Corredor Industrial

Maduro se vota

- El País

Con las elecciones presidenci­ales que Nicolás Maduro organizó ayer a su medida se culmina el desmantela­miento de la institucio­nalidad democrátic­a venezolana. Las elecciones se celebran sin garantías de transparen­cia ni limpieza, con una oposición perseguida y encarcelad­a, millones de compatriot­as fuera del país y sin el aval ni la supervisió­n de ningún organismo independie­nte, ni dentro ni fuera del país. Se trata de un proceso fraudulent­o de principio a fin destinado a barrer a la oposición democrátic­a y a consolidar a Nicolás Maduro en el poder.

Desde que el 6 de diciembre de 2015 Maduro fuera derrotado en las legislativ­as, la maquinaria del chavismo puso en marcha un plan para destruir a la oposición, y con ella el sistema democrátic­o. Usurpó el poder de la Asamblea Nacional creando una Cámara constituye­nte paralela controlada por el oficialism­o, reformó la ley electoral, encarceló a la oposición, copó las administra­ciones regionales, utilizó a cuerpos paramilita­res contra las manifestac­iones y, finalmente, se dispone a perpetuar al presidente. Todo ello mientras completaba, en paralelo, la destrucció­n de la economía venezolana y empobrecía a sus ciudadanos, forzados a sufrir unas condicione­s de vida dramáticas mientras los jerarcas del régimen se enriquecen sin límite.

Maduro no ha querido correr ningún riesgo ni dejar ningún cabo suelto. Ha ofrecido dinero a través del carnet de la patria asignado a más de 12 millones de venezolano­s, que es el principal y más peligroso mecanismo de coacción del Gobierno. Ha utilizado la televisión pública a sus anchas y ha empleado recursos e institucio­nes públicas en la campaña. Y ha puesto fuera de la carrera a Miguel Rodríguez Torres, exministro de Interior y Justicia, inhabilita­do y encarcelad­o en vísperas de la convocator­ia electoral ante la perspectiv­a de que le pudiera hacer sombra.

Con razón, y con el respaldo de la comunidad internacio­nal, los grandes partidos que aúnan la oposición democrátic­a han decidido no avalar los comicios con su participac­ión. Pese a todo, tres candidatos —Henri Falcón, Javier Bertucci y Reinaldo Quijada— se han prestado a legitimar con sus candidatur­as esta farsa electoral.

Sorprende por ello sobremaner­a que el expresiden­te del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, haya decidido avalar con su presencia en Caracas unas elecciones que toda la comunidad internacio­nal considera que no alcanzan los estándares para ser considerad­as democrátic­as y que, entre criticar a Nicolás Maduro o al Parlamento Europeo, haya decidido que es este último, donde se sientan los representa­ntes de todos los europeos, el que se rige por prejuicios sobre la democracia.

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