Contraretrato
CONSCIENTE ESTÁ DE QUE VIENE SU SALIDA DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA ESTATAL. ESA MISMA RAZÓN LO TIENEN EN EL AFÁN DE AFIANZAR LA ESTRUCTURA DE SUS ALLEGADOS QUE YA OPERAN COMO JEFES DE SEGURIDAD PÚBLICA, ADEMÁS DE APROVECHAR LOS HUECOS Y OMISIONES QUE DEJAN LOS EXAGENTES FEDERALES.
El Secretario de Seguridad Pública del Estado, Alvar Cabeza de Vaca Appendini, logró, por ejemplo, que se mantuviera su influencia en el municipio de León, donde nada más y nada menos que su pupilo Jorge Guillén Rico sucedió a otro de sus allegados, Mario Bravo Arrona. Un movimiento que demuestra sus alcances ante el final de la administración.
Por otro lado, se mantiene sin postura frente a la propuesta de reforma policial que se ha planteado en el Congreso de Guanajuato, para que las policías desarrollen capacidades de investigación tal como viene diseñado el perfil de los expolicías federales, lo que le agrega cierta pimienta al tema.
Pero más allá de movimientos burocráticos, la realidad se impone. Junto a la violencia, el foco de riesgos y ataques se ha ampliado a diversos sectores, gremios y profesiones, esto ha incorporado diferentes voces al reclamo general sobre la situación de violencia e inseguridad que padece Guanajuato y que ahora parece ignorar el secretario.
Así que todo indica que la atención de Alvar está en otra parte. Quedan escasos siete meses para que el sexenio termine y todo indica que la tónica de evasiones y justificaciones se mantendrá, mientras se cocina la permanencia de un modelo policial que hasta ahora ha sido igual de infructuoso que el resto de los aplicados hasta ahora en Guanajuato.