EL CLERO QUIERE SU LUGAR EN LA POLÍTICA
ÁVIDA DE MANTENER SU INFLUENCIA EN LA POLÍTICA, DE CUBRIR LA ORFANDAD PARTIDARIA QUE EN OTRAS CONTIENDAS ELECTORALES ERA ELEMENTAL PARA SOSTENER SU AGENDA, LA IGLESIA CATÓLICA EN MÉXICO HA MOSTRADO DOS CARAS EN SU INCLUSIÓN DENTRO DEL DEBATE PÚBLICO. UNA QUE SE INTEGRA EN LOS DIAGNÓSTICOS Y LAS PROPUESTAS; LA OTRA AL FILO DE LA LEY IMPONIENDO CRITERIOS Y DIRECTRICES A SU FELIGRECÍA PARA DECIDIR EL VOTO.
Estas dos facetas tienen que ver con la división al interior del propio clero mexicano. Hablamos de las corrientes sociales que se vieron fortalecidas con los llamados del Papa Francisco a involucrarse en las grandes problemáticas y tragedias sociales, pero también de los sectores conservadores que a menudo cae en la tentación de la denostación a partidos y actores que no siguen las directrices eclesiásticas.
El primer ejemplo se encuadra en los Compromisos por la Paz. Un documento convocado por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), que se construyó con la participación de universidades como la Universidad Iberoamericana y la UNAM, de organizaciones de derechos humanos, además de representantes de la academia y el activismo.
El contenido está lejos de ser un instrumento proselitista o injerencista. Consiste en 117 iniciativas diseñadas para reducir la violencia e inseguridad que enfrenta México, al realizar un diagnóstico de la crisis de violencia e inseguridad en un recorrido de los últimos 18 años.
Noticia fue que el acuerdo fue suscrito por Xóchitl Gálvez Ruiz, de la coalición Fuerza y Corazón por México y Jorge Álvarez Máynez, de Movimiento Ciudadano, mientras que Claudia Sheinbaum, de Morena, lo firmó bajo protesta, pues se manifestó en desacuerdo con varios de los puntos, claro, aquellos que ponen en duda los resultados que pregona el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
En contraparte, los talleres de participación electoral que promovió la Provincia Eclesiástica del Bajío compuesta por el Obispado de Querétaro, Celaya e Irapuato y el Arzobispado de León, están plagadas de descalificaciones como fue documentado en un reportaje realizado por el Canal Once, en el que se llama a votar por candidatos que defiendan la vida o se califica de “satánico” a López Obrador.
Estos testimonios fueron captados al propio interior de los talleres como parte del trabajo periodístico. Tal vez de ahí se deba la enérgica reacción de prelados como Mario Ángel Flores, director del Observatorio Nacional del CEM, quien negó tajantemente que se promueva el voto a favor de algún candidato, aunque no dijo nada sobre inhibirlo.
Estos dos ejemplos, dejan en claro que se puede entender, e incluso incentivar, la participación de la iglesia en la política entendida como en el interés público de las necesidades y carencias que padece la ciudadanía, sin embargo esta puede ejercerse con todo derecho sin menoscabo de un precepto constitucional que los mantiene al margen del juego electoral por razones de origen.