OBISPOS: ENTRE EL ACTIVISMO Y LA INTROMISIÓN POLÍTICA
No se puede reprochar el hecho de que los Obispos de Irapuato y Celaya se integren a la discusión pública de los problemas que más aquejan a los ciudadanos, como lo es la inseguridad. Sin embargo, el contexto electoral hizo notoria la iniciativa "El pueblo de Dios, valora, discierne, y elige" que se desarrolla en estas fechas en diferentes municipios.
Se trata de una serie de eventos que han provocado el debate público sobre la prohibición constitucional , para que los ministros de culto profesen, promuevan o incluso se organicen para tener influencia en el proceso electoral. Caminan sobre hielo muy delgado al no pedir el voto para determinado partido o persona, pero sí imponiendo criterios y parámetros en los electores católicos.
Según el obispo de Irapuato, Enrique Díaz Díaz, la intención de los reuniones y el llamado de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) es a promover el voto y el bien común, no a buscar divisiones ni a demeritar a nadie, sin embargo, lo llamados a votar por candidatos que defiendan la vida lo cambian todo.
Por otro lado, el protagonismo ganado por los prelados ha sido ganado a pulso y a declaraciones semana a semana, al mostrarse preocupados y ocupados en los asuntos del hombre. Es el caso del obispo de Celaya, Víctor Aguilar Ledesma, quien este fin de semana encabezó la marcha por la paz en esta convulsa ciudad del Bajío.
Tampoco se trata de dos caudillos encumbrados. El propio Aguilar Ledesma puso sus límites al señalar que en Guanajuato no se está al nivel de Guerrero, donde los sacerdotes intervienen de forma activa para pacificar sus regiones. “La iglesia no tiene nada que ofrecer”, dijo cuestionado sobre la capacidad de que se conviertan en mediadores.
Definitivamente se trata de una dualidad entre un activismo clerical que nunca es suficiente para un estado en crisis, mientras se recae en la tentación de imponer resistencia electoral ante los cambios ineludibles de la sociedad.