¿Cómo hacerlo?
No es lo mismo limpiar un brócoli, que tienden a romperse, que una papa. Revenga, también autor de “Adelgázame, miénteme”, da las pautas para limpiar correctamente distintas verduras y frutas, según sus particularidades:
*Vegetales de hoja: Lave separadamente y de forma individual las hojas de lechuga y otras verduras bajo el chorro de agua corriente. Deseche las hojas exteriores si están feas y pochas. La inmersión previa de las hojas durante unos minutos en un recipiente con agua fría puede facilitar el ablandamiento de tierra y suciedad si están presentes. Séquelas con papel de cocina o use un centrifugador de verduras para eliminar el exceso de humedad.
*Setas: Límpielas con un cepillo suave o papel de cocina húmedo.
*Raíces y tubérculos (papas, zanahorias, rábanos, jengibre…): Enjuáguelos en agua, pélelos (si procede), después lávelos concienzudamente bajo el agua corriente y luego séquelos.
*Vegetales frágiles con ‘recovecos’ (coliflor, brócoli…): Sumérjalos en agua durante uno o dos minutos, después enjuáguelos bajo el chorro de agua corriente y séquelos.
*Manzanas, pepinos, peras y otros de consistencia firme: lávelos directamente bajo el agua, frótelos con un cepillo suave si fuera necesario y séquelos.
*Melones y sandías: Aunque está claro que no nos vamos a comer la piel, son productos que crecen en contacto con la tierra, con lo cual conviene lavar con agua y también frotar su superficie antes de
abrirlos y luego secarlos. A la hora de cortarlos, utilice un cuchillo para cortar las tajadas y otro diferente para separar la pulpa de la piel.
*Frutas más o menos blandas (uvas, cerezas, ciruelas, moras…): Éstas no deben lavarse hasta el momento de su consumo. Antes de guardarlas se debe revisar y desechar aquellos granos o ejemplares mohosos o que se encuentran en mal estado.
Antes de consumirlos sumérjalos en agua y, posteriormente, enjuáguelos bajo el chorro de agua corriente.