"NOS HUBIERAN DICHO CON TIEMPO"; NO HAY A DÓNDE IR
ALGUNAS FAMILIAS DESALOJADAS LOGRARON 'ACOMODARSE' CON FAMILIARES, PERO MUCHAS OTRAS SIGUEN, CON SUS COSAS, EN LA CALLE
Con sus pertenencias en la calle y la intriga de no saber a dónde ir, viven las decenas de familias que fueron desalojadas en la calle Libertad, antes de la Madero, en la zona centro. Algunos de ellos tienen incluso niños desde los cuatro meses hasta los 10 años.
El martes por la noche, 25 familias fueron desalojadas, al parecer sin aviso previo para tener que sacar sus pertenencias de un momento a otro, porque la dueña quería desocupar la vecindad. Esa fue la razón improvisada que les dieron después de mostrar una orden judicial.
Por 500 pesos a la semana, las familias habitaban ahí. Algunos adultos mayores vivían solos, otros con sus hijos, incluso sus nietos, como la señora Mónica, que vivía ahí con cuatro hijos y tres nietos.
La Secretaría de Seguridad de León informó a Correo que se trató de una orden judicial y lo llevaron a cabo a través de actuarios. Acudieron dos unidades de Policía Municipal solo como resguardo. "A quiénes, por qué y a cuántos desalojaron no es un dato que tengamos nosotros disponible", remató la dependencia.
Indignados y en la calle, bajo la presión de mover sus muebles y pertenencias, quedaron algunas de las 25 familias desalojadas, pues muchas lograron moverse la misma noche de este martes, pidiendo alojo con sus parientes. Otros buscan departamento o casa en la zona centro, pero las rentas rebasan su presupuesto.
Mónica, de 57 años, vivía en la vecindad con sus cuatro hijos y sus tres nietos. Una vecina les dio alojamiento a los pequeños, de 10 años, 4 años y un bebé de cuatro meses. Cuenta que desde septiembre del 2023, los inquilinos ya sospechaban del desalojo, pero nunca se les informó. Solo veían documentos relacionados con una orden judicial que habría promovido la hija de la dueña, pues tenía la intención de vaciar la casa.
“Supuestamente ya quería desalojar, nada más que de repente la dueña, que es una señora grande, mandaba a su hija, pero como que ya no quería tener gente aquí. Nos hubieran dicho con tiempo para desocupar. En septiembre llegó un papel de que había demanda, pero nunca se nos dijo: ‘se va desalojar’”, cuenta la señora Mónica.
“Yo vivo solo aquí, y si no cuenta uno con dinero... además hay que buscar, y no dan la facilidad de meterse luego luego, piden rentas adelantadas. ¿y de dónde? No tengo trabajo. Recibo mi pensión hasta julio”.
Mientras los habitantes están afuera, bajo el sol, resguardando sus cosas, el transporte público, los vecinos y los vehículos circulan por la calle Libertad cuidando no atropellarlos o no arrollar sus pertenencias.