CUITZEO SE VA A RECUPERAR, AUGURA DON CRUZ
EL PESCADOR JUBILADO RECUERDA CÓMO HA CAMBIADO EL LAGO CON EL PASO DE LAS GENERACIONES, SUS ÉPOCAS SECAS Y TAMBIÉN LAS TEMPORADAS DE BONANZA
Cruz Mora
EXPESCADOR
Hubo un tiempo que llovió mucho, tanto que el agua llegó hasta el Jardín, la gente que vivía por ese lugar tenía que poner tablas para poder pasar para llegar a sus casas”
La comunidad de Irámuco se encuentra a las orillas de la Lago de Cuitzeo, a 17 kilómetros al suroeste de Acámbaro. Desde su fundación en 1536 los habitantes de la localidad se han dedicado a la pesca, tradición que ha pasado de generación en generación.
J. Cruz Mora Camargo, de 74 años, inició en este oficio la edad de 12 años cuando acompañaba a sus hermanos por la madrugada a pescar al lago de Cuitzeo.
Don Cruz empezó como ayudante de sus hermanos acomodando las riatas que ocupaban para pescar; al paso del tiempo le fueron dando más responsabilidades. El día iniciaba antes de las 4:00 de la madrugada para ingresar al lago antes de las 5:00 horas.
“En aquellos tiempos en el lago había charales, sardina, carpas; algunas especies se fueron acabando, ahora solo queda charal y mojarra; esta última es nueva. Ahorita el agua del lago está muy baja; mis hijos están sacando poco pescado”, comentó Cruz Mora.
MIGRACIÓN A CDMX
Don Cruz señaló que sus hijos también adoptaron con gusto el oficio; él les ha platicado que en 1964 el lago se secó; “en ese tiempo la gente tuvo que migrar
a la Ciudad de México o Estados Unidos porque no había de donde sacar para vivir. Otros como yo nos quedamos a buscarle en ese tiempo comencé a realizar tapetes de tule para vender”.
El acambarense recordó que esa época de nula actividad duró cerca de dos años y al paso de las lluvias el cuerpo de agua fue recuperando su capacidad.
“Hubo un tiempo que llovió mucho, tanto que el agua llegó hasta el Jardín, la gente que vivía por ese lugar tenía que poner tablas para poder pasar para llegar a sus casas”, narró.
Cuando don Cruz se dedicaba a la pesca sacaba 200 pesos diarios, pero “antes las cosas eran baratas. En ese tiempo se vendían de 15 a 20 cuarterones de charal, sardina o carpas. Varios de esos productos se han terminado, lo que han sembrado en el lago es mojarra, producto que se vende bien entre los consumidores y acaparadores”.
Hace cerca de diez años que Cruz se retiró de la pesca, sus rodillas le duelen mucho, pero recuerda esos tiempos con gran alegría.
Ahora solo le toca ver como sus hijos siguen desempeñando el oficio que con tanto gusto les enseñó y tiene la esperanza que el lago se va a recuperar como sucedió hace algunas décadas.