JOSÉ LUIS MANRIQUE: EL REGRESO CON SHEFFIELD
Más que decir que renunció al PAN, la mejor definición del proceso que vive ahora José Luis Manrique Hernández es que va a regresar para tratar de revivir viejas glorias de su alianza con Ricardo Sheffield Padilla, su mentor político e impulsor en el ámbito político.
De él fue amigo, secretario particular, secretario del Ayuntamiento e incondicional por al menos una década en el PAN.
Era sabido que el ahora candidato al Senado en primera fórmula por Morena no había superado que Manrique Hernández decidiera quedarse en el PAN hace 6 años cuando el exalcalde decidió marcharse luego de que los jerarcas del PAN bloquearan su aspiración de ser candidato a la alcaldía de León por segunda ocasión.
En realidad, lo que hizo Diego Sinhue Rodríguez Vallejo en este sexenio fue retenerlo con cargos de importancia en el gobierno de León y luego en el gobierno estatal. Primero como subsecretario de Seguridad en el primer trienio de Alejandra Gutiérrez y posteriormente en una subsecretaría en Desarrollo Social y Humano, primero con Libia Dennise García Muñoz Ledo y ahora con Jesús Oviedo. La posibilidad del reencuentro con su viejo aliado se mantuvo abierta.
No es una pérdida irrelevante o sólo simbólica para el panismo gobernante y su candidata a la gubernatura, Libia Dennise García. En realidad, Manrique Hernández además de haber cumplido con relativa solvencia los cargos que le encomendaron en el gobierno, es un operador nato en tierra que va a extrañar el partido que gobierna.
Como casi todos los políticos que anuncian su renuncia a unas siglas partidistas tras no haber obtenido un cargo o una candidatura apetecida, José Luis pudo haberse ahorrado la perorata de su carta de renuncia.
"En los últimos años el pragmatismo político se ha apoderado de los liderazgos del PAN, ocasionando un anacronismo en dos labores fundamentales de cualquier partido: la renovación y formación de cuadros políticos que aspiren a los cargos públicos, ya que el día de hoy, la vehemente resistencia al cambio generacional silencia la voz ciudadana. Otra gran preocupación es la ligereza con la que se ha tomado la democracia interna del partido. Espero sinceramente que esta reflexión trascienda entre los militantes y las cúpulas de la institución", escribió en la carta dirigida al dirigente estatal Eduardo López Mares y que difundió en su cuenta de X.
No le preocupó la ligereza de la democracia interna panista cuando el dedazo lo benefició, sino cuando la cúpula decidió dejarlo fuera porque era más sacrificable que Miguel Salim a quien ya habían mandado a la candidatura federal en lugar de la local que él quería; que Fernando Torres Graciano que era una posición negociada con la otrora rebelde, Alejandra Gutiérrez y que el doctor Ector Jaime Ramírez Barba que a pulso se gana su ratificación para hacerle contrapeso a la 4T en el ámbito legislativo.
El gobernador Diego Sinhue Rodríguez Vallejo y su grupo cero y la candidata Libia Dennise García quizá pensaron que podría verse recompensado con la promesa de un cargo a mediano plazo. Solo ellos saben si minimizaron el riesgo o lo asumieron.
Lo cierto es que la lealtad al panismo, a sus principios, a sus liderazgos, a los ofrecimientos que pudieron hacerle, fueron más frágiles que el llamado que le hizo Ricardo Sheffield y sus cercanos, apenas lo bajaron de la candidatura federal en el PAN.
Dice la canción conocida que un viejo amor, ni se olvida ni se deja. Y aplica para la política.
La fidelidad de Manrique Hernández al PAN y al grupo en el poder no era tan inquebrantable. Su alianza, su cercanía natural, su trayectoria política se fraguó de la mano de Ricardo Sheffield. Como diría; Groucho Marx. "Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros".
No se va del PAN. Solo regresa con Sheffield.