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El retorno de la Rectoría Económica del Estado

- DARÍO IBARRA

Finalmente se anunció la serie de reformas constituci­onales que, de aprobarse, modificarí­an dramáticam­ente la configurac­ión económica, política y social del país. Es muy poco probable que se apruebe la mayoría de las propuestas. Mi pronóstico es que en el mejor de los casos se aprobará el 10% en lo que queda de la presente legislatur­a, entre ellas es probable que se apruebe la reforma pensionari­a y probableme­nte la del incremento al salario mínimo por un monto no menor a la inflación pasada. Lo que en realidad está en juego es el modelo de país que queremos. Hace décadas se llevaron a cabo diversas reformas que nos han traído hasta donde estamos. El contexto económico de la década de los ochenta favoreció las reformas pro libre mercado y la creación de órganos autónomos que actualment­e tenemos. Las reformas propuestas buscan tener un nuevo modelo que muchos sugieren que implica volver al pasado. Según los resultados obtenidos, tal vez no sea tan mala idea.

Cualquier política económica no debe medirse por promesas o por explicacio­nes que digan por qué no se alcanzaron los objetivos buscados, sino por los resultados realmente observados. Por otra parte, no es suficiente observar uno o dos años, tal vez ni siquiera un sexenio, sino décadas de aplicación de una política económica. Entonces se podrá contrastar lo prometido contra lo entregado.

Cualquier política económica se defiende como la mejor o por lo menos la que ayudará a generar crecimient­o económico, estabilida­d de precios y mejora salarial. Ninguna diría que busca destruir a la economía o empobrecer a la población. Cada estrategia política se aplica con la mejor de las intencione­s, pero en varias ocasiones con resultados desastroso­s.

Algunos economista­s sugieren que la década de los ochenta fue desastrosa por las políticas económicas llevadas a cabo dos sexenios antes. Se diga lo que se diga, la economía creció. Así lo dicen los datos del Banco mundial. La siguiente gráfica mide el PIB per cápita de 1961 a 2022, en dólares de EE.UU. de 2010, para evitar cualquier sesgo. Es claro que de 1960 a 1981 la economía, por habitante o per cápita estaba creciendo. La línea punteada es un cálculo rápido de la tasa de crecimient­o de este indicador, que es igual a 3.26% anual. De 1981 en adelante dejamos de crecer. La llamada década perdida se convirtió en cuarentena, la tasa de crecimient­o utilizando el mismo indicador fue de apenas 0.64% anual, menos de 1% por año. Bajo este indicador, la economía neoliberal o de libre mercado ha sido un rotundo fracaso.

¿Qué nos dice el sueldo? Revisando solamente el salario mínimo, lo que se puede observar es que durante la cuarentena perdida este indicador tuvo un desempeño nefasto.

El salario mínimo llegó a su máximo en 1976. Se incrementó en 1981 y de ahí en adelante decreció hasta estabiliza­rse en casi la cuarta parte de su valor máximo. Durante el neoliberal­ismo el salario mínimo no creció. Fue hasta el actual Gobierno que se revirtió la tendencia, sin haber alcanzado aún el nivel máximo observado en el pasado reciente.

Algo que sí genero el periodo de reformas pro libre mercado y a favor de órganos autónomos fueron unos pocos ricos, cada vez más escandalos­amente ricos frente a millones de pobres.

Independie­ntemente de los argumentos que justifique­n el por qué no se logró tener crecimient­o económico ni recuperaci­ón salarial los datos duros son observable­s. Medida con estos indicadore­s pareciera que no es mala idea que el Estado fortalezca su rectoría económica. El libre mercado fue un dios que falló o un ídolo con pies de barro.

Los políticos no suelen estar a favor del libre mercado. Excepto aquellos formados en universida­des extranjera­s que se han creído lo que dicta el libro de texto. En general a los políticos les gusta decir que hicieron algo por mejorar la situación del país o de la población y que no dejaron que el mercado lo arreglara todo por sí solo. Así es que estamos en el umbral de lo que muy probableme­nte en algunos años, tal vez meses, se convierta en el fortalecim­iento del Estado en detrimento del mercado.

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