Corredor Industrial

Muerte de mujer

“Las mujeres no son inherentem­ente pasivas o pacíficas. Son inherentem­ente seres humanos.” Robin Morgan

- Sergio Sarmiento

El asesinato de Mara Fernanda Castilla me ha indignado. Todo homicidio preocupa, pero el de una estudiante de 19 años que es objeto de abuso sexual y estrangula­da irrita hasta lo más profundo y genera exigencias ya no de justicia sino de venganza. Tristement­e, no es el único caso de una mujer asesinada. Hace unos días un amigo reportaba en su página de Facebook la muerte de Rosi de Diego, una madre atacada fuera de una sucursal bancaria en el centro comercial Plaza Colorines en Huixquiluc­an, Estado de México. Este homicidio ha sido reportado como un intento de asalto, pero no hay certeza. Por una razón u otra, cada día son asesinadas más de siete mujeres en nuestro país. En 2016 fueron víctimas de homicidio doloso 21,159 hombres y 2,735 mujeres (INEGI). La gran diferencia es que muchos hombres mueren en riñas y ajustes de cuentas entre ellos. Los hombres han sido más violentos que las mujeres desde la época de las cavernas. Muchas de las mujeres, en cambio, son asesinadas por abuso de los hombres, que las consideran débiles, inferiores, simples juguetes que deben someterse a la voluntad masculina. En el caso de Mara, como en los de tantas otras mujeres, han surgido voces que acusan a la víctima. Que si no debió ir a la fiesta, que si no debió beber, que si no debió salirse sola de la reunión. Muchos piensan todavía que la mujer es culpable de la violencia sexista y que debe permanecer recluida, o bajo protección masculina, para no provocar a los hombres. Algunas voces exigen que se castigue a la empresa, Cabify, para la que trabajaba el homicida, Ricardo Alexis Lópex. ¡El verdadero culpable debe ser una empresa capitalist­a y extranjera! El propio gobernador de Puebla, José Gali, ha dicho que está decidiendo si cancela o no el permiso de operación. Nadie exige, sin embargo, la desaparici­ón de otros sistemas de transporte público --microbuses o taxis-- en que se producen ataques similares.

Valeria, la niña de 11 años, fue violada y asesinada en junio por un chofer de la Ruta 40 de Nezahualcó­yotl, mientras que El Coqueto violó y mató a varias mujeres en la Ruta 2 de Valle Dorado a Chapultepe­c. Al abuso y muerte de Mara, hay que añadir los intentos de algunos grupos políticos por aprovechar la tragedia para promover sus causas. A lo que no podemos cerrar los ojos es al aumento de homicidios dolosos. En 2007 se registraro­n en nuestro país 8,867 muertes por esta causa, de las cuales 1,083 fueron de mujeres. Nueve años después, el número de homicidios dolosos fue 2.7 veces mayor. El de mujeres ha aumentado 2.5 veces. Ahí está el meollo del problema. La violencia homicida está subiendo en lugar de disminuir. Algunos homicidios generan más atención que otros. El pasado 2 de mayo fue asesinado un niño de dos años en la carretera México-Puebla por unos huachicole­ros que, además, violaron a su madre y a una menor.

El de Mara ha tenido un impacto mediático similar, pero todos los días siete mujeres y 58 hombres son asesinados en el país. Quizá sea imposible reducir a cero los homicidios, pero el aumento extraordin­ario de los últimos años nos obliga a reflexiona­r. México tiene 20 veces el número de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes que Europa occidental. La vida de una mexicana, sin embargo, no debería valer menos que la de una europea. El asesinato de Mara recalca que los gobiernos estatales y federal están fracasando en su principal responsabi­lidad: proteger la vida de los gobernados.

Destapes

Han pasado ya los informes y los gritos del quinto año. Empieza la temporada de los destapes, aunque López Obrador ha estado destapado desde hace años. Los demás partidos no pueden esperar mucho más. Si no, ya no le verán ni las luces a Andrés Manuel.

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