Correo

Palimpsest­o cotidiano

Las Hermanas Mirabal y su poder de mariposa

- MARÍA GUADALUPE MEZA LÓPEZ

La Isla del Caribe conocida como Dominicana, es la tierra donde se derramó la sangre de tres mujeres con conciencia social: María Teresa, Patria y Minerva Mirabal.

Tres dominicana­s educadas en el seno de una familia, donde nunca se les orientó a ser amas de casa, como sus congéneres de alta sociedad.

Hermosas de físico y preciosas en fortaleza y virtud femenina, Las Mirabal constituye­n una trinidad emblemátic­a contra la violencia que miles de mujeres padecen en distintos países del mundo.

El primer encuentro feminista latinoamer­icano y del Caribe de Bogotá Colombia, se celebró en su memoria, en el aniversari­o vigésimo primero de su muerte; ordenada por el tirano dictador de Dominicana, Rafael Leónidas Trujillo (1891-1961) y verificada el 25 de noviembre de 1960.

¿Por qué se les odió, persiguió, encarceló y martirizó a Patria, Minerva y María Teresa? Por ser ellas; respuesta evocadora de la mariposa, sublime, hermosa, poseedora de la dualidad propia de la fragilidad y cuyos atributos han inmortaliz­ado la existencia de Las Hermanas Mirabal.

Al igual que el poeta cubano José Martí (1853-1895), el temple inquebrant­able de Minerva, María Teresa y Patria, transfigur­ó el sacrificio de su vida en un anhelo mundial por la paz y la equidad entre los seres humanos. Asimismo, su sangre regó la fragante rosa blanca, crecida en la tierra fértil de los versos sencillos de Martí.

Mártires de su convicción, estas tres mujeres dominicana­s se han multiplica­do por millones que alrededor del mundo rechazamos la violencia y particular­mente la infligida sobre la mujer, dadora de vida para mujeres y hombres por igual.

¿Qué mató a estas musas de la entereza y el amor fraterno? El uso despótico del poder. La ultranza de la fuerza y el sometimien­to del cuerpo ante la impotencia de doblegar el alma y el espíritu de su naturaleza.

¿Cuándo murió el verdugo de Patria, Minerva y María Teresa? Nació muerto, del vientre de la primera mujer a quien ofendió al convertirs­e en un abominable feminicida, en su paso en esta madre tierra. Un hombre, impotente a la luz de la humildad, tirano a la sombra del mismo poder desmedido que lo devoró.

Las Hermanas Mirabal, fueron todo lo que Rafael Leónidas Trujillo siempre codició y nunca alcanzó. El formidable liderazgo femenino y humanitari­o, que germinó en Patria, Minerva y María Teresa fue insoportab­le para la egolatría de quien se declaró su enemigo mortal.

La historia universal ha colocado a cada quien en su justo lugar. Estas mujeres mariposa, nacidas en una pequeña isla del Caribe, vuelan sobre la esperanzad­ora sonrisa de la mujer contemporá­nea del mundo global. Llevan en sus alas la iniciativa de la organizaci­ón de Naciones Unidas (ONU), de la organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y de tantas otras instancias dominicana­s, mexicanas, caribeñas, latinoamer­icanas, norteameri­canas, europeas, asiáticas, africanas; cuya misión se orienta por una vida libre de violencia contra la mujer y sus derechos y libertades.

Desde el 25 de noviembre de 1999, el intelecto y la condición femeninos se manifiesta­n internacio­nalmente, en un día señalado para invocar la concordia, la paz, el diálogo, el entendimie­nto y el respeto al género femenino, en su condición y su existencia garantizad­ora del equilibrio natural y social; mediante la cobertura del Día Internacio­nal de la Eliminació­n de la Violencia contra las Mujeres.

La historia de Patria, Minerva y María Teresa ha inspirado textos literarios y produccion­es cinematogr­áficas y televisiva­s, como la novela La fiesta del chivo (2000), del peruano, premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa (1936), el filme El tiempo de las mariposas (In the time of the butterflie­s - 2001); protagoniz­ada por la actriz mexicana Salma Hayek (1966) y el estadounid­ense Edward James Olmos (1947) y la serie televisiva El grito de las mariposas (2023).

Ayer y hoy, la erradicaci­ón de la violencia contra las mujeres es un palimpsest­o cotidiano. ¡Hasta el próximo palimpsest­o!

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