EL ARTE DE DIRIGIR DESDE EL CORAZÓN
Luego de ser nombrado director del Ballet de Monterrey, platicamos con Yosvani Ramos, quien comparte su perspectiva sobre este nuevo rol y cómo enfrentarlo tras los años de carrera como bailarín.
YOSVANI, CON UNA TRAYECTORIA QUE ABARCA PRESTIGIOSAS INSTITUCIONES Y ESCENARIOS, ¿CUÁL HA SIDO LA EXPERIENCIA MÁS SIGNIFICATIVA QUE HAS ADQUIRIDO PARA APLICAR AHORA EN EL BALLET DE MONTERREY?
Antes que nada, considero que el panorama tanto social como del ballet ha evolucionado con el tiempo. Anteriormente, los artistas solían ser percibidos como simples productos. En la actualidad, creo que existe un cambio en esta percepción social, y es algo que deseo integrar gradualmente, especialmente en términos de humanidad. Quiero tratar a los artistas como los seres humanos que son, ya que todos rendimos mejor cuando somos valorados y reconocidos.
TOMANDO ESTO COMO REFERENCIA, ¿QUÉ MEDIDAS CONSIDERAS NECESARIAS PARA PRESERVAR EL AMOR POR EL ARTE ENTRE LOS BAILARINES Y EVITAR QUE LO PIERDAN?
En primer lugar, trato de trabajar de manera inteligente, es decir, distribuyendo las oportunidades de participación entre todos los integrantes de la compañía en momentos diferentes. Como ex bailarín reciente, entiendo las emociones y desafíos que enfrentan los artistas, y es por eso que abogo por una cultura de aprecio y reconocimiento. Quiero que se sientan valorados, no sólo como intérpretes en el escenario, sino también como contribuyentes al proceso creativo. Es un trabajo que es bien difícil, física y mentalmente es agotador, y mi papel es estar ahí para ofrecer apoyo y aliento constante. No permito que nadie subestime sus propias capacidades; mi objetivo es mantener altas sus expectativas y motivarlos a mejorar continuamente.
VIVIENDO AHORA COMO DIRECTOR, ¿CÓMO TE SIENTES AL ESTAR DEL OTRO LADO TOMANDO LAS DECISIONES Y TRAZANDO EL RUMBO A SEGUIR?
De mi lado es complicado, ya que las decisiones que tomo no siempre van a satisfacer a los 57 bailarines. Recuerdo las palabras de mi último director artístico en Colorado, me preguntaba si estaba seguro de asumir esta responsabilidad, puesto que no es un trabajo fácil. Sin embargo, procuro no perder de vista mi experiencia como bailarín. Aunque ahora estoy del otro lado, intento no convertirme en un director excesivamente estricto. Es crucial recordar que, incluso después de 20 años, aún soy capaz de ponerme en sus zapatos. A veces, cuando algo sale mal, los bailarines pueden sentirse frustrados, pero también comprendo que tengo muchas responsabilidades en mente, como aprenderme toda la coreografía. Por eso, busco mantener una relación cercana con ellos y seguir pensando como ellos.