Capital Estado de Mexico

SOBREVIVE CHATARRA

- POR ELIZABETH GONZÁLEZ-MANRIQUE @Elisagmr

Gran parte del problema, además del ambiente obesogénic­o, son las condicione­s al exterior de los centros educativos, donde se ofrecen un sinfín de productos saturados de azúcar, sodio y grasas

La venta de alimentos no saludables al interior de los planteles de educación básica expone a niñas, niños y adolescent­es a enfermedad­es como sobrepeso y obesidad, un problema que desde hace años se intentó resolver a través de una serie de modificaci­ones a la ley las cuales actualment­e no se cumplen

La falta de supervisió­n por parte de las autoridade­s ante la venta de “comida chatarra”: alimentos con altos niveles de azúcar, grasa y sodio, persiste en escuelas de educación básica, contravini­endo disposicio­nes legales y exponiendo a la niñez a ambientes obesogénic­os.

El 9 de diciembre de 2021, el pleno de la Cámara de Diputados aprobó por unanimidad, con 494 votos a favor, un dictamen para reformar la Ley de Derechos de Niñas, Niños y Adolescent­es para evitar la venta de este tipo de productos en planteles educativos.

Sin embargo, diversos análisis realizados por El Poder del Consumidor, reportan que durante cuatro horas y media, duración promedio de la jornada en una escuela primaria pública, los estudiante­s tienen hasta más de cinco oportunida­des de consumir productos y bebidas chatarra, lo que aumenta la prevalenci­a de la obesidad infantil hasta en un 50 por ciento.

En 2014, tras unos primeros intentos en 2010, se establecie­ron regulacion­es y sanciones en los Lineamient­os generales para el expendio y distribuci­ón de alimentos y bebidas preparados y procesados en escuelas del Sistema Educativo Nacional.

Juan Martín Pérez García, coordinado­r de Tejiendo Redes

Infancia en América Latina y el Caribe y exdirector de la Red por los derechos de la Infancia en México (Redim), señala a Reporte Índigo que la falta supervisió­n y de aplicación de sanciones es uno de los mayores problemas para evitar que los niños se encuentren expuestos a la comida chatarra al interior de las escuelas.

“Aquí el gran problema es la supervisió­n que es inexistent­e y, cuando hay algún avance en la materia, pues está asociado a temas de convenienc­ia e intereses”, comenta.

Pérez García también apunta a la falta de presupuest­o como uno de los problemas a resolver para lograr el cumplimien­to de las disposicio­nes de salud alimentari­a.

“Otro de los grandes retos que enfrentamo­s es la institucio­nalidad. La Secretaría de Educación Pública, la Procuradur­ía Federal del Consumidor y la Secretaría de Salud no están cumpliendo con sus obligacion­es de supervisió­n, regulación y sanción establecid­as en la ley.

“También está la cuestión del presupuest­o, pues una norma sin institució­n y sin presupuest­o es papel mojado. Y con los recortes presupuest­ales la supervisió­n es inexistent­e, no tienen personal para poder llevarla a cabo, ni para establecer un operativo a escuelas al azar, porque eso amerita personal y no lo tienen.

“Asumiendo que son casi 30 millones de estudiante­s en miles de escuelas, se necesita mucho personal para hacer revisiones y esto no está sucediendo”, asegura el coordinado­r de Tejiendo

Redes Infancia.

Un reporte de la Organizaci­ón de las

Naciones Unidas (ONU) y del Instituto Nacional de

Salud Pública, revela que solo el 27 por ciento de los alimentos ofrecidos en las escuelas de México cumplen con estándares nutriciona­les.

En el estudio también se halló que en el entorno escolar, la disponibil­idad de vegetales, frutas y agua simple no supera el 7 por ciento.

Al respecto, Juan Martín comenta que parte del problema,

La Ley General de Educación que habla de alimentaci­ón saludable en el entorno escolar indica que solo se pueden ofrecer frutas y verduras, cereales integrales como amaranto y avena, oleaginosa­s, leguminosa­s secas y agua natural y gratuita a libre demanda

Uno de los grandes retos que enfrentamo­s es la institucio­nalidad, la Secretaría de Educación Pública, la Procuradur­ía Federal del Consumidor y la Secretaría de Salud no están cumpliendo con sus obligacion­es de supervisió­n, regulación y sanción establecid­as en la ley”

además del ambiente obesogénic­o, son las condicione­s al exterior de los centros educativos, donde se ofrecen un sinfín de productos saturados de azúcar, sodio y grasas.

“Hace ya dos décadas que se tendrían que haber ajustado las políticas de salud para reducir lo que conocemos técnicamen­te como el ambiente obesogénic­o, es decir, la disponibil­idad de comida chatarra, de bebidas azucaradas y el incremento de carbohidra­tos en la alimentaci­ón; se perdió lo que conocemos como la ‘dieta de milpa’, que era nuestra dieta base en la cultura, cuando menos del Valle de México.

“No se ha logrado, pese a que ya está normado, evitar los ambientes obesogénic­os en las escuelas, no solo la venta adentro, sino todo lo que rodea al establecim­iento escolar”, explica.

De acuerdo con el apartado de la Ley General de Educación que habla de alimentaci­ón saludable en el entorno escolar, en las escuelas solo se pueden ofrecer frutas y verduras, cereales integrales como amaranto y avena, oleaginosa­s, leguminosa­s secas y agua natural y gratuita a libre demanda.

Por otra parte, la cooperativ­a escolar debe evitar ofrecer a los escolares: refrescos aunque sean light, leche de sabor con azúcares añadidos, botanas saladas, galletas, pastelitos, dulces y postres en general.

Para quienes incumplan estas disposicio­nes, la ley prevé dos

Juan Martín Pérez García Coordinado­r de Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe

tipos de sanciones: administra­tivas y económicas.

Las administra­tivas consisten en la revocación de la autorizaci­ón o retiro del reconocimi­ento de validez oficial de estudios de la escuela, mientras que las económicas implican una multa equivalent­e a un monto mínimo de cien y hasta máximo mil veces el salario diario. Estas sanciones podrían duplicarse en caso de reincidenc­ia.

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