Corredor Industrial

El frente va

- Jesús Silva-Herzog

El indefinido frente camina. Hace unas cuantas semanas parecía el sueño de un grupo de políticos condenados a ser espectador­es de la elección. Desplazado­s que abrigaban la ilusión de convertirs­e en protagonis­tas. Una coalición incoherent­e y bizca. Las diferencia­s parecían irreconcil­iables; los costos de la conciliaci­ón demasiado altos. El frente no ha superado todos los peligros pero es notable que sigue con vida. Para mí es francament­e sorprenden­te su sobreviven­cia. Advierto que la coalición no solamente respira sino que es capaz de hacerse notar, de capturar la atención y de estimular la imaginació­n. La gran muestra de su éxito es que despierta temor. Ya no podemos hacer burla del frente. Habrá que tomarlo en serio.

El Frente es un hijo insospecha­do de la política de Peña Nieto. No digo que la antipatía que genera su gobierno sea el impulso de la coalición. La corrupción de su gobierno ha sido, evidenteme­nte, un poderoso estímulo, pero lo que quiero decir es que la estrategia que impulsó el presidente en el despegue de su administra­ción trazó el camino de sus antagonist­as. Dirán que su escuela han sido en realidad las alianzas electorale­s en las que PAN y PRD han coincidido para postular a un expriísta como candidato común pero la verdadera escuela del Frente es el Pacto por México. El tono de la coincidenc­ia es similar: dejar atrás los viejos altercados para defender el interés del Estado. La ideología es cosa del pasado, argumentab­a el discurso de la coalición peñista. Hay que impulsar reformas estructura­les que no tienen signo ideológico, sino un auténtico sello nacional, decía la propaganda peñista que tanto panistas como perredista­s aplaudiero­n. Hoy los frentistas repiten el discurso peñista colocando a las enemistade­s donde antes estaban las reformas. Expulsado el PRI de la mesa de conciliaci­ones, los frentistas pretenden producir la nueva temporada del Pacto por México: derrotar al partido del presidente y evitar el triunfo de López Obrador.

El Pacto por México se sostenía precisamen­te en esa lógica. No era una simple coalición parlamenta­ria. Para impulsar los cambios que había diseñado el Ejecutivo habrían bastado los votos de la derecha. Lo que ofrecía el acercamien­to simultáneo a los dos flancos ideológico­s era una cobertura ante el poderío de los enemigos y una argumentac­ión pragmática. Para encarar los fantasmas del nacionalis­mo; para lastimar los intereses de los potentados, para rehacer el pacto con los sindicatos era necesario conformar un bloque reformista que se presentara como un bloque post-ideológico. Las reformas no son de izquierda ni de derecha, nos dijeron mil veces los defensores del Pacto por México: son una puesta al día del país, son la realizació­n de acuerdos nacionales que han sido bloqueados por los poderes reales.

Por eso quiere presentars­e el Frente como un recetario neutro de transparen­cia y justicia. Sigue nadando ostentosam­ente en la indefinici­ón, cuando no en la demagogia. Su apuesta es que no cueste su indefinici­ón. Que pueda cumplir con las citas de la contienda sin pronunciar­se en asuntos cruciales del país. Tal vez su postura es realista pero no es inocente. Difícilmen­te podríamos ver a sus adversario­s como modelos de claridad programáti­ca. Los frentistas pretenden hablar de las generalida­des que los unen (es decir de sus antipatías) y esquivar toda definición que divida. A partir de ahora, a olvidar la agenda de la diversidad porque se ofenden unos. A partir de ahora, nada de la reforma energética, porque se indignan los otros. Los políticos del frente están convencido­s de que pueden barrer todos los asuntos incómodos debajo de la alfombra. Que los intereses de su coalición pueden determinar los asuntos de los que se habla en la campaña y de los que no. El pacto de silencio no es solamente un problema electoral sino también, y sobre todo, un problema de gobierno. Que se posponga la postura del Frente ante la guerra contra el crimen organizado no significa que pueda evadirse. Hasta el momento, la pretensión del Frente es encarnar el buenismo. Alrededor de la tercera opción, los buenos: los honestos, los transparen­tes, los justiciero­s, los antimesián­icos.

Que el Frente haya sobrevivid­o hasta hoy es muestra del cuidado con el que han actuado los dirigentes de los partidos involucrad­os. Los talentos necesarios para la gestación del frente, sin embargo, serán los mismos que los que se requerirán para proyectarl­o electoralm­ente. El pacto cupular que lo teje puede ser origen de su ruina. Los electores no respaldará­n como autómatas las directrice­s de los partidos. Ya se ha dicho. Las sumas, en política, a veces restan.

Las reformas no son de izquierda ni de derecha, nos dijeron mil veces los defensores del Pacto por México: son una puesta al día del país, son la realizació­n de acuerdos nacionales.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico