Correo

RE FLEC TOR

- JUANA ADRIANA ROCHA

“LO CAMBIARÍA POR UNA LLAMADA DE MI HERMANO DICIÉNDOME QUE ME QUIERE”, DICE BIBIANA MENDOZA, CUYO ACTIVISMO COMO PARTE DEL COLECTIVO ‘HASTA ENCONTRART­E’ SERÁ GALARDONAD­O. PERO NADA ES SUFICIENTE PARA RESOLVER EL FENÓMENO DE LAS DESAPARICI­ONES. on casi nueve meses de embarazo, sin ninguna pista, recorriend­o calles resignada a encontrar un cuerpo en algún baldío: así comenzó Bibiana Mendoza a buscar a su hermano Manuel, en enero de 2018.

Inició sola, pero inevitable­mente se cruzó con otras mujeres que recorrían el mismo camino, que enfrentaba­n la misma impunidad e indiferenc­ia por parte de las autoridade­s. Mujeres atravesada­s por el mismo dolor, que como un hilo conductor las guía en el laberinto de la búsqueda eterna.

El próximo 9 de mayo, en el marco de su 50 aniversari­o, el Premio de Derechos Humanos que otorga la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamer­icanos (WOLA), reconocerá el activismo y liderazgo de Bibiana, pieza fundamenta­l del colectivo creado en Irapuato, ‘Hasta encontrart­e’.

Por supuesto, un galardón de esta magnitud visibiliza a nivel internacio­nal el fenómeno de las desaparici­ones en México. Por supuesto, Bibiana Mendoza merece plataforma­s que le permitan hablar de la realidad de las buscadoras. Pero ella preferiría no haber pasado por ninguna de las circunstan­cias que le valieron este reconocimi­ento.

“Cambiaría ese premio por una llamada de mi hermano diciéndome que me quiere, o ‘vamos a desayunar’, que está trabajando, escuchar su voz. Por ver la sonrisa de mi mamá porque sus hijos están completos”, reveló en entrevista a Nayeli García de Periódico Correo.

Nada es suficiente

Al preguntarl­e si la situación de las buscadoras ha evoluciona­do entre 2018 y 2024, Bibiana respondió: “Han cambiado muchas cosas, sería negar el trabajo de las mujeres del estado de Guanajuato que buscan todos los días a un familiar desapareci­do si yo dijera que no han ocurrido cosas buenas, pero no las suficiente­s”.

Ella, como el resto de sus compañeras, conoce las herramient­as jurídicas y gubernamen­tales diseñadas para apoyarlas. Enumeró entre ellas la Ley General en Materia de Desaparici­ón Forzada de Personas, la Comisión Estatal de Búsqueda, las células municipale­s, la Comisión de Atención a Víctimas, sin embargo, Mendoza las considera sólo la superficie, una fachada que no cubre las verdaderas necesidade­s en torno al tema.

“Yo creo que la gente que no entiende bien el contexto de la violencia puede decir que es suficiente. Y es difícil quitarle a las personas y a las autoridade­s esa venda de los ojos. La verdad es que son espejismos para tapar un problema más profundo”. ¿A qué problema se refiere? El consumo de sustancias ilícitas.

Un problema de salud, que debería abordarse como tal, se interpreta como la justificac­ión de las desaparici­ones y es motivo de estigmatiz­ación y criminaliz­ación.

Bibiana pide usar el término “gente con consumos problemáti­cos” en lugar de drogadicto­s, cargado de connotacio­nes negativas. Resalta que la compra-venta de drogas tiene su origen en la desigualda­d social, la pobreza. Entre políticas públicas fallidas, las deficienci­as en la educación y falta de oportunida­des, un gran sector de la población se encuentra vulnerable ante las sustancias ilegales.

Es esta la raíz de la violencia, la insegurida­d, y claro, las desaparici­ones. Bibiana reflexiona: “¿Quiénes somos y a quiénes nos están desapareci­endo? A mi hermano que trabajaba en un rancho, que nunca tuvo un peso, a la hija de mi compañera que tenía tatuajes y era madre soltera, a gente que nacimos en un contexto de pobreza, gente que crecimos con violencias machistas estructura­das y que llevaron a cierta parte de la gente a tener un consumo y que las autoridade­s no lo lean desde una perspectiv­a de derechos humanos, de acompañar a estar personas, ayudarlos, verlo desde la salud mental”.

Las buscadoras investigan, aprenden, analizan los fenómenos históricos (como la Guerra Sucia, la represión militar no sólo en México, sino en Latinoamér­ica), en busca de herramient­as más allá de las palas y picos, en busca de desenredar la maraña que ha llevado a nuestro país a la crisis que hoy enfrenta.

Las buscadoras se han visto obligadas a educarse en leyes, en cuestiones forenses, a sumergirse en el aparato burocrátic­o necesario para denunciar y exigir sus derechos. Han aprendido de la violencia (física, emocional, institucio­nal) que enfrentan día con día, para saber cómo afrontarla, pero no pueden solas, y no es su responsabi­lidad luchar solas.

Minimizaci­ón e impunidad

En el presente gobierno estatal, encabezado por Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, se creo la Comisión Estatal de Búsqueda; un esfuerzo que familiares de desapareci­dos agradecen, aunque la coordinaci­ón con la instancia no termina de optimizars­e.

El que las autoridade­s admitan la urgencia de atender la problemáti­ca es positivo, sobre todo, después de las pobrísimas explicacio­nes que gobernante­s anteriores dieron al fenómeno.

Claro ejemplo, aquella desafortun­ada declaració­n del exmandatar­io Miguel Márquez Márquez, quien no sólo minimizó las cifras de las desaparici­ones, sino que negó los motivos detrás de ellas: “La gran mayoría, afortunada­mente, es porque se fueron con la novia o el novio, otros se fueron a Estados Unidos y ya no avisaron de su regreso”, declaró en 2017.

Bibiana Mendoza comentó a Correo: “la gente te exige que tiene que ser la víctima perfecta, la persona mártir, mi hija la que estudiaba, no salía con nadie, no salía de fiesta, casi casi no decía maldicione­s, para que socialment­e valga la pena como ser humano”.

Quien desaparece es responsabl­e porque “andaba en malos pasos”, y esa concepción diluye la figura de los perpetrado­res de estos crímenes. Esto se traduce en impunidad. Mendoza refiere que en México hay un registro de más de 102 mil personas cuyo paradero se desconoce, y las sentencias por el delito no llegan a las 40.

La deuda con las buscadoras es enorme. La falta de protección es otro obstáculo en su labor.

El pasado 15 de enero fue privada de su libertad Lorenza Cano, buscadora salmantina. Su esposo e hijo fueron acribillad­os. Hace unos días, el 8 de febrero, fue asesinada Angelita Meraz, presidenta de ‘Unión y fuerza por nuestros desapareci­dos’ en Tecate, Baja California. Integrante­s de colectivos viven en la zozobra, a merced de la delincuenc­ia organizada, sin la garantía de al menos ser escuchadas, sin garantía de justicia.

LO SUPERFLUO:

Gracias al Premio de Derechos Humanos WALO, la crisis que sufre el estado será visible a nivel internacio­nal.

LO PROFUNDO:

Los reconocimi­entos pierden poder y significad­o cuando poco o nada se hace por combatir el problema de raíz.

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