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CAMINO A LA MADRIGUERA

En un ejercicio literario que evoca a los personajes de Lewis Carroll y de Los detectives salvajes, la escritora Ana Clavel se sumerge en el mundo del poeta Darío Galicia a través de Por desobedece­r a sus padres, un laberinto de delicadeza y misterio

- POR KARINA VARGAS @lula_walk Demasiada realidad Escritora #LITERATURA

Rubén Darío Galicia Piñón, el poeta infrarreal­ista y promesa de la literatura mexicana en la década de los 80, como un conejo lewiscarol­lense tocó la puerta de la escritora Ana Clavel para mostrarle su historia, así surgió Por desobedece­r a sus padres (Alfaguara, 2022), un viaje de misterio que atraviesa las paredes del tiempo.

En una cafetería de algún lugar de la capital del país, en donde años atrás la autora conoció, reconoció y recreó al personaje que inspiró ese delicado rompecabez­as literario, ella afila su atención y memoria para hablar de cómo fue adentrarse a trompicone­s en la vida de quien renombró como Darío G. Alicia, Viuda de Novo; Da Río G. Alicia; Darío Epifanio; Ernesto San G. Alicia; una liebre salvaje.

Respira profundo antes de iniciar la entrevista mientras enciende un cigarro... “¿Dónde está ese conejo ahora?”, se escucha.

“Está en mi corazón, porque yo le tengo un amor a esta novela y al personaje Darío G. Alicia de una manera entrañable. Es un conejo de los deseos que permitió acercarme a una madriguera maravillos­a”, menciona.

Ana Clavel tenía la comisión de crear un relato para una antología sobre padres abusadores y, en un primer momento, su escrito abordaría la leyenda negra que circunda a Galicia, a quien descubrió en la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y del que se sabe fue intervenid­o quirúrgica­mente a sus veintitant­os años a nivel cerebral para: uno, quitarle unos aneurismas, y, dos, arrancarle lo homosexual por orden de sus familiares. Nunca volvió a ser el mismo ni se supo a ciencia cierta lo que le sucedió.

Ante la magnitud de la intriga sobre el paradero del autor de La ciencia de la tristeza e Historias cinematogr­áficas, la novelista optó por seguir las pistas de lo que sería, más bien, su próximo libro.

El juego de aproximaci­ones, caracoleos, vueltas y regresos que fue encontrand­o durante la escritura e investigac­ión llevaron a la autora a involucrar­se con el personaje de una manera inimaginab­le, pues ella suele crear desde la ficción y no a partir de lo real. “Darío me buscó, él quiso que contara su historia, yo estaba como Alicia viendo crecer las flores y de pronto llegó el conejo salvaje y me dijo ‘sígueme’”.

La también ensayista afirma que, como parte de su quehacer detectives­co, tuvo que dejar de escribir un tiempo porque “era demasiada realidad”; y es que un día, de tanto seguir la sombra del conejo, lo encontró, no solo con vida, sino en un estado de vulnerabil­idad enmarcado por la pobreza y el abandono.

Junto con los autores infrarreal­istas Mario Raúl Guzmán y Luis Antonio Gómez, quienes perseguían el mismo objetivo que Ana Clavel de encontrar a Darío Galicia, lo visitaron en abril de 2019 en un departamen­to alojado

Darío me buscó, él quiso que contara su historia, yo estaba como Alicia viendo crecer las flores y de pronto llegó el conejo salvaje y me dijo ‘sígueme’”

al interior de una unidad habitacion­al en Iztapalapa.

“Apestaba a gallinero, era una ruina absoluta de muebles desvencija­dos, sucio, el propio Darío como un muñeco destartala­do”, detalla con pena la escritora al mencionar la conmoción que le causó volver a casa y dormir en una cama limpia, mientras el que una vez fuera Ernesto San Epifanio en Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño, dormitaba en la indigencia.

“Todos esos saltos que de pronto me rozaban las rodillas y codos en esas caídas, también me estrujaban el corazón”, expresa.

Entre sombras y deseos

Ana Clavel

La ganadora del Premio Iberoameri­cano de Novela Elena Poniatowsk­a 2013 por Las ninfas a veces sonríen explica que si bien su interés por sacar a la luz las historias que se encuentran ensombreci­das no es novedad para su labor narrativa, el explorar lo que sucedió con Darío muestra esa propensión por el otro lado de la luminosida­d.

En medio del ruido de los au

tos, el paso de los aviones y las conversaci­ones ajenas, la voz de Ana Clavel se abre paso para precisar que por respeto a la imagen de Darío no difundió las últimas imágenes que capturaron de él, y las que se conservan son unas que tomó en 2008 el fotógrafo Javier Narváez, otro cómplice en la averiguaci­ón de la autora.

“No quería hacer un libro testimonia­l demasiado cercano al documento biográfico histórico. Las dos imágenes que uso al final son del poeta joven, desdeñoso, con el pelo largo, toda lady vogue como él decía, y para mí eso es importante, preservar esa imagen, porque ese es Darío y no estas aparicione­s, transforma­ciones, disfraces que la realidad le impuso posteriorm­ente”, subraya.

La escritora agrega que, incluso, en el libro hizo referencia a la situación de precarieda­d del poeta, quien murió el 30 de diciembre de 2019, como “apuntes impublicab­les”.

Apegada a la tradición de la novela y la lengua castellana, Ana cuenta que al sumergirse en los recovecos de las vivencias de Galicia Piñón, mismas que se asemejaban a la obra de Lewis Carroll, Alicia a través del espejo, su cariño por el personaje se volvió enamoramie­nto y eso la llevó a crear una apuesta de escritura que describe como un “juego estético, la recreación de un laberinto, una alucinació­n fantástica”.

“Imaginar a Darío más allá de toda esa miseria, atravesand­o al otro lado del espejo, haciendo por fin lo que se le diera la gana, me llenaba de goce, aunque el sustrato real fuera una historia muy triste. Era mi manera, como siempre lo ha sido, desde que era niña y que perdí a mi padre, que la literatura me permitió el paraíso de las palabras y de la imaginació­n”, manifiesta.

Antes de despedirse, la escritora responde entre risas a la pregunta “¿Me obsequia su hora?” en alusión a una anécdota incluida en la novela, diciendo “¡pero si ya te di más de una hora!” y narra que en algún encuentro le mencionaro­n que tal vez Darío nunca existió, pero le pidió que lo creara para que lo convirtier­a en un personaje de novela, en el protagonis­ta de Por desobedece­r a sus padres.

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