El presidente de la Fundación Jumex
No es fácil conseguir una entrevista con Eugenio López Alonso.
vive entre México y Los Ángeles, y en el ínter viaja por el mundo visitando galerías y museos, reuniéndose con dealers, curadores y artistas. No estoy exagerando, la vida del heredero de uno de los imperios empresariales más importantes de México gira en función del arte; lo sé por lo que me han contado sus allegados y lo constato cuando veo cómo se le transforma la cara y la voz cuando platica sobre la obra de sus artistas favoritos o el momento que vive el y guardaespaldas, además de la gerente de comunicación del museo. Toda su gente lo conoce a la perfección, llevan entre 15 y 20 años trabajando con él, saben sus hábitos, gustos y manías. Lo tratan con respeto, pero sobre todo con lealtad y cariño. La cita es en las oficinas de presidencia de Grupo Jumex, en la misma calle del museo, en Polanco. Una imponente obra de
uno de los precursores del minimalismo, nos recibe en la entrada. En el pasillo que lleva a su oficina encuentro tres cuadros de la serie del belga-mexicano
tras su escritorio, un enorme tablero de Castro Leñero; en la sala de consejo, una fotografía de
un por allá. Así es la colección de Eugenio López, de las 3,200 obras que la conforman, el gran hilo conductor es su gusto personal y su intuición.
Se habla mucho sobre si los coleccionistas compran para especular con el mercado del arte, pero no es su caso. “Cuando comencé, compraba las piezas que me fascinaban, nunca pensando en cuánto iban a subir, sino más bien rezando por que no bajaran, porque si no mi papá me iba a matar. Para mí,