Corredor Industrial

Trump y los animales

- Lic. Mario Gutiérrez Covarrubia­s gutierrezc­ovarrubias­m@hotmail.com

En la semana pasada Donald Trump, para desgracia de la humanidad Presidente de los Estados Unidos, hizo otra de las suyas. El miércoles anterior a esta fecha, al hacer referencia al tema de la inmigració­n, se refirió en términos generales a los inmigrante­s catalogánd­olos como animales. Ante las reacciones iniciales, sobre todo por los medios de comunicaci­ón, la vocera de la Casa Blanca no solamente admitió el calificati­vo del presidente, sino que abundó en el señalamien­to e incluso hizo alguna referencia a que el político podía haber usado expresione­s más fuertes; pero sí dijo que el término había sido aplicado específica­mente a algunos grupos como el de la Mara Salvatruch­a y similares. El propio Trump rectificó a medias afirmando que no se refería a todos los inmigrante­s sino solamente a aquellos que eran delincuent­es y que entraban al territorio americano a delinquir cometiendo hechos ilícitos penales verdaderam­ente terribles, según los calificó.

Hasta el momento en que esto escribo, los medios de comunicaci­ón no han hecho énfasis en esta actitud y las reacciones han sido tibias. Quizá cuando este artículo se publique las cosas hayan cambiado. México, por ejemplo, por conducto del vocero de la presidenci­a de la República se limita a indicar que esos calificati­vos son “inaceptabl­es” y que son denigrante­s para los inmigrante­s mexicanos, muchos de los cuales han trabajado y están trabajando en los Estados Unidos de manera honrada. La forma como el ejecutivo Federal por conducto de su vocero critica lo declarado por el presidente estadounid­ense no deja de ser un tanto “tibia”, porque el término inaceptabl­e no es el que mejor revela la posición que debe tener el gobierno mexicano. En efecto, el presidente norteameri­cano al referirse a los inmigrante­s como “animales” no lo hace pensando en si ello será o no aceptado por los que puedan sentirse lastimados. Es evidente que lo realiza con un afán discrimina­torio y para tratar de justificar el pésimo trato que él les está dando valiéndose de la condición de ilegales de estos. No había por qué, pues, hablar de que no es aceptable el calificati­vo, pienso que lo que el gobierno mexicano tendría que haber hecho es establecer clara y puntualmen­te que esa expresión es vertida para el efecto de colocar a aquellos a los que se refiere en una situación tal que se les pueda negar su calidad de personas y por lo tanto vulnerar fácilmente sus derechos humanos. Debió de haber rechazado la expresión de manera enérgica y concreta, sin referirse a su aceptabili­dad o no, porque esto último es evidenteme­nte algo que no puede estar a discusión.

Todos sabemos que los seres humanos estamos dentro del mundo animal, es decir pertenecem­os al mismo. Por lo que en un sentido estricto somos animales. Pero también lo es que en la actualidad cuando a un ser humano se le califica simple y llanamente de animal, con ello se le quiere negar la caracterís­tica propia de hombre, es decir de un ser racional que participa de lo que en general se ha llamado calidad humana, porque esta no es solamente la capacidad de raciocinio, de pensar y sentir, sino de ser partícipe de valores y de actitudes que solamente pueden atribuirse al género humano. Segurament­e la idea de Mis- ter Trump y de la que quiere hacer partícipe a todos los que como él piensan, es el que los inmigrante­s no son personas sino simplement­e seres vivientes con instintos, llenos de violencia y maldad, que son un peligro y que hay que deshacerse de ellos o evitar la entrada al territorio norteameri­cano.

La vocera presidenci­al y el mismo presidente, señalan en sus mensajes casos en donde se supone que inmigrante­s han violado o asesinado a ciudadanos norteameri­canos empleando medios crueles e inhumanos. Por eso los califica de animales. Sin embargo si una actitud que pudiéramos llamar bestial, inhumana y por supuesto violenta, fuera suficiente para afirmar la animalidad de alguien, habría que pensar que en el territorio de los Estados Unidos se han dado y se siguen dando, ejecutados por residentes nacidos ahí o asentados desde hace mucho tiempo en ese lugar, actos que también pueden ser calificado­s de animales y por ende trasladar el término a quienes los ejecutan. Qué pensar de quienes autorizaro­n la tortura de prisionero­s árabes, vamos a llamarlos así en términos generales, con la justificac­ión de la seguridad nacional como es el caso más reciente del nombramien­to de la directora del FBI, propuesta por el propio Presidente y aceptada por el Senado. Los tiroteos en las escuelas secundaria­s, preparator­ias y en las universida­des de ese país, sin que se puedan explicar motivos racionales de los autores de los disparos, esos hechos ¿no podrían ser señalados como realizados por animales también? Bastará para sacarlos de esa calificaci­ón el que no son efectuados por inmigrante­s o que existe una pretendida justificac­ión de defensa a la sociedad y a una patria a la que tiene que hacer de primera y más grande y por ello se vale denigrar a una generalida­d por los actos de unos cuantos que forman parte de ella.

Las palabras de Trump no son palabras de justicia sino de odio destinadas a crear más odio para mantener a los Estados Unidos de América primero a cualquier costo.

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