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La sequía azota a África

- PABLO ABUDIZ @pabundiz21 ¿A qué se debe la sequía en la región?

Al sur del continente, países enteros declaran estados de emergencia y piden ayuda a institucio­nes internacio­nales por una serie de malas condicione­s climáticas que han puesto en riesgo el alimento de millones de personas; problema que deberían enfrentar sus gobernante­s

Los presidente­s piden ayuda a organizaci­ones internacio­nales, como el PMA o la USAID, que hacen lo que pueden por llevar alimentos, pero no basta con estar pidiendo estos fondos si los gobernante­s no son responsabl­es de su población”

Zimbabue, Zambia y Malawi son tres de los países de la región sur de África cuyas cosechas se han visto afectadas por el cambio climático y el alza en las temperatur­as provocado por el fenómeno conocido como El Niño.

Zimbabue fue el último país en declarar un estado de emergencia; acción que tanto Zambia como Malawi tomaron a nales de marzo pasado. De acuerdo con el presidente zimbabuens­e, Emmerson Mnangagwa, se estima que su país necesita dos mil millones de dólares en asistencia humanitari­a para solventar la crisis que atraviesa.

Mnangagwa responsabi­lizó a la sequía producida por

El Niño de lluvias debajo del promedio en 80 por ciento del territorio; llamó a organizaci­ones internacio­nales, negocios locales e iglesias, a aportar ayuda humanitari­a y aseguró que la prioridad para su país es asegurar alimento. “Ningún Zimbabuens­e debe sucumbir o morir de hambre”, declaró el presidente.

En opinión de José Luis Gázquez, doctor en Relaciones Internacio­nales y Estudios Africanos y miembro del Programa Universita­rio de Estudios sobre Asía y África (PUEAA) de la UNAM, los riesgos para la población de estos países pueden ser catastrófi­cos debido a una doble amenaza climática.

“Paradójica­mente no son nada más sequías sino también inundacion­es y el impacto que están teniendo en la producción agrícola. Debido a que los niveles de lluvia son impredecib­les, las consecuenc­ias de ambos fenómenos se van nutriendo y se vuelven círculos viciosos en donde el cambio climático afecta de manera más pronunciad­a a estos países donde escasea el alimento y los medios para conseguirl­o”, anota el académico.

El Niño es un fenómeno natural cíclico debido al calentamie­nto de las aguas del Océano Pacíco, donde de cada dos a ocho años provoca lluvias torrencial­es en Sudamérica, en particular de Ecuador a California. Los estragos provocados por este fenómeno se presentan en todo el mundo, en África se maniestan con un menor promedio de lluvias, pero este año ha sido el peor del que se tiene registro.

El doctor Gázquez apunta que si bien la falta de alimento en esta región del continente no es un fenómeno reciente, los gobiernos de estos países han declarado emergencia en ocasiones anteriores, lo particular del fenómeno actual es la simultanei­dad con la que el desastre

José Luis Gázquez

Miembro del Programa Universita­rio de Estudios sobre Asía y África de la UNAM

Zimbabue depende de la asistencia del Programa Mundial de Alimentos de la ONU para alimentar a su población

azota a los tres Estados, por lo que afecta a una población aún más grande.

Si bien los eventos meteorológ­icos han jugado un papel importante en la escasez de comida en la región, ciclos de lluvias torrencial­es seguidos de largas sequías se han hecho comunes en esa zona del continente, tanto que Zimbabue no ha sido capaz de procurar alimentos a su población desde hace más de 20 años.

Desde entonces, Zimbabue depende de la asistencia del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para alimentar a su población. Tan solo este año, el PMA ha entregado alimento a 2.7 millones de personas en el país. Pese a ello, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacio­nal (USAID) estima que la ayuda para esta región del continente se extenderá todo este 2024 e inicios del siguiente.

La mayoría de los 15 millones de habitantes de Zimbabue, 60 por ciento, vive en zonas rurales y subsiste en una economía de autoconsum­o en la que solo el excedente de sus cosechas se comerciali­za en el mercado. Aunado a ello, tradiciona­lmente los primeros meses del año las provisione­s de grano de las familias rurales se encuentran en sus últimas reservas en espera de la siguiente cosecha; sin embargo, este 2024 se espera que el país produzca 1.1 millones de toneladas menos que el año pasado.

Problemas climáticos y perjuicios económicos

La reducción en el •ujo de alimento era un evento esperado. A –nales del año pasado, Zimbabue reportó siembras en tan solo 95 mil de las 465 mil hectáreas aprovechab­les, debido a ello, el Banco Mundial calcula que este año el sector agrícola del país se reduzca un 4.9 por ciento, lo cuál aminorará el crecimient­o económico del país para pasar de una proyección del 5.5 por ciento a 3.5, de acuerdo con la institució­n –nanciera.

En opinión del académico de la UNAM, los factores geográ–cos y los lastres económicos heredados de la colonizaci­ón, proceso del cual el continente salió en la última mitad del siglo pasado, continúan siendo un obstáculo que propicia la falta de alimentos, la poca capacidad para hacer frente a los cambios climáticos y la propagació­n de enfermedad­es.

“El modelo económico que se adoptó cuando estos países eran colonia estaba enfocado en satisfacer a la metrópoli, lo que establecía modelos extractivo­s que trajeron devastació­n a la región. Cultivos que se planeaban a corto plazo para generar ganancias sin importar la degradació­n del suelo. Ese sistema extractivi­sta de materias primas y productos agrícolas se ha mantenido en su etapa independie­nte y ha afectado no solo los suelos sino también los sistemas de captación de agua, lo que ha provocado que el modelo ya no sea productivo”, señala el especialis­ta.

Para el catedrátic­o, el modelo neoliberal y extractivi­sta que impera en la región no ha logrado combatir la pobreza y la desigualda­d, al contrario, la ha profundiza­do y son las élites políticas de estos países quienes se bene–cian de él.

“Quienes gobiernan estos países son parte del problema al legitimar este sistema económico. Los presidente­s piden ayuda a organizaci­ones internacio­nales, como el PMA o la USAID, que hacen lo que pueden por llevar alimentos, pero no basta con estar pidiendo estos fondos si los gobernante­s no son responsabl­es de su población. Podrían unirse con otros países para que estos modelos económicos cambien y no sean víctimas de la depredació­n de sus recursos, mayor control sobre ellos sería de mucha ayuda en la medida que se disponga de la producción y comerciali­zación de sus bienes y no dependan tanto de las exportacio­nes”, concluye el doctor Gázquez.

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