LEY DE LA DIVERSIDAD, APENAS UN PASO
No se le puede negar el mérito, tanto a las organizaciones sociales como a la oposición en el Congreso de Guanajuato, de haber logrado la promulgación de la Ley para la Diversidad Sexual y de Género. Sin embargo, tampoco se puede eludir que se trata apenas de un paso en el reconocimiento público de esta población discriminada institucionalmente.
No se puede dar por ganada una batalla cuando las aberraciones legales siguen persistiendo, como el hecho de que el Código Civil de Guanajuato sigue sin reconocer el matrimonio igualitario, que ya se aplica derivado de una simple circular de la Secretaría de Gobierno. Ni qué decir del cambio de género y la adopción que todavía son metas lejanas.
En los detalles, la ley aprobada implica la obligación de los municipios y el estado para crear una Unidad de la Diversidad Sexual y de Género con metas, objetivos y presupuesto propios. Una medida que se ha prestado para la cooptación de representantes de la comunidad LGBT, al ser un inminente nuevo encargo público.
Tampoco se puede dejar de lado la coyuntura política que envolvió la aprobación de esta ley. Las crónicas resaltaron la ausencia de una diputada del PAN como Cristina Márquez Alcalá, quien encabezó el rechazo de los blanquiazules a toda la agenda de temas que implicarán a la comunidad LGBT. Dicen algunos que la nueva actitud de Acción Nacional, se reflejó en este capítulo.
Al final, la ley de la diversidad sexual recae como una medida de transición y asistencia, en un largo camino que resta por recorrer y que promete nuevas resistencias, pero para ello habrá que esperar la siguiente legislatura.