PEDRADASY PEDRAZOS
Llega septiembre y conforme transcurre el mes, llegan las efemérides de las peores catástrofes naturales: el terremoto del 19 de septiembre de 1985 en Ciudad de México; el huracán Gilberto en Nuevo León en 1988 y los sismos del año pasado, el 7 y el 19 de septiembre que abrieron las viejas heridas, pero también dejaron nuevas y dolorosas marcas con tantas vidas perdidas y tantos daños. Y no sólo los recuerdos dolorosos nos golpean, porque en el caso particular de San Pedro, las lluvias intensas de los últimos días caen como Pedradas, porque aunque no haya granizo, sí nos arrastran literalmente con las inundaciones en Gómez Morín, con los peligros de las calles convertidas en ríos, con edificios afectados gravemente, como el del Hospital Zambrano Hellion que nos reclaman la falta de un buen drenaje pluvial. Como que va siendo tiempo de que el impuesto predial que pagamos los sampetrinos se destine a realizar las obras necesarias para evitar este tipo de vergüenzas para una ciudad calificada como de las mejores para vivir en todo el continente. Pronto pasarán las lluvias y seguiremos en la dinámica de seguir con el proyecto de los museos y de seguir pensando que tenemos el mejor concepto de desarrollo urbano. ¿Será acaso que necesitamos víctimas, como ocurrió con el huracán Gilberto hace 30 años para reaccionar y hacer lo que tenemos que hacer para evitar estas vergonzosas inundaciones? No hay que esperar a que la realidad nos golpee como si fueran Pedrazos para poner remedio a lo que hoy tiene solución. Si llegan a perderse vidas, lo de más, será lo de menos. Hay qué hacer algo pronto y no esperar a que la realidad nos alcance…