PEDRADASY PEDRAZOS
No hay día que no se llegue, ni plazo que no se cumpla. Ayer terminaron las campañas electorales federales y locales. Se acabaron las Pedradas verbales. Por supuesto, la elección que tiene encima todos los reflectores es la de Presidente de la República, porque implica que a partir del 1 de diciembre y durante los próximos seis años, tendremos un nuevo titular del poder político, al que deberemos acostumbrarnos, tanto a escuchar con frecuencia su nombre en noticieros y mensajes oficiales, como a mentalizar que debemos sacarnos de la cabeza el nombre del mandatario saliente, ese que nos representó también en el extranjero durante todo este tiempo. Son procesos que ocurren cada seis años, como parte del ejercicio de la democracia, ese instrumento legal que impide las dictaduras mediante la rotación del mando del Poder Ejecutivo a través de elecciones libres y organizadas por un ente ciudadano: el Instituto Nacional Electoral, en ciclos de 72 meses. Atrás deben quedar el encono y la rivalidad. Los contendientes deberán reconocer que jugaron con piso parejo, reglas claras e igualdad de circunstancias. Porque este domingo toca a los ciudadanos hacer lo suyo: ejercer el voto por quienes consideren al candidato más preparado para llevar las riendas del país. El tiempo de los Pedrazos en los mitines y los debates se terminó y es el momento de las definiciones. Seguramente ya todos tomamos una decisión y hay que reflejarla en la boleta. Hay que votar, si queremos tener luego el derecho a reclamar. Votemos, vamos temprano a la casilla a sufragar, antes de que alguien lo haga por nosotros.