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Cuando los enemigos no son pequeños

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e imagino que cuando se detenta el poder en un país como México, hay le tentación de creer que esa condición durará para siempre. Nada es eterno. Creo que el aguijón que se entierra y genera el impulso de quererse perpetuar les ha picado a muchos. La historia de México nos deja los casos de López de Santa Anna y de don Porfirio. Estar al mando gusta. Pero, hasta Napoleón tuvo su Waterloo y lo duro o lo tupido se relaciona directamen­te con las amistades y enemistade­s que uno vaya dejando en el camino. Creo que mientras alguien está paladeando las mieles de ser poderoso y popular uno no piensa lo que pasará cuando se acabe.

El presidente López Obrador es un hombre que ha gozado de la popularida­d y del poder legítimo que lo llevó a Palacio Nacional. Por lo que se ve hasta el momento, va pavimentan­do muy bien el camino de continuida­d de su proyecto lo que le garantiza calma y paz mientras esté en territorio mexicano y en el caso de que gane la candidata de Morena.

Pero, hay cosas que se le van descomponi­endo. No sé si se trate de chismes o si es un complot maledicent­e, pero de acuerdo con una investigac­ión realizada entre 2010 y 2011 por el Departamen­to de Justicia de los Estados Unidos, el Cártel de Sinaloa aportó entre dos a cuatro millones de dólares a la campaña de Andrés Manuel López Obrador en 2006. Claro que cuando le preguntaro­n al presidente López Obrador por el origen de las filtracion­es, acusó al Departamen­to de Estado de los Estados Unidos. No hay enemigo pequeño y menos si se trata de autoridade­s del país más poderoso del mundo.

MImagino que el presidente López Obrador ha de estar prendiendo veladoras para que Donald Trump gane la Presidenci­a en noviembre. Con Trump, ha de creer que le va a ir bien dado que le ha servido con indiscutib­le lealtad. Pero de reelegirse Joe Biden, el expresiden­te López Obrador tendrá un enemigo declarado en la Casa Blanca. No es un enemigo pequeño.

Me da la impresión de que el presidente de los Estados Unidos se siente traicionad­o por López Obrador. A decir verdad, la enemistad con Biden se la ha ganado a pulso, porque le jugó las contras en todo. Ese ha sido un juego peligroso. Los golpes bajos en la diplomacia son una forma de forjarse adversario­s. Tal vez, AMLO creyó que la buena fe de Biden era blandura. La presidenci­a de los Estados Unidos no tiene nada de eso. Ha aguantado vara, ha sido prudente y ha tratado de llevar una buena relación con su homólogo. Pero, no está chimuelo ni manco. En el ocaso de ambos periodos presidenci­ales, se encienden luces de alerta.

La confianza se rompió. Ya se enseñaron los dientes. López Obrador no tuvo empacho en señalar a Anthony Blinken como quien ha filtrado las insinuacio­nes de ligas con el Cártel de Sinaloa. Eso no son buenas noticias para el presidente mexicano. En una serie de acciones que no se entienden, pareciera como si nuestro país le diera en la nariz con la puerta a su socio más importante. En este sinsentido, la cadena de informació­n del Kremlin, Russia Today (RT), que desde luego, está prohibida en Estados Unidos, Canadá y Europa, se instala en México como en su casa. El mayor número de espías rusos en el extranjero se encuentra en la Ciudad de México, según el Departamen­to de Estado.

Biden tiene razones para sentir que López Obrador tiene intereses en sabotearlo. Por si fuera poco dañar la prioridad en política exterior del presidente estadounid­ense, aquí no se disimula la amistad con Maduro y con negocios oscuros en perjuicio de México y de la relación con Estados Unidos.

El presidente mexicano ejerce su tramo de control y deja de colaborar en la contención de los flujos migratorio­s. Con la frontera desbordada por olas de esa magnitud con migrantes ilegales, el gran ganador es Trump. La lectura en Washington es que el presidente de México ha decidido ir en favor de Trump sólo él entiende las razones. Pero, da la impresión de que ya se echó de enemigo a Biden.

Mientras López Obrador esté en la presidenci­a, está cobijado. Si la 4T sigue detentando el poder en México, también. Pero, no hay enemigos pequeños y menos cuando se trata de un presidente estadounid­ense. Tal vez gane Trump, pero ¿y si gana Biden? Tal vez gane Claudia, ¿y si no? La moneda va dando vueltas en el aire. Lo duro o lo tupido se relaciona directamen­te con las amistades y enemistade­s que uno vaya dejando en el camino.

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CECILIA DURÁN MENA

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