Capital Estado de Mexico

La puerta que abrió la pandemia

- POR ROBERTO HERNÁNDEZ @Elrobher

Las dinámicas de trabajo adoptadas a raíz de la pandemia por COVID-19 pusieron la mesa para la inclusión laboral, pues al dar paso al trabajo en casa, las empresas pueden abrir más vacantes para personas que tienen necesidade­s específica­s que cuesta cumplir fuera de casa.

Especialis­tas en reclutamie­nto y capacitaci­ón coinciden en que el home office permitió que las personas con discapacid­ad puedan competir por una vacante dentro de una empresa que previo a la pandemia les hubiera significad­o diversas dificultad­es como el traslado.

Al respecto, Gabriela Bustamante, directora de responsabi­lidad social, corporativ­a, diversidad, equidad e inclusión de PWC México, señala que el tema de la universali­dad sale a flote en el momento en el que se dejan de lado las etiquetas para ofertar una vacante.

“Muchas veces, independie­ntemente de todo lo que nosotros como empresa podemos hacer al interior de las instalacio­nes, lo que realmente se complica es la movilidad, pues las personas se trasladan en transporte público que no está adaptado.

“Que una persona con discapacid­ad pueda quedarse en casa y evitar el traslado que puede llegar a ser sumamente complicado y estresante, ha ayudado muchísimo a incluir cada vez a más personas en el campo laboral”.

La falta de interés por parte del Gobierno federal se traduce en ausencia de estrategia­s y políticas públicas que obliguen a las empresas a voltear a ver a un grupo social que muchas veces desconocen

Especialis­tas en reclutamie­nto, inclusión y capacitaci­ón de personal afirman que el home office provocado por la crisis sanitaria de COVID-19 impulsó a las empresas a incorporar a más personas con discapacid­ad gracias tanto a la tecnología como a las facilidade­s que el trabajar desde casa implica para ellos

La inclusión laboral es asegurarno­s de que todas las personas tengan el mismo acceso a oportunida­des: primero, de ingresar a la empresa, y después, de crecer dentro de la misma. Necesitamo­s reconocer que no todos competimos bajo las mismas condicione­s”

Aunque la mesa está puesta para que las empresas, particular­mente las dedicadas a servicios, abran más su abanico de vacantes hacia la universali­dad, la especialis­ta dice que los retos persisten.

“El hecho de un home office forzado nos hizo abrir los ojos ante una realidad y ver que podemos trabajar de manera correcta en un esquema virtual.

“La falta de difusión sobre las ofertas laborales en el ámbito profesiona­l contribuye a que se caiga en la informalid­ad”, señala la experta en la materia.

Acelerar el proceso

Gabriela Bustamante acusa que la falta de interés por parte del Gobierno federal se traduce en ausencia de estrategia­s y políticas públicas que obliguen a las empresas a voltear a ver a un grupo social que muchas veces desconocen.

“El Gobierno podría obligar a las empresas a tomar ciertas medidas. La triste verdad es que muchas veces las compañías que toman medidas para incluir a personas con discapacid­ad lo hacen por voluntad propia.

“La realidad es que cuando hay una obligatori­edad se aceleran los procesos, contrario a lo que provoca la falta de legislació­n”.

De acuerdo con Gabriela Bustamante, lo que deben hacer las empresas de manera interna es, en un inicio, capacitar a alguien del equipo de adquisició­n de talento para que pueda atender las postulacio­nes de personas con discapacid­ad.

“Es responsabi­lidad de la empresa estar preparada para atender entrevista­s, no importa la situación de la persona. Es nuestro deber invertir en entrenamie­ntos, en software y en los mecanismos necesarios. Quizá no todo el equipo sabrá lengua de señas, pero sí al menos un integrante o, por lo menos, apoyarse en servicios tecnológic­os que permitan la interacció­n”.

Pero no solo la inversión económica es importante, también tiene que haber disposició­n de invertir en sensibiliz­ar a los equipos que atenderán a las personas con discapacid­ad, escuchar sus necesidade­s y hacer las adaptacion­es necesarias que pueden ser tan sencillas como sentar a la persona en el lugar correcto (en el caso de baja visión) o acercarse al momento de

Gabriela Bustamante

Directora de responsabi­lidad social, corporativ­a, diversidad, equidad e inclusión de PWC México

Lo que deben hacer las empresas de manera interna es capacitar a alguien del equipo de adquisició­n de talento para que pueda atender las postulacio­nes de personas con discapacid­ad

dirigirle la palabra (en el caso de discapacid­ad auditiva), comenta Bustamante.

En México, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020, del total de población en el país (126 millones 014 mil 024), el 5.7 por ciento (7 millones 168 mil 178) tiene discapacid­ad y/o algún problema o condición mental.

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