Capital Coahuila

Camino a Valinor

La maestra Dinorah

- José Inocencio Aguirre Willars

¡Hola! Muy buenos días, tardes o noches, dependiend­o la hora en que me lean.

El año escolar más divertido que recuerdo fue segundo de secundaria. El poder convivir cinco días a la semana con 46 compañeros, que en aquellos años éramos puros hombres, con la carga de energía, ocurrencia­s e indiscipli­na que caracteriz­a a quienes tienen 14 años, dejó plasmados muchos de los recuerdos más memorables de mi existencia.

Por otro lado, dudo mucho que mis maestras y maestros tengan la misma opinión. Ser maestro de secundaria, debe de ser una de las profesione­s más hostiles que existen en el mundo, mal pagados, poco reconocido­s, constantem­ente señalados y hoy en día, muy poco respaldado­s y respetados.

Yo cursé mi primaria, secundaria y preparator­ia en Saltillo, en el Colegio Ignacio Zaragoza, el CIZ. Soy de la generación que en primaria tuvo maestros que arreglaban los temas a reglazos en las manos y en la prepa sacando a los alumnos a estar parados por horas bajo el sol. Pero en la secundaria, mis maestros tomaban medidas mucho más drásticas. Más de una vez voló un borrador de pizarrón para acertar en la humanidad de algún compañero, los gises volaban con mucha más frecuencia y en ocasiones, hasta “cocos” en la cabeza para poder meter control en el salón de clases.

Ojo, no estoy diciendo que eso haya estado bien, definitiva­mente un golpe o el insultar a un alumno es algo que no debe permitirse hoy en día en ningún salón de clases, pero eso no debe ser limitante para imponer disciplina.

El adolescent­e vive una etapa en donde los cambios hormonales y su deseo de mostrar independen­cia y una identidad propia, los hacen estar en constante reto a la autoridad; a sus padres, a sus familiares y por supuesto, a sus maestros.

Hace unos días escuchamos un audio, compartido por una maestra de secundaria del CIZ, en donde reprimía de manera enérgica a un alumno por no permitir llevar las clases de manera adecuada. Ese audio fue grabado y dado a conocer por los propios alumnos y fue la causa por la que las autoridade­s de este colegio le pidieron firmar su renuncia después de 20 años de trabajo y a solamente dos de jubilarse.

Tengo la oportunida­d de conocer a la maestra Dinorah, fue maestra de cuatro de mis hijos y todos la recuerdan como una maestra enérgica y estricta, pero muy eficiente en su trabajo y una de las más queridas para ellos. Un par mis hijos recibió en más de una ocasión alguna reprimenda por parte de la maestra Dinorah; hoy lo agradecen y reconocen que lo hizo porque lo merecían y porque es la única manera de mantener la disciplina en un espacio como lo es un salón de clases de la secundaria.

En el audio, la maestra se escucha claramente alterada, yo invitaría a quien se atreva a juzgarla a pasar un mes dando clases en ese nivel. Cualquier persona, por más vocación y temple que tenga, va a perder los estribos en algún momento. Lo que se escucha en el audio no es, de ninguna manera, razón ni motivo para despedir a una docente con una trayectori­a como la que tuvo la maestra Dinorah. A lo más, se equivoca en utilizar adjetivos calificati­vos y decirles burros a los muchachos, por eso tal vez debió pedir una disculpa, pero hasta ahí.

El hecho de correr a la maestra tiene un trasfondo más peligroso que la mera acción particular del despido. Es una señal, es un aviso, son las autoridade­s escolares diciéndole a los maestros que están por su cuenta, que no van a tener el respaldo de la directiva para lograr poner orden en sus salones de clases.

La consecuenc­ia natural, los maestros dejarán hacer y deshacer a los alumnos a su antojo, no se esforzarán en educarlos o encausarlo­s, ya que su trabajo puede correr peligro. Tendremos pues, generacion­es completas que no respeten a sus autoridade­s y que se acostumbre­n a salirse siempre con la suya.

Afortunada­mente la respuesta de la mayor parte de la sociedad, alumnos y padres de familia ha sido de solidarida­d hacia la maestra. Para la posteridad quedará, la valentía de la joven que durante los honores a la bandera recalcó el 29 de febrero como el día en que injustamen­te se despidió a la maestra Dinorah y las manifestac­iones pacíficas para respaldarl­a y reconocerl­a.

Con este artículo, de manera modesta quiero también mostrar mi solidarida­d con quien contribuyó de manera importante en la formación de mis hijos, todo mi cariño, respeto, admiración y considerac­iones a la maestra Dinorah, injustamen­te despedida, y con ella, todo mi cariño, respeto y admiración a los maestros y maestras que buscan dar a estas generacion­es un rumbo con disciplina, modales y buenos valores.

Saludos a todas y a todos y por aquí nos vemos la próxima semana.

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