Mónica Said
Nos vestimos de rosa en honor al mes de la lucha contra el cáncer de mama, en el que homenajeamos a las valientes que han vivido esta situación, en especial reconocemos a Mónica, quien ha convertido la adversidad en oportunidad superando el cáncer.
Creció en medio de una gran familia con seis hermanos y dos padres amorosos, de quienes aprendió el amor por la familia, la honestidad, la bondad, la humildad, el respeto a los demás y la Fe en Dios. “Soy una persona optimista, con buen sentido del humor, me apasiona la música, el baile y la playa, disfruto cada instante sobre todo pasar el tiempo con mi marido, mis hijos, familiares y amigos”. Todo comenzó en el 2010 cuando se detectó una bolita en el busto, su esposo Alfonso la llevó a hacerle estudios de mamografía y ultrasonido, el resultado fue un pequeño tumor. No perdió el tiempo y esa semana le hicieron una biopsia con cuadrantectomía. “El patólogo reportó células cancerígenas y dijo que era necesario realizar otra cirugía, Poncho y Mary mi hermana, sabiendo que soy muy nerviosa, decidieron no decirme nada hasta haber hecho citas en México con Oncólogos especialistas en mama”. El saber que tenía cáncer le angustiaba mucho por la incertidumbre del que iba a pasar. “El no saber si sobreviviría me llenaba de pánico, pasaron muchas cosas por mi mente. Algo esencial en mí y superar el miedo fue aferrarme a Dios, la fuerza de la oración me ayudó a sostenerme de pie en esos difíciles momentos, aprendí lo más valioso de la vida, no es lo que tenemos, sino a quién tenemos a nuestro lado”. Llegando a México el oncólogo le explicó que había dos opciones, ampliar la cuadrantectomía para extirpar la parte cancerosa o someterse a la mastectomía radical del seno, una difícil decisión. “Con el respaldo de Poncho me decidí por la segunda opción. Después de la operación, viene la segunda parte, la peor, te entra la depresión, te sientes incompleta, fea, mutilada y al verte así, agudiza la sensación de estar pasando por algo muy grave, pero hay que seguir adelante y cambiarte el chip inmediatamente, sacudirte los pensamientos negativos, agradecer que tienes vida y pedirle a Dios fuerzas para poder sobrellevar esta dura prueba”. Enseguida empezaron los chequeos cada tres meses, después cada seis, en ese ínter se sometió a la reconstrucción de la mama con resultados excelentes.
“En el 2015 cumplí cinco años, ahora me realizo los exámenes una vez al año, cada que se acerca el chequeo me vuelve a invadir el miedo, pero con el amor de mi familia y con mucha fe sé que todo estará bien”. A pesar de tener pensamientos positivos le preocupaba su esposo y sus hijos, en ese tiempo Viví tenía 10 años y José 14 años, así que no podía rendirse. “Ellos fueron mi principal motor, también mis familiares y amigos, a quienes les agradezco infinitamente el acompañamiento, sus muestras de cariño y sus oraciones, pues me hicieron sentir muy querida”. Su principal sueño es tener salud para ver crecer a sus hijos y nietos. “Vivo el hoy, valoro más la vida y disfruto las cosas más simples, me sacudo las malas energías. Hago lo que más me gusta y si eso me hizo feliz aumento la dosis, sé que la felicidad solo depende de mí”.