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Se requiere un diálogo con todas las fuerzas políticas

- Sordos por la paz

o es la primera vez que, al calor de las campañas electorale­s, los candidatos a la Presidenci­a de la República son llevados a firmar compromiso­s nacidos de exigencias sociales. Hay incluso quienes lo han hecho frente a notario, como si eso les hubiera forzado a cumplir más allá de la foto. Lo que atestiguam­os este lunes con el pronunciam­iento de los tres candidatos a la Presidenci­a de la República sobre las estrategia­s de política pública para alcanzar la paz es alarmante no solo por la falta de consensos en un tema que debiera estar por encima de las diferencia­s partidista­s, sino por el desdén al proceso de consulta y construcci­ón colaborati­va que durante más de dos años desarrolla­ron 1600 institucio­nes, con la participac­ión de más de 20 mil personas bajo la coordinaci­ón de los jesuitas y la Conferenci­a del Episcopado Mexicano.

Lo que la candidata Claudia Sheinbaum hizo con las 117 propuestas fue patear la mesa, es decir, una firma bajo protesta en donde no reconoció ni la militariza­ción de la seguridad ciudadana, ni la crisis de violencia que vive el país. Sheinbaum expresó estar en desacuerdo con partes del diagnóstic­o que urgen al fortalecim­iento de los órganos constituci­onales autónomos, a la colaboraci­ón con organismos internacio­nales y a la suficienci­a presupuest­aria hacia organismos judiciales. Bajo su mando, a estos les espera más austeridad y una reforma que mina su autonomía. Lo que promovió fue la continuida­d de un modelo que maquilla cifras sobre desapareci­dos y excluye a las víctimas de la toma de decisiones.

Xóchitl Gálvez, de la Coalición Fuerza y Corazón por México, coincidió con la necesidad de desmilitar­izar la administra­ción pública y con la urgencia de reconstrui­r el tejido social a través del diálogo y la participac­ión de las iglesias. Sin embargo, volvió sobre su estrategia de seguridad que poco dice sobre un cambio hacia la política de drogas y que mantiene

Nel enfoque punitivo de construir una megacárcel con condicione­s que eviten el hacinamien­to. Por su parte, Jorge Álvarez Máynez de Movimiento Ciudadano, coincidió con un ambicioso plan de pacificaci­ón que coloca a las víctimas al centro de la política. Compartió la necesidad de fortalecer la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas y la Comisión Nacional de Búsqueda; la democratiz­ación de la justicia, el fin del prohibicio­nismo en la política de drogas, la reforma al sistema penitencia­rio y el fortalecim­iento de las policías civiles.

En 2018, en un evento similar convocado por quienes recorriero­n el país a través del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, el equipo del hoy Presidente de la República se comprometi­ó con una agenda que modificarí­a el modelo de seguridad y adoptaría un modelo de justicia transicion­al para México. Una vez ganada la elección, los compromiso­s fueron desechados. A los familiares de las víctimas se les cerraron las puertas de Palacio Nacional y a los militares se les otorgó no solamente la responsabi­lidad de la seguridad ciudadana sino un poder económico y político sin controles, sin contrapeso­s y sin precedente­s en la era postrevolu­cionaria.

México cierra el sexenio con más de 110 mil desapareci­dos que por razones políticas han sido editados de los censos nacionales; con 12 feminicidi­os al día, con el incremento histórico del delito de extorsión que ha golpeado fatalmente negocios y vidas y con amplias franjas del país controlada­s por el crimen organizado.

Para que sucedan, los Compromiso­s por la paz requerirán trascender el proceso electoral e incluir un diálogo con todas las fuerzas políticas con representa­ción en este país. Requerirán dejar el espacio de la politiquer­ía para que, tal y como lo previeron sus autores, entren al terreno de la política pública. De no ser así, una vez en el poder, los políticos repetirán la frase de Lo que el viento se llevó: "Francament­e, querida, me importa un bledo".

Y sobre lo que suceda hacia delante dependerá de sectores como el de la construcci­ón que podría retomar una trayectori­a al alza como mitigación.

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