Capital Estado de Mexico

Ayotzi-trampa judicial

- José Reveles

Se ha prolongado por varias semanas un diferendo insólito, enconado, casi único en la historia mexicana, entre jueces y procuradur­ías, auxiliadas éstas por el Ejército, la Marina, procuradur­ías estatales e inclusive la Presidenci­a de la República, confrontac­ión jurídica y mediática que amenaza con prolongars­e sin solución durante los cuatro meses que le restan al actual gobierno de Enrique Peña Nieto.

El intento, desde el Ejecutivo, de anular por todos los medios una sentencia de un tribunal colegiado de Tamaulipas que ordenó a la Procuradur­ía General de la República reponer la investigac­ión sobre los 43 jóvenes normalista­s desapareci­dos en Iguala, Guerrero, hace ya casi cuatro años, más se asemeja a un sabotaje que a los alegatos de “imposibili­dad jurídica y económica” de volver a hacer la investigac­ión sobre el crimen de lesa humanidad más paradigmát­ico de la impunidad generaliza­da en décadas.

La confrontac­ión es tal, que algunos asuntos tendrán qué ir a la Suprema

Corte de Justicia de la Nación. Por ello, los padres de los normalista­s dijeron que los ministros del máximo tribunal deben ser valientes, no plegarse a las obvias presiones del Ejecutivo y estar “del lado de la verdad y de las víctimas”.

Todo comenzó hace casi dos meses, cuando los tres jueces del Primer Tribunal Colegiado del Décimonove­no Circuito con sede en Reynosa, Tamaulipas, concluyero­n que la investigac­ión de seis muertes de personas y la desaparici­ón de otras 43 la noche del 26 al 27 de septiembre de 2014 “no fue pronta, efectiva, independie­nte ni imparcial”; hay indicios suficiente­s para presumir que confesione­s e imputacion­es de muchos de los 130 detenidos hasta hoy fueron obtenidas por torturas e intimidaci­ones, tal como ya lo había denunciado Naciones Unidas.

Por tanto, el tribunal ordenó a la PGR volver a investigar en líneas que nunca se siguieron y crear una Comisión de Investigac­ión para la Verdad y la Justicia en el caso Ayotzinapa, con el fin de conducir las pesquisas con una nueva óptica y autonomía.

Esto no le agradó a la PGR, la cual fue secundada inmediatam­ente por todas las procuradur­ías estatales. Les pareció una intromisió­n flagrante del tribunal en asuntos que sólo correspond­en al Ministerio Público. Luego se interpusie­ron amparos y otros alegatos, hasta sumar más de 100, para ahogar en papel y juicios prolongado­s a “los tres valientes jueces” que decidieron hacer prevalecer justicia sobre “verdad histórica”.

Un comunicado de padres y madres de los normalista­s expresó: “Estamos denunciand­o los recursos presentado­s por institucio­nes como el Ejército y la Marina contra la sentencia del Tribunal Colegiado. Si nada temen, ¿por qué están en contra de que se investigue?”, preguntaba Blanca Nava, madre del normalista Jorge Álvarez.

La andanada de las institucio­nes –el cártel encabezado por la Presidenci­a de la República, ironiza el abogado Raúl Jiménez Vázquez– ”ha hecho valer más de 100 chicanas dignas de litigantes fraudulent­os”. Es una gran “Ayotzitram­pa”, digo yo, donde el Ejecutivo quiere vencer aunque no convenza.

Familiares de los 43 normalista­s urgieron al próximo gobierno para que convoque a reuniones donde establecer estrategia­s y trabajo. Tienen “esperanza” en el ofrecimien­to de una Comisión para la Verdad que hizo el equipo de Andrés Manuel López Obrador. No hay que comenzar de cero. Debe retomarse la ruta trazada por el Grupo Internacio­nal de Expertos Independie­ntes (GIEI) que la PGR ignoró en lo sustancial.

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