media docena de ciudades rusas, donde simpatizantes de Alexei Navlany se manifestaron por su muerte