Un colchón, un refrigerador y una estufa
Han pasado más de tres meses de que Otis le pegara a Acapulco y lo envolviera entre vientos de destrucción. En su camino, el aire se llevó al mar o al cielo paredes, ventanas, techos de casas de las zonas más y menos privilegiadas del puerto. Fue muy democrático el daño que dejó. Incluyó a todos. Entre la violencia del fenómeno, lo inesperado que fue, las dimensiones de la destrucción, los gobiernos municipal, estatal y federal quedaron apabullados y no lucieron mucho su presencia.
La gente en Acapulco estaba desesperada. Muchos se quedaron de un momento al otro sin su patrimonio y con daños que tal vez, jamás podrán reparar. Se escucharon reclamos, diatribas, hubo protestas, cierres de calles y se notaba el encono. Los acapulqueños por nacimiento y por adopción exigían atención. La razón estaba de su lado. Las velocidades de acción lucieron lentas. Hubo comparaciones que se hicieron. Zedillo voló de Europa a Acapulco en directo para atender la emergencia del Gilberto y Enrique Peña estuvo ahí al día siguiente de que Manuel azotara al puerto. Sí, todo eso pasó. Pero la memoria es flaca.
Si es verdad que la memoria de los mexicanos es débil, el poder de la destrucción que se ve en el escenario es inalienable. No se puede cerrar los ojos y hacer que eso no existe, ni decir mirar para otro lado para evitar hacerse cargo de lo sucedido. Justo es decir que si bien, el fenómeno meteorológico no es responsable de las personas en las diferentes oficinas de gobierno, sí es responsabilidad del Estado entrar a ayudar.
Lo sabemos, la ayuda llegó tarde. Y, así como los acapulqueños salieron a las calles a protestar por la falta de atención. Este gobierno decidió entregar a las familias afectadas un colchón, un refrigerador y una estufa. En el paquete de enseres, también se incluye ventilador, sartenes y licuadora. En estos días, se ven por todo Acapulco —lo mismo en el Boulevard de las Naciones que en la Costera Miguel Alemán, en el Coloso que en la colonia del Infonavit— camiones con ayuda del Gobierno Federal.
Hay colas interminables de gente que está esperando su turno para recibir su paquete de ayuda. Pasan mucho tiempo parados al rayo del sol. Pero están contentos. Al platicar con las personas, hay una frase que resuena por doquier: nadie había hecho algo así por nosotros. Es verdad, en otros desastres sufridos en el puerto, llegó el Ejército, se implementó el Plan DN-3, se limpió y se reconstruyó Acapulco, pero jamás —dicen ellos— habían recibido una ayuda semejante.
Es curioso, aunque toda la ayuda viene etiquetada con la leyenda “Gobierno Federal”, quienes están recibiendo los paquetes elevan las manos al cielo y le dan las gracias a Dios y a López Obrador. A veces el orden se invierte. En este caso, el orden de los factores sí altera el resultado. Los refrigeradores, la estufa y el colchón, así como los sartenes, los ventiladores y demás cosas son agradecidas a Morena. Así se percibe. De más está explicar que los recursos vienen de los impuestos que todos los mexicanos que vivimos en la formalidad pagamos. También, en estricta justicia, la decisión de entregar estos beneficios se tomó por parte de quienes ejercen el poder en este momento. Es lo mismo que pasa con la ayuda a los adultos mayores o con los programas para los jóvenes que están construyendo el futuro. No se perciben como un programa de gobierno, se asume con una dádiva que entrega un benefactor que estira la mano y entrega auxilio y alivio.
A la fecha, según informa el secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval, se han repartido más de 55 mil paquetes de enseres y electrodomésticos para la población afectada por “Otis” en Guerrero. “Hay material, hay estufas y refrigeradores que se contrataron en Corea y en China. En Corea fueron 30 mil refrigeradores, en China en dos empresas fueron un total de 87 mil refrigeradores, de tal manera que tenemos ya las cantidades, los 250 mil paquetes para ser distribuidos en su momento., en cuanto nos lleguen aquí al puerto de Acapulco”.
El general secretario informó que: “En estos días estarán entregando casi cincuenta mil paquetes provenientes de empresas nacionales y así se irán hasta que el resto llegue. Se entiende. El panorama nos deja ver mucho desastre y una cola larguísima de gente que espera con ilusión recibir un colchón, un refrigerador y una estufa.