PIDEN INVIDENTES RESPETO Y MEJOR INFRAESTRUCTURA
TRES LEONESES QUE SUFREN DISCAPACIDAD VISUAL, SALEN TODOS LOS DÍAS A BUSCAR EL SUSTENTO A PESAR DE LAS ADVERSIDADES
Ernestina, Marco Antonio y Minerva tienen diferentes historias, pero la misma condición: son invidentes. Los tres adultos venden dulces en la calle 20 de enero, en el centro de León.
Vivir con esta condición ha hecho que desarrollen diversas habilidades, así como sus sentidos, pero lo que ellos anteponen en sus peticiones son tres cosas: respeto, trabajo y la infraestructura adecuada para andar por la ciudad.
Minerva fue diagnosticada con miopía alta a los 4 años. Su caso empeoró hasta que perdió la vista. Marco Antonio perdió la vista a los 32 años, él es ciego total, le detectaron retinosis pigmentaria cuando ya era un adulto. Ernestina dejó de ver a los 19 años, a ella le dio el síndrome Vogt Koyanagi Harada, que causa el desprendimiento de retina.
En la escuela de braille, Marco Antonio conoció a Ernestina, de 47 años, con quien hizo pareja y viven juntos en la colonia La Piscina.
Adaptados a su condición de vida, y con la esperanza de tener una mejor calidad de vida, los amigos invidentes insisten en que la sociedad, primero, los debe respetar, y después, ofrecerles trabajo. Buscan demostrar que desarrollan talentos como cualquier persona, con la ayuda de una capacitación. "Solo que no nos tienen paciencia, por eso no nos quieren contratar", dice Minerva.
Parte de la inclusión, esa que promueve su aceptación en la sociedad, sería darles una oportunidad laboral a los invidentes.
Otras de sus peticiones son mejorar la infraestructura de la ciudad para que puedan transitar con facilidad. Aunque usan una aplicación para llegar a sus destinos, las guías en el suelo son de gran ayuda para caminar con sus bastones. En este sentido piden al municipio mejorar las condiciones, agregar más guías en las calles, mientras que a la gente le piden ser conscientes y empáticos con su condición.
Nuestros ojos son el bastón, los oídos y el olfato"
Marco Antonio