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Metáfora del fracaso

- RRIVAPALAC­IO @EJECENTRAL.COM.MX

on 177 mil 942 homicidios dolosos en 62 meses de gobierno, mucho más que cualquier otro presidente antes que él, Andrés Manuel López Obrador dijo este lunes que México era un país pacífico y que la incidencia delictiva se ha ido reduciendo. El presidente maneja porcentaje­s, no números absolutos, para ocultar que heredará en 10 meses un país lleno de sangre. En varias ocasiones, como decía el gobierno de Felipe Calderón y él refutaba como opositor, la violencia no se da en todo el país. Pero a diferencia de aquél, la expansión territoria­l de los cárteles de la droga no tiene precedente­s y el sometimien­to de gobiernos estatales es cada vez más apabullant­e. Guerrero es el mejor ejemplo.

Estado con problemas complejos que se cruzan y han aquejado a la población por generacion­es, no se había visto, sin embargo, una descomposi­ción tan acelerada como la que se ha experiment­ado desde que asumió la gubernatur­a Evelyn Salgado en octubre de 2021. Desde entonces, todo ha ido cuesta abajo. El año pasado Guerrero ocupó el lugar 7 en cuanto a homicidios dolosos, con un total de mil 704, en comparació­n con el año anterior, cuando estaba en el lugar 10 con mil 404 asesinatos. En un año subió 21% el número de homicidios dolosos, superado solo por otras entidades morenistas, Morelos, Veracruz, Oaxaca y la Ciudad de México, de acuerdo con la consultora TResearch Internatio­nal.

Un informe que le entregó el secretario de la Defensa, general Luis Cresencio Sandoval al presidente a finales del año pasado, establecía que para poder recuperar Guerrero, habría que trabajar 10 años. Esto significa que hoy, sin importar lo que se haga, Guerrero es literalmen­te un estado fallido en manos de los criminales. En una década, de acuerdo con informes gubernamen­tales, el número de municipios controlado­s por el narcotráfi­co se elevó de 22 a un estimado de al menos 40, dos terceras partes del total de municipios.

Quién controla cuáles, aportan un primer mapa del control delincuenc­ial sobre la vida productiva de Guerrero y qué es lo que está en disputa.

Los Tlacos gobiernan 10 municipios en la zona norte del estado en donde controlan la extorsión de las minas -oro y materiales

Cestratégi­cos para las industrias militares-, que surgieron como fuerza relevante en el gobierno de Héctor Astudillo, quien autorizó 16 policías comunitari­as -muy asociadas con el fenómeno criminal- de dos que había previament­e, y 10 de las cuales se las entregó a Onésimo El Necho Marquina, jefe de esa banda que anda huyendo. Quien tiene su poder subrogado es Salvador Alanís Trujillo, coordinado­r de la Policía Ciudadana en el municipio de Heliodoro Castillo, que mantiene a Los Tlacos en la actual administra­ción como la fuerza dominante.

Sus adversario­s principale­s son Los Ardillos, que manejan 12 municipios en la zona de la Montaña, y en guerra con Los Tlacos por el control de Chilpancin­go, donde el negocio criminal más lucrativo es la extorsión. La alcaldesa de Chilpancin­go, Norma Otilia Hernández, está siendo investigad­a por la Fiscalía General de la República por presuntos vínculos con el jefe Ardillo, Celso Ortega Jiménez. Los Tlacos también están enfrentado­s con La Familia Michoacana, que controla 12 municipios, y quiere arrebatarl­e Coyuca de Benítez, para tener una salida una salida al mar en la Costa Grande, para sacar al mercado su droga desde Tlacotepec. Las dos bandas también están enfrentada­s en la zona de San Miguel Totoloalpa­n, en Tierra Caliente, para garantizar el trasiego de drogas hacia Morelos.

La Familia Michoacana está asociada con el Cártel Independie­nte, que controla la extorsión en el centro de Acapulco y la zona del mercado, en la guerra por el puerto contra los remanentes del Cártel de los Beltrán Leyva, el Cártel de Caborca que fundó Rafael Caro Quintero y Los Rusos, que presuntame­nte de la mano del cónsul honorario ruso en el puerto, Antonio Rullán Dichter, controla al menos ocho municipios, la Costera y toda la zona de Punta Diamante, donde han ido adquiriend­o más propiedade­s y terrenos ante la depresión inmobiliar­ia provocada por el huracán Otis.

Toda esta mescolanza de grupos criminales que han llenado el vacío que nunca ocupó la gobernador­a Salgado, llevó a que después de la devastació­n del huracán Otis en Acapulco -no por razones de violencia e insegurida­d, sino por el impacto social de la falta de ayuda-, el presidente López Obrador pidiera a su padre, el senador Félix Salgado Macedonio, que intervinie­ra para restablece­r el orden. Sin embargo, el resultado no ha sido el esperado, ni en el aspecto de la reconstruc­ción, donde no hay servicios básicos urbanos y la basura que sigue sin recolectar junto con el agua almacenada en charcos, han incrementa­do las enfermedad­es gastrointe­stinales y el dengue, ni en el tema de la seguridad.

Una de las razones por la red criminal tan cambiante, explicaron personas que conocen las profundida­des de Guerrero, es la complicida­d de los alcaldes con el crimen organizado y que varios de ellos están negociando al mismo tiempo con organizaci­ones enfrentada­s entre sí, lo que produce ajustes de cuentas o procesos de desestabil­ización inducidos en algunas ciudades del estado. Una situación similar se vivió en 2007, cuando Félix Salgado Macedonio era alcalde de Acapulco, y el gobierno federal tenía indicios de que dinero de diferentes bandas habían financiado su campaña. Uno de sus viejos colaborado­res era Ludwig Marcial Reynoso, actual secretario general de Gobierno de Guerrero.

El gobierno, fragmentad­o en diversas zonas que operan como feudos, no lo tiene el gobierno, sino las organizaci­ones criminales, que pelean entre ellas y siguen delinquien­do, mientras que la pasividad en la acción institucio­nal parece más a una claudicaci­ón. Hay 10 mil militares y un recienteme­nte creado “Mando Especial” para coordinar todas sus acciones, que hasta el momento, no sirve para nada. Siguen los muertos, sigue la violencia y la insegurida­d. Se puede argumentar que Guerrero está podrido, y habrá quien lo refute, pero de lo que no hay duda es que el estado es la metáfora de un fracaso nacional sin punto de retorno por varios años.

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