EN EXCLUSIVA: EDUARDO ABAID REVELA SU PASIÓN POR EL TERROR.
Halloween no es lo mismo que Día de Muertos, y tampoco es un culto a la maldad. Vestido de vampiro gótico, Lalo revela su gusto por el terror. “En esta vida nada es bueno y nada es malo; quienes le damos el calificativo a las cosas somos los seres humanos
A sus 40 años de edad, Eduardo administra la emblemática plaza Pabellón Parotti, lugar que estuvo de moda en los noventas, cuando albergaba marcas como Scalibur y Blockbuster. “Con la quiebra de Blockbuster se perdió la parte más importante del entretenimiento”, lamenta.
Donde ahora está el café, había un Telepizza. La pizzería se cerró cuando la compañía entró en disputa, cinco años pagaron la renta sin abrir al público. “Cuando yo llegué me encontré hornos, mesas, una cámara frigorífica y planchas de mármol para amasar”, narra Abaid.
Aprovechando esa infraestructura, la familia abrió Java Café en 2007, espacio que ha impulsado la renovación de la plaza. “La gente ya nos conoce por el entretenimiento. Hemos hecho cosas de llamar la atención con la decoración, sobre todo durante Halloween y Navidad, época que yo llamo el Rococó Decorativo”, dice.
Para mediados de octubre, la plaza ya está llena animatrónicos. El más antiguo de ellos es la bruja, adquirida en McAllen, Texas en 2006. El más raro de todos, Michael Myers, valuado por sus condiciones en los mil 500 dólares.
Las figuras más horrendas están ocultas en la casita; para llegar a ellas hay que atravesar el cementerio, mientras corre un cuento de terror. Esta escenografía le ha servido a Eduardo para organizar su tradicional fiesta de Halloween.
“Antes era una fiesta familiar, era sentarnos a cenar disfrazados, para tomar chocolate y comer pie de calabaza. Ahora tiene 150 invitados y dura hasta las 12 del día siguiente”, comenta.
Inspirado en Hocus Pocus, el DJ se disfraza de esqueleto. Las canciones pop del momento las combina con soundtracks de películas de horror y la gente baila, está en el mood. “Todo mundo se esfuerza cañón por su disfraz, se hacen maquillajes en la cara impresionantes.
“El año pasado vino Regan del Exorcista con todo y cama. Otro vino vestido de sacerdote y la estaba exorcizando, era genial. Ha venido Chucky, un indio Tomahawk, Pennywise mujer, ¡te querías morir! Es un carnaval. El requisito es el disfraz riguroso”, invita.
No es otra cosa más que una celebración al horror. “Estamos jugando a la fantasía. Tienes que darle ese enfoque de ficción, que esto lo hagas para convivir con tu familia, con tus hijos. Si tú le quieres dar esa forma de culto o evocación satánica, algo se va a volver negativo forzosamente”, advierte.
Así también, la Navidad, con excelentes intenciones se puede transformar en algo horrible: el consumismo exacerbado y la falta de valores.
“Tienes que creerte el personaje que estás representando. Si te disfrazas de Michael Myers, tienes todos los poderes que implica”.