Hacia dónde la estrategia democrática
ara democratizar el ejercicio del poder, el legislador mexicano creo y ha mantenido el sistema de partidos políticos. El poder, ejercido por los más pudientes de las sociedades, tiende a centralizarse, por la naturaleza misma de los alternantes.
La vida de las instituciones debe modernizarse evolutivamente. La democracia como forma de vida, requiere de un proceso al que es necesario alimentar, para que las fuerzas dominantes de la sociedad, no cedan a la tentación de incorporarlas a su patrimonio.
Las organizaciones de la sociedad, en manos de minorías, requieren de un sistema educativo autónomo, para ensanchar el camino a la democracia. Mantener esa idea en la sociedad, requiere de una labor permanente, que el Estado mismo desde auspiciar. Como producto cultural, el Estado es instrumento de todos, para garantizar la vigencia de la ley y cancelar la opción, de que sea convertido en parte del patrimonio de persona o grupo.
La lucha por aparentar ser agentes del cambio, ha sido constante en nuestro país. Corrientes políticas antagónicas usan el vocablo mágico, pero omiten decir que el cambio no necesariamente conduce hacia adelante. La historia reciente lo mostró hasta la saciedad. En nuestros días, los Ingleses, sin recato alguno, con una mujer al frente, promocionaron una estrategia de cambio, que en lo económico, presentó el fenómeno de fortalecer la concentración económica, a cambio de ofrecer libertad al mercado, es decir, a quienes administran el fruto del trabajo de todos.
Volver al Estado gendarme, cuya misión es predicar la libertad, abandonando los principios éticos y fomentando el orgullo de pertenecer a la minoría, que alcanzó concentraciones de capital inimaginables, es el resultado desagradable que lastima a miles de millones de seres humanos.
Si el mercado fue declarado el árbitro supremo, la institución rectora, el Estado, en sentido estricto, fue puesto también a merced de las leyes del mercado. El derecho dejó de ser, protector de todos y, en muchos casos, un instrumento de dominación, cuando su finalidad esencial es convertir al deber ser, en guía para el desarrollo económico compartido.
Cuando los frutos del desarrollo de comparten, es posible que las instituciones sean motores de la evolución, es decir, del anhelo de vivir conforme a los valores fundamentales, que son esencialmente preferibles, pues son sostén de la vida armoniosa en el seno de la sociedad.
Ha de reflexionarse con hondura, sobre lo que ha determinado el abandono de la democracia en las instituciones educativas, en las organizaciones empresariales, en los partidos políticos y en el ejercicio del poder público, para que, sobre bases firmes, iniciemos el camino que conduzca a la paz social.
El abandono del interés por determinar la reinserción del concepto humanístico de la persona humana, en el pensamiento de las cúpulas de la sociedad; determinar por el mercado, el éxito de las instituciones educativas, fomentando la discriminación económica; el abandono de la pedagogía como instrumento que coadyuve a las cúpulas económicas, más allá de orientación crematística, deben reconsiderarse.
Las adicciones son jugoso negocio, a cambio de la desgracia de millones de madres de familia, a quienes se les arrancan sus hijos con la tentación de tener, en lugar del afán de ser felices, contribuyendo a la felicidad ajena.
Quienes fraguaron la educación pública y sus dignos representantes en el tiempo, deben retomar los principios que contribuyeron a la luz de sus mentes. Miles de jubilados que pudieran aportar a la democratización del capital, de la empresa y del conocimiento; no deben desperdiciarse, ni mandarlos al rincón de los objetos inútiles,